Oh genial, ahora soy una ladrona.

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Desperté en mi habitación. Miré ambos lados en busca de él y del bosque en el que ayer había perdido la consciencia. No había nadie.
Supuse que había sido un sueño, nada más explicaría el perderme entre la maleza de White. Ni seguir a Marco. Menos la última.

“Fué muy real”—repite mi mente.—“Tanto como para tener esa cortada en tu cuello”

¿Cortada?

Bajé de la cama rápidamente, el espejo de Jackie estaba a unos diez pasos a la mitad del cuarto.

Me miré en el.

Desde el cabello rubio, suelto, como solía llevarlo para dormir. Toqué mi rostro, estaba fresco, como si hubiera recibido un baño en la noche antes de acostarme.
Pero..., la cuestión era, que yo no recordaba algún baño.
Una gota de sangre resbaló por mi cuello hacia mi camisón blanco, y lo tiñió un poco de rojo.
Toqué mi cuello. Solté un chillido al descubrir lo fresca de la herida.

Justo dónde había sentido el aliento. La noche anterior.

Las plantas de la ventana de Jackie estaban ligeramente desordenadas, como si...alguien hubiese entrado por allí. Consideré que Jackie abriera la ventana y hubiera ordenado la parte de la barandilla como solía decorar todo.

Claro, Marco no entraría a dejarme por la ventana en la cama luego del “paseito” ¿no?

Me estoy volviendo loca, Dios.

Fui al tocador. Tomé un pequeño algodón y el frasco de alcohol de la repisa cerca del baño y unté un poco en la herida. Dolió, solo un poco.

Miré el reloj de la pared.

7AM.

No había prisa hasta las 9AM, Ibette iniciaba luego de tirar el armario y todas las cremas sobre sí, para llegar oliendo a flores frescas, con una ropa de diseñador francés y el cabello rubio en rulos desenredados.

Me duché, un máximo de 3 canciones en el álbum de «Duchas», en el que estaba Mars, Lee y algunas pocas de Grande. 1 hora, con el peine y el rizador de micrófono.
Me sujete el cabello en una cola alta y me puse uno de los pocos vestidos que me caracterizaban en Hurricane: Uno de seda fresco de color turquesa. Mi favorito.
Tomé mi morral y salí de la habitación a paso lento. Aún me dolían los pies...y no sabía porqué. O no estaba explicado.
No ví ninguna nota de Jackie sobre la mesa o el la mesita de noche, así que supuse que había estado muy apurada, tanto como para olvidar por completo el desayuno que divisé sobre la mesa.

Crucé las mesas del almuerzo, miré hacia ambos lados y: Ni Jackie, ni Marco. (Motivo de buscarlo: una explicación)

A lo lejos, Janna. Caminaba de la mano con Alfonso, ya se conocían; y era muy obvio que se atraían.
Traté de pasar lo más inadvertida posible pero..., no se, creo que mi ropa estaba  cubierta de lentejuelas y luces de neón. Janna volteó inmediatamente hacia mi.

—¡Hey, Stella!

Rechiné los dientes acercándome. Sería muy incómodo hablar con ella.

—Star.—corregí.

—Bueno, Star.—rodó los ojos.—¡Que hay, no te hemos visto ayer!

Bueno. Es que perseguí a tu prófugo por un bosque desconocido hasta que me perdí, ¡Y adivina que! Me doble los pies y me rasguñó el cuello un tipo desconocido. ¡Obvio que no me viste ayer!

No Star, tienen que vivir. Aún.

—Ah, estaba por ahí.

—Por ahí, con Marco.—Alfonzo me lanzó un pequeño puñetazo al hombro. Tenía ganas romper su cuello. ¿Cuanto tardaría? ¿Gritaría?

Unbearable. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora