Capítulo 24

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Mis días de casada eran los más felices.

Jake había comenzado a trabajar un mes después de la boda, pero habíamos estrenado cada uno de los rincones de nuestra nueva casa.

Era una casa sencilla y espaciosa.

Mi esposo me había dado la libertad de remodelar todo lo que quisiera en el hogar.

Hogar.

Eso esa.

Yo me había tomado un par de semanas libres en mis estudios para poder disfrutar con Jake, y cuidar de mi salud.

Últimamente, me la pasaba mareada y con vómitos.

Cada vez que Jake regresaba de trabajar, yo evitaba en lo más mínimo demostrarle que estaba enferma, ya que siempre me traía regalos. Flores, dulces, alguna joyería. Él era tan perfecto con detalles tan simples que solo me hacían amarlo más cada día.

Si existiera una palabra más allá de amor, se quedaría corta al lado de lo que siento por Jake.

En esos días, como seguía sin sentirme enteramente bien, invité a Andrea para que me hiciera compañía mientras movía unas cosas en la casa para seguir remodelando.

-¿Ya te cansaste de la vida de casada?- me preguntó Andrea al verme cuando abrí la puerta-

- Pero, ¿qué cosas dices, Andy?- me reí- No, amo estar casada con Jake- le dije con la mirada soñadora- Es mejor de lo que creía-

- Solo llevan un mes y medio de casados, Emi-

- Es suficiente para saber que él es el hombre ideal- le respondí-

-¿Y por eso te ves tan enferma?-

-¿Enferma?- le pregunté-

- Amiga, lamento ser yo quien te lo diga pero te ves mal- me miró preocupada- Tienes ojeras y tu piel se ve más pálida de lo normal. ¿Estás segura que estás bien?-

Suspiré. A ella no podía mentirle. Tomamos asiento en un mueble de la sala.

- La verdad es que llevo un par de días sintiéndome débil. Me mareo a cada rato y me la paso vomitando-

-¿Y Jake no te ha llevado al hospital?-

- No le he dicho- confesé- Él comenzó a trabajar de nuevo y no quiero preocuparlo con mi salud. Lo más seguro es un virus de esos que dan por un mes. Ya pronto me sentiré mejor-

-¿Estás segura?- me preguntó sin verse convencida-

- Lo estoy- le sonreí- Ahora ven, ayúdame a mover esto-

Lo que restó de tarde, Andrea y yo lo pasamos remodelando la sala y la habitación de huéspedes. Al terminar me volvieron los mareos pero, conociendo que ella se preocuparía, intenté disimular frente a ella.

La verdad es que esto no era normal. Sabía que debía ir a alguna sala de emergencias o al médico pero no quería preocupar a nadie. Prefería tomarme algún analgésico y descansar.

Y eso fue justamente lo que hice esa noche.

Como Jake tardó en llegar, tomé unas pastillas y fui a dormir.

Los mareos se calmaron poco a poco y pude quedarme dormida.

En medio de la madrugada desperté del sueño que tenía, y Jake estaba a mi lado en la cama. Había llegado tarde pero había llegado bien y eso era lo único que me importaba.

Me acurruqué a su lado y seguí durmiendo.

En la mañana siguiente, desperté antes que él y bajé a la cocina a prepararle desayuno antes que se fuera a trabajar.

Mi Amor Platónico {Jake Abel}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora