3- La instrucción.

103 12 1
                                    

                                                              .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

 -¡Etsu! – se escuchó la voz de Hiroki. Cuando él hablaba las paredes retumbaban y las criaturas guardaban silencio; Etsu se incorporó entre los kurai y caminó con paso firme hasta el trono de Hiroki. Sus pisadas eran firmes sin el menor atisbo de temor, verlo caminar resultaba un espectáculo, simplemente era una criatura elegante a la que uno le cuesta quitarle los ojos de encima.

 -Escucho Danna sama- dijo Etsu arrodillándose frente a su amo.

 -Quiero ver a Issei- dijo éste sin retirar la vista de su copa de vino, Etsu arqueó una ceja al no comprender aquella instrucción.

 -¿Quiere que lo traiga ante su presencia?

 -A través de tus ojos, quiero decir- declaró Hiroki fulminando a Etsu con la mirada, no podía aceptar que Etsu tuviera el descaro de no entender sus órdenes.

-Así lo haré, suplico su perdón- dijo Etsu esperando que Hiroki le diera permiso para retirarse.

 -¡Vete de aquí!

 Etsu tomó el camino de regreso hasta la puerta del gran salón, Yûsei lo observó esperando que Hiroki no lo notara.

 -¿Ocurre algo Yûsei?- cuestionó Hiroki fulminándolo con la mirada.

 -No señor, ha sido sólo una mala idea- declaró Yûsei al saber que su amo tenía pleno conocimiento de lo que había pasado por su cabeza.

Por su parte Etsu no estaba nada contento de que le hicieran abandonar el zeol y menos cuando se trataba de buscar a Issei, existía una rivalidad de antaño entre esos dos y todo por un mal entendido, pensándolo bien era Etsu quien creía que había una rivalidad, para Issei, Etsu era solamente un idiota.

 -¡Tora!- gritó Etsu para llamar a su surebu, un chico flacucho de rasgos finos se acerco con torpeza tratando de mover sus pies enredados con cadenas y grilletes, sus manos atadas igualmente con grilletes que se unían a su cuello con una cadena.

-Señor- se inclinó levemente buscando evitar que el peso de las cadenas le ganara y cayera de bruces.

 -¡Arrodíllate ante mí!- ordenó Etsu tirando de la cadena del cuello del chico, éste cayó de bruces sobre el suelo y su espíritu rebelde lo llevó a proferir una maldición en contra de su amo -¿Has dicho algo?- cuestionó Etsu tomándolo del cabello.

 -No señor- dijo en tono suplicante el muchacho.

 -¿Ahora vas a decir que estoy sordo?- dijo Etsu abofeteando a Tora- ¡suplica mi perdón!- ordenó arrojando al chico al suelo.

-Lo siento Etsu- sama, no era mi intención- suplicó abrazándose a las piernas de su amo.

-¡Suplica!- ordenó pateando al chico en el rostro- o te entregaré con alguien más, ¿eso es lo que quieres?

-Se lo ruego, perdóneme Etsu-sama, nadie ha sido tan bueno conmigo, soy feliz a su lado, le ruego disculpe mi falta- rogó el chico con lágrimas en sus ojos.

-Así me gusta Tora- dijo Etsu tomándolo por la cintura para levantarlo- nadie te quiere más que yo- dijo acariciando el rostro del chico para limpiar las lágrimas de sus mejillas- ¿no es cierto?

 -Así es Etsu-sama.

-Dímelo- ordenó Etsu.

-Te amo Etsu- sama.

Etsu lo besó mordiendo sus labios con brusquedad, el chico se retorció de dolor pero tenía prohibido quejarse, a Etsu le gustaba sentirlo retorcerse entre sus brazos.

-Saldremos al mundo- declaró Etsu- asegúrate de cubrir tu cuerpo, no quiero que el sucio sol manche esta deliciosa piel, es mía y me gusta así- acarició los hombros del chico- blanca.

Tora miró fijamente los ojos grises de Etsu y sintió miedo cuando éste le devolvió la mirada, no le estaba permitido verlo a los ojos a no ser que éste se lo ordenara.

-Lo siento Etsu- sama- se disculpó, Etsu acarició su cuello sólo para apretarlo tras un par de segundos y finalmente ordenarle que se alistara.

                                                                       .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

 Las gotas dibujaban círculos concéntricos en el charco que Issei veía, Inuki descansaba recostado junto a una columna a escasos 2 metros de su amo, se preguntaba si había algo que pudiera hacer para hacerlo feliz, jamás lo había visto sonreír, eso era cierto; pero si lo pensaba mejor, jamás le había visto ese semblante tan triste. Solía verlo fuerte y con gesto adusto, siempre dispuesto a iniciar la batalla y en los últimos 130 años parecía que el fuego en su mirada se había extinguido, sólo así, de repente.

 Se enderezó al ver que Issei fruncía el seño, su amo parecía estar alerta y de inmediato Inuki prestó atención al sonido del viento, había sido un acto instintivo pero se percató de que algo había cambiado; un silencio sepulcral se había adueñado del lugar y el movimiento de las hojas de los árboles se había reducido al provocado por el golpeteo de la lluvia.

 -El viento…- murmuró Inuki.

 -Desapareció- agregó Issei en estado de alerta, sin embargo hacía un frío insoportable, un frío invernal totalmente ajeno a la lluvia de verano, Inuki observó fijamente a Issei, alerta para obedecerlo en caso de que le diera una orden, alerta en caso de que tuviera que protegerlo, porque así lo sentía Inuki desde hacía un tiempo, sentía que debía protegerlo.

 Un frío indescriptible recorrió su espina y lo supo de inmediato, las cosas no estaban bien.

 -Él está aquí- declaró Issei encendiendo ese fuego en sus ojos que Inuki no había visto en más de 100 años-, sé que estás aquí…- declaró en voz alta- te ordeno que te muestres, ¡Etsu!

汚名 Omei <Yaoi>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora