Capítulo 26

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No era fanática de los cigarrillos. Sin embargo, cuando el estrés me atacaba fuertemente, no podía aguantar mis deseos de fumar. Me daba una calma momentánea. Antes de que Andrea regresara, ya me había fumado la mitad de la cajetilla. Cuando me vió fumando, no me dijo nada. Se sentó a mi lado y comenzó a beber de las botellas de licor que había traído.

-¿Quieres?- me ofreció- Sé que es horrible fumar y beber pero también sé que lo necesitas-

Acepté la botella y bebí un trago largo. Me quemaba la garganta, pero el dolor es placentero.

- Sí, tienes razón. Lo necesito- le respondí encendiendo otro cigarrillo-

Nos quedamos en silencio como por media hora más.

- Ven-

Se levantó y me ofreció su mano. La miré confundida.

-¿A dónde?-

- No puedes quedarte toda la noche aquí afligida. La noche es joven. Vayámonos a alguna discoteca-

¿Qué de malo tendría? Total, ya mi vida se había destruído. Tomé su mano y ella me llevó a su habitación para arreglarnos y lucir "sexys". Una hora más tarde, estábamos saliendo del apartamento vestidas de manera provocativa y mientras ella manejaba, yo fumaba otro cigarrillo y botaba el humo por la ventana. En pocos minutos llegamos a una discoteca que habían abierto hacía pocas semanas. Nos adentramos en la multitud, luego de beber como 5 tragos, y nos pusimos a bailar como siempre hacíamos en nuestros tiempos.

Dioses, hasta parezco una vieja por eso de "en nuestros tiempos".

Bailamos al ritmo de la música. Se nos acercaban chicos, sin embargo, los alejábamos. Solo vinimos para diversión.

-¿Te sientes mejor?- me preguntó al oído-

Me encogí de hombros. No me sentía ni bien ni mal. Simplemente no sentía nada. Tenía una única necesidad de fumar otro cigarrillo.

- Saldré un momento- le dije en respuesta-

- Te acompaño-

- No hace falta-

Me alejé de ella y abrí camino hasta la puerta trasera, con esperanza a que diera con un callejón solitario donde pudiera pensar y relajarme un poco. Y tuve suerte. Ya afuera, saqué el encendedor y un cigarrillo de mi cartera y lo encendí. Le di una calada antes de cerrar mis ojos y exhalarla suavemente.

-¿Señorita? ¿Todo bien?-

Me sobresalté al sonido de una voz masculina que provenía justo de donde acababa de salir. No había demasiada iluminación como para distinguir los rasgos de las personas. Y mucho menos ayudaba el hecho de que el licor se me había subido a la cabeza.

-¿Quién es usted?-

Pregunta idiota, Emily. ¿Crees siquiera que recordarás su nombre luego? No, claro que no. Eso pensaba.

- Soy Matt, espero no haberla asustado-

Rodeé los ojos. -¿Y cómo hubiera sido eso posible? Llegaste de la nada como si fueras un vampiro o un asesino en serie. Aunque no creo que haya mucha diferencia entre esos dos. Los asesinos asesinan por diversión. Los vampiros asesinan por diversión. O al menos la mayoría de ellos. Al menos eso era lo que Damon Salvatore hacía al principio. O como lo hacía James o Victoria. Y en cuanto en asesinos en serie, no conozco muchos pero tengo entendido que Jack El Destripador engatusaba a sus victimas antes de matarlas con sus preciosos cuchillos-

¿Hablé mucho? Diablos, me ha dado más dolor de cabeza. Y mareos.

Me tambalié un poco pero no llegué al suelo. Max estaba sosteniéndome por las caderas.

Mi Amor Platónico {Jake Abel}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora