VEINTIUNO

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Nos encontrábamos fuera de la joyería. Gerald y yo traíamos lentes negros y gorras del mismo color, me hacían sentir como una espía por alguna estúpida razón.

Gerald estaba concentrado en las argollas de matrimonio, mientras yo veía los anillos de compromiso.

-Que haces?.-le preguntó cuando veo en lo que se fija.

-Nada.-dice aún viendo los aros de oro.

-Argollas de matrimonio?.-pregunto

-Que?, qué tal si lo volvemos a ver después de los tres meses y quiere ver nuestras argollas.-responde.

-Las posibilidades de que podamos encontrarlo otra vez después de esos tres meses es de una en un millón.-dijo seria.

-Hay que prevenir.-dijo y rodee los ojos.

-Me gusta esa.-apuntó a una argolla sencilla.

-A mi me gusta esa.-apunta a otra argolla con más detalles.

-Entramos?.-le preguntó el asiente y entramos agarrados de la mano.

Esperamos a que alguien nos atienda, de mientras vemos las esclavas y los collares. En la sección de los collares hay uno que llama mucho mi atención; me acerco para verlo mejor y cuál es mi sorpresa?, es el mismo que me dio Harry.

-Hey no es como el que traes puesto?.-pregunta Gerald apuntando al tan conocido diseño.

-Si.-digo inocente.

-Lo compraste tu?.-me pregunta sorprendido.

-No, porque?.

-Pues me hubiera sorprendido si tú lo hubieras comprado.

-Y si me lo compre yo, que?

-No, nada, si te lo compraste tu no hay problema. Pero me sorprendería si hubieras gastado todo ese dinero.-dijo

-Cuanto es?.-preguntó confundida.

-Pues, son doscientos cincuenta.

-No es tanto.-me relajo.

-Mil.-termina.

¿Doscientos cincuenta mil dólares por un collar?, es demasiado por Dios. Harry fue capas de comprarme ese collar genuinamente?. Es todo confuso.

Mientras seguía en Shock, un señor como de unos cincuenta años llegó a nosotros, con mucha clase y elegancia.

-Puedo ayudarlos?.-preguntó muy finamente.

-Claro, queremos ver los....-empieza a decir Gerald.

-Argollas de matrimonio.-lo interrumpe el señor.

-No.-digo yo.

-No?.-interrumpe de nuevo el señor, está empezando a molestarme.

-puede parar de interrumpirnos.-sisea Gerald enojado.

-Todo está bien aquí?.-preguntó una señora aún más vieja pero se veía más amable.

-No, no, no.- se apresura a decir el empleado.

-Si.-interrumpe Gerald-. El señor este nos incomoda.

-Bueno lamentó las molestias.-dice la señora-. Acompáñenme.

Asentimos y la seguimos, de reojo veía al tipo que nos atendió anteriormente y tenía una cara de indignación. Si el tipo hubiera sido más cortes eso no hubiera pasado.

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