XVII

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No importaba que tan rápido corriera: las emociones que había enterrado sin saberlo, ahora salían a la superficie pidiendo oxígeno.
Los consejos, los abrazos, el apoyo... ayudaban, pero eso era algo que debía resolver sola. Sabía hacia dónde debía encarar y qué pensar. Ahora, ser consciente y sentirlo son cosas diferentes.
Quiere mantener la esperanza de que el miedo pasara, de que el enojo hacia su cuerpo dejara de existir porque no tiene sentido, porque no era su culpa, ni de ella ni de nadie. Sólo bastaba con dejarlo ir...  

Érase una vez... una enfermedad poco frecuenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora