- ¡Sí, ah! Sigue.
- ¿Te gusta que te toque? - asentí mientras mordía mis labios y estiraba mi cuello dejando caer la cabeza hacia atrás. - Descubre tus pechos. - su orden envió corrientes hasta mi coño mientras él seguía acariciándolo rítmicamente, hice lo que me pidió y él inmediatamente tomó mi pezón en su boca, no llevaba sostén por lo que era sencillo para él.
-¡Dios, Rugge, ah!
- Así nena, ¿Qué quieres que te haga?
- Quiero que me hagas tuya. - grité, mi vista se oscurecía dejándome sentir nuevas sensaciones en cuanto mi sentido del tacto aumento, con sus dedos apartó la tela de mi ropa interior para acariciarme directamente sobre mi clítoris, colando dos de sus alargados dedos dentro de mí, grité su nombre lo que provoco que el intensificara los movimientos dentro y fuera, al mismo tiempo que su dedo pulgar rozaba mi botón y su boca tomaba mi pezón izquierdo.
- Dios nena, te vez como una diosa.
- No podré aguantarlo más. - gruñí mientras sus dedos se enterraban más en un punto que ni yo sabía que existía. -¡Ah! Ahí, toca ahí, dios que me estás haciendo. - grité moviendo mis caderas al compás de sus dedos ayudando con la fricción, estaba sobre una nube de lujuria, nunca me había sentido de aquella manera
- ¿Nadie te había tocado así? -negué. -¿Ni hecho sentir como lo estoy haciendo ahora? - volví a negar. -¿Solo yo?
- Solo tú, ¡ah! - los temblores se hicieron presente a través de todo mi cuerpo, la sensación de placer máximo estaba a flor de piel. Hasta que el paró. - ¿Por qué paras? -pregunté con frustración
- Dale fea, que si te quito la tensión ahora luego me dejas tú con las ganas. - dijo tranquilo pero, siempre con un toque de diversión.
- ¡Eres un idiota, un animal, un imbécil! - grité cabreada intentado separarlo de mí, pero, el sujetaba fuertemente mis piernas sin dejarme escapatoria.
- Me dices idiota, animal, imbécil, pero, aun así quieres acostarte conmigo. - negó divertido- Quien te entiende.
- ¡Vete a la mierda! ¡Suéltame! - me moví logrando que ambos nos tambaleáramos, pero, Ruggero logró tomar rápidamente la compostura. - ¡Déjame ir he dicho!
Comencé a gritar y golpearlo, perdiendo la noción de todo, estaba histérica y lo única que quería era que me soltara, sentía la frustración en mí y tuve que retener las lágrimas y los suspiros que esta traía. Las manos de Ruggero tomaron las mías, colocando ambas sobre mi cabeza, sosteniéndolas con una mientras la otra la dirigía a dios sabe dónde. Respire pesadamente mientras Ruggero intentaba calmarme.
- Shh, eres toda una fiera. - cuando logré respirar tranquilamente, cerré los ojos y dejé caer la cabeza hacia atrás cansada. - Así me encantas. - suspiró en mi odio al mismo tiempo que sentía como su glande rozaba mi entrada, no había notado el momento en que se había quitado los pantalones, pero, no me importo saberlo en el momento en que entro en mí fuertemente, arranchando un grito por parte de ambos y muchos más que intentamos callar con la boca del otro.