| Epílogo |

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Miré a Ruggero durante un tiempo indeterminado, sonreí irónicamente por lo absurda que era aquella situación, por primera vez en mi vida había tenido sexo sin compromiso con un hombre al que conocía hace dos días, ave maría purísima, apenas sabia su nombre...¡Y! que tenía el sueño más pesado que un animal hibernando.

Pero...

Lo irónico en todo aquello era que me sentía bien y sin una pizca de remordimiento.

Incluso cuando sabía que estaba casado -cosa que era más que obvia, luego del mensaje "con amor" de la tal Laura- pero, sentía que la aventura había valido la pena.

Me reí sola mientras seguía observándolo.

No lo odiaba.

- Dios, claro que no lo odiaba. - de eso estaba segura, él me cabreaba como ninguno, pero, también me había hecho sentir de una manera que pensé, que nunca me sentiría de nuevo.

Me hizo sentir viva. Sí, ya lo sé, estoy viva, pero, no hablo literalmente... ¿Qué uno no puede dársela de Coelho por 5 minutos?

Con eso no me refiero a que nunca había tenido una cita, la Karol de hace 6 años era diferente, pero, era una tonta chica que perdió su virginidad con el que pensaba seria el amor de su vida. Esa es otra historia que ya he dejado en el olvido, y no, no se las voy a contar, ni tampoco iré hacia los brazos de Ruggero para que él me consuele y me diga que él nunca romperá mi corazón

Así que, al grano. Volvemos al presente. En el cual, esta este tipo bueno de rulos y ojos cafés, durmiendo en mi cama, sin nada más que una sábana tapando sus pantorrillas y pies.

Oh si, su culo estaba al aire y mi mirada al asecho.

No sabía si despertarlo o tomar una foto que quedara de recuerdo, no, aquello sería mucho morbo, aunque pensándolo bien, no era mala idea. Dispuesta a buscar mi cámara para documentar aquel momento para toda la eternidad, caminé de un lado al otro intentando recordar donde la había puesto la última vez. Pero no todo sucede como uno quiere. Desde mi cama Ruggero gruñó desperezándose, cambiando la posición de su cuerpo a una que me permitía ver el objeto de todos mis sueños húmedos.

Bueno, los de a partir de ese momento.

- Hola. - él sonrió y en un descuido de mis hormonas yo lo imite.

- Al fin te despiertas. - dije queriendo picarlo. - Roncas más que un oso.

Su cara parecía la de un niño recién levantado, Ruggero soltó una risa en combinación con un suspiro.

- Eres imposible.

- Sí, sí, ahora sal de mi cama, que necesito quemar las sabanas.

- Es extraño que no lo hicieras anoche. - lo miré con una ceja levantada. - Ya sabes, estabas en llamas.

Serás cabrón.

- Basta, recuerda lo que te dije, el trato era que te largaras en cuanto terminaras.

Él no respondió, sino que me observó y observó y siguió observando por minutos que parecían horas. Di algo antes de que me arrepienta.

- Está bien. - no me dio tiempo de reaccionar cuando él ya estaba cubriéndose el cuerpo con su ropa. - Fue un placer conocerte.

Mi corazón latió y lo sentí tan fuerte que dolió.
¿Y que esperabas? ¿Que te llevara el desayuno a la cama y te dijera que te amaba?
Me reclamó mi conciencia.

- Igualmente. - respondí seca.

Comenzó a caminar fuera de la habitación sin siquiera mirarme, sin darme la vuelta escuché sus pasos hacia la puerta de mi apartamento, pero, la puerta nunca se abrió.

Fea || RuggarolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora