VII.

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Luna Valente.

Esta chiquita desde que llegó de Cancún con sus padres y se mudaron a mi casa, cambió absolutamente todo, en el colegio, en la pista, pero más que nada mi vida. Nunca consideré que una chica tan torpe y distraída como ella iba a terminar resultando mi mayor rival, pensé que como suele ser despistada iba a ser la burla de todos, pero se ganó la amistad y la confianza de todos los chicos y el corazón del que solía ser mi chico.

Debo admitir que la subestimé. En su torpeza esconde inteligencia, no puedo negar que poco a poco se convirtió en una patinadora de gran nivel, llegando a quitarme el protagónico de todas las coreografías que hacemos en el Roller. Todos quieren ser amigos de ella, les encanta su "buena vibra". Es claro que a todas las personas les gusta estar con gente que desborda alegría, lo entiendo perfectamente, pero, en el caso de ella fue muchísimo más allá. La admiran, la respetan y la quieren de verdad.

La quieren como nunca me han querido a mí.

Ya puedes ir imaginándote el porqué de mis sentimientos a esa chica, no es tanto por la popularidad que ha tenido últimamente... Comprendo que esto que siento está mal, pero es inevitable sentir muchísimo enfado al ver que alguien tiene todo lo que yo quiero, más allá del éxito y todas esas cosas, ella tiene todo lo que a mí me ha faltado.

He hecho una cantidad de planes para dejarla mal delante de sus padres, porque quiero que ella viva lo que a mí me pasa: el desprecio de la familia. Pero no, todo me resulta mal, porque cada problema los une más, nadie tiene padres tan comprensivos y amorosos como ella, que la apoyan en todo, que se preocupan por su comportamiento y rendimiento escolar, que se parten el lomo trabajando siendo sirvientes de mi madrina para darle una mejor vida, aún cuando ellos son sus padres adoptivos. ¿Ves a lo que me refiero?, personas que ni siquiera la trajeron al mundo pero la quieren como si hubiese sido así, y a mí, que sí soy hija biológica de los míos no me prestan ni un poco de atención.

Peor fue cuando vi que Matteo la besó en la competencia. No fue ningún impulso de su parte, el quería hacerlo. Ahí supe que él estaba enamorado de ella. Intenté recuperarlo y acercarlo a mi pero no pude, ella ya era la dueña de su corazón y el no tenía ojos para nadie más. Cuando pasaba algo con ella él quería estar al cien por ciento pendiente de lo que le pasara, la defendía de todo, la ponía por encima de mí. O sea, no era suficiente con recordarme todos los días que ella tenía una familia y yo no, no, tenía que quedarse con él también. Era algo que yo no podía creer. Por un momento pensé que hasta mis amigas se iban a poner de su lado, afortunadamente no pasó así. Tuve que dejarlo, porque no podía seguir soportando que lo que yo sentía no fuese correspondido; fue de las decisiones más difíciles que tomé, porque significaba demasiado para mi, muchísimo, pero a la larga, fue lo mejor que pudo pasarnos, iba a ser peor después, a la larga seríamos un par de infelices. No quería eso para nosotros. Y supongo que él tampoco.

Se supone que la historia debería ser al revés, ella debería sentir celos de lo mucho que yo tengo, pero es al contrario, soy yo la que los siente, porque con lo poco que tiene es tan feliz. Sé que sentir esto que voy a decirte está mal, y, lo reconozco, le tengo envidia a Luna, pero es que cómo no sentir eso si tiene todo lo que yo quiero: el liderazgo en el Roller, amigos de verdad, padres que la adoran, y a Matteo que la ama. Y obvio que ella lo ama también. Estoy segura que no se le acercó antes por respeto a mí. Pero al final, los dos terminaron hechos el uno para el otro. No lo culpo a él por haberse fijado en ella, lo acepto, ella es por mucho mejor persona que yo.

A pesar de todo eso, debo agradecerle. Luna me abrió los ojos y me hizo caer en cuenta de muchas cosas que estaban mal a mi alrededor. Tenía una percepción de las cosas muy distorsionada a lo que en realidad son. Aprendí mucho de su tenacidad y valentía. De que debo ser más humilde y reconocer mis defectos. Que puedo ser feliz con cosas tan simples y dejar de ser tan obsesivamente caprichosa y vanidosa. Yo realmente quiero ser así, quiero vivir así, pero es que no estoy acostumbrada a eso. He vivido y me han criado de un modo muy distinto al de ella, no puedo ser el hazmerreír de todos y faltarle, en cierto modo, a la crianza que tanto costó darme mi madrina, que siempre tengo que ir en lo más alto.

Me he acostumbrado tanto a tener esta coraza de "cruel" que sería muy raro para mí actuar de un modo diferente. No sé si esto ya se está volviendo verdaderamente parte de lo que soy. Sé que debo seguir siendo fuerte, pero estoy consciente de que en algún momento, me voy a quebrar y mi fragilidad va a salir a flote; no puedo permitir que esto pase. Creo que es mejor seguir aparentando maldad.

Pero... aquí entre nos, la verdad es que no quiero que mi vida sea un "cuento feliz", yo sólo quiero ser lo que Luna es: ser feliz... pero sin tanto cuento.

En la Piel de Ámbar SmithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora