- Vamos a mi cama. - logré decir entre gemidos.
- Se supone que eso debiste decirlo antes, ahora te aguantas.
- Me duele la espalda, imbécil, no es que no me agrade esta posición pero la pared está fría ¿sabes? - Ruggero se detuvo. - No te dije que te detuvieras.
- ¿Eres así siempre? - preguntó enojado.
- ¿Cómo así?
- Mandona.
- Sí, ahora muévelo, ah, así. - dios no podía negar que Ruggero sabia como hacerlo, estaba tocando puntos que ni yo sabía que existían, y sus manos eran suaves y grandes, tanto que me hacía notarlas por donde fueran. -¿Estás seguro que no eres gigolo?- pregunte sorprendida por sus movimientos.
- ¿Te sorprende que sea tan bueno? - preguntó arrogante.
- Creo que podrías ser mejor. ¡Ah! - tuve que morder su hombro para no gritar, al parecer retar a Ruggero Pasquarelli traía consecuencias. - Creo... - respira. - creo que no lo mueves tan bien... - suspire, dios sí que lo movía bien. - podrías ser un poco... un poco más rápido y ¡sí!, más duro ¡ahí! ¡Rugge!
- ¿Dime que más crees?
- Creo que deberías callarte y ocupar tu boca en otra cosa, como, ¡sí! - no había terminado de hablar cuando su lengua estaba rozando mi pezón, y sus dientes tiraban de el para luego devolverlo a su sitio. - Mm tus manos, Rugge.
- ¿Qué quieres que haga con mis manos? - preguntó con la voz entre mis pechos.
- Tócame. - suspiré y así lo hizo.
Sus manos viajaron desde mi cuello hasta mis pechos, tuve que sostenerme de sus hombros para no caerme, el efecto hizo que enredara mis piernas con más fuerza alrededor de sus caderas y ambos gemimos por el contacto profundo, al mismo tiempo en que Ruggero besaba mi cuello mientras palabras roncas salían de su boca para perderse en mi oído y viajar hasta mi punto más sensible, el clímax me alcanzo junto con sus embestidas rápidas y fuertes, mi cuerpo temblaba y se movía al ritmo de los movimientos de él.
- Estoy a punto. - apenas logre que aquellas palabras salieran de mi boca.
- Mírame. - demando y lo hice para así perderme en sus brillantes ojos, su boca estaba semi abierta votando el aire caliente que rozaba contra mi pecho, sus rulos caían sobre su frente, nuestros torsos estaban completamente pegados y la fricción entre ellos era incluso igual de estimulante que su miembro dentro de mí, moviéndose frenéticamente, al compás de mis caderas.
-Eres hermosa- sonrió como un niño y pude ver como sus ojos se cerraban antes de caer sobre mi pecho.
Nuestros cuerpos temblaron al unísono y mis brazos lo acercaron hacia mí como si el hecho de dejarlo ir fuera doloroso, ambos gritamos, gemimos, y nos besamos mientras nos dejábamos caer poco a poco en un orgasmo que pareció haber durado años. Cuando pude recobrar el aire y la consciencia, Ruggero salió de mí para colocarme sobre el suelo, teniendo que sostenerme a causa del temblor en mis piernas.
- Te llevaré a la cama. - sonrió dejando un beso en mis labios entre abiertos. - Si quieres dormir, puedes hacerlo, tomaré mi ropa y...
- Quédate. - le pedí, Ruggero me miró sorprendido - Acuéstate conmigo debes estar cansado. - el asintió. - Además aún no siento ese dolor en el culo que me prometiste. - la sonrisa en él se elevó. - Estás bromeando si crees que te dejare darme por detrás.
- Pero si tú lo has dicho. - reclamó mientras apartaba las sabanas para dejarse caer sobre mí.
- Me retracto de lo que he dicho.
- No puedes simplemente retractarte.
- Si puedo.
- Claro que no.
- Vale, no puedo, pero, es mi culo, y eso me da el derecho a decir que no. - él gruñó.
- Eres imposible.
- Gracias.
- ¿Estas lista para una segunda ronda? - lo miré sorprendida, buscando con mi mano entre las sabanas, si, su amigo estaba erecto de nuevo.
- Maldito gigolo.
- Abre las piernas nena, esta vez no tendré compasión de ti.
***
Me desperté como todas las mañanas, mirando la hora en mi maldito despertador el cual nunca sonaba a tiempo, 7:30 am. Me pare con la intención de correr hacia el baño y arreglarme en tiempo record, pero, un dolor entre mis piernas me permitió dar tan solo un paso antes de quejarme.
Y fue cuando recordé todo.
Ruggero, por culpa de él había perdido mi empleo y no debía preocuparme por llegar al trabajo, con una maldición me di la vuelta para volver a dormir pero un segundo grito se escapó de mi garganta, un bulto con cabellos castaños dormía plácidamente sobre mi colchón.
- Hijo de puta.
Me dispuse a despertarlo, pero, algo llamo mi intención, un móvil que no era el mío comenzó a vibrar sobre mi mesita de noche, supuse que como era mi mesita de noche, no tendría nada malo en revisar...
¿O sí?
Un mensaje apareció frente a la pantalla del celular de Ruggero el cual tenía de fondo una foto de él con una chica un poco mayor, los estúpidos celos me sorprendieron, pero, decidí no darle importancia y revisar lo que decía aquel mensaje.
"Rugge, te envié el boleto de vuelta a Italia, por favor, no pierdas este vuelo o tendrás que dormir en la calle. Con amor, Laura."
Un dolor me hizo estremecer desde la boca del estómago y se elevó hacia mi pecho "con amor, Laura" mis ojos se posaron en el hombre más hermoso que mis ojos habían visto, y tuve que morderme el labio para no llorar.
Él seguramente estaba casado y lo peor, no lo volvería a ver más nunca.