11. Enredadera.

795 51 5
                                    

Sentía como si algo crucial hubiese cambiado en mi vida. Al menos así suponía que debía sentirme después de todo lo que había pasado en las últimas semanas. Empezar a conocer a Antonio cada vez era más...interesante. No tan incómodo como pensé al principio. Todo lo que conocía de él era muy diferente a todo lo que había imaginado al principio. Y a pesar de que era muy diferente a Gabriel, no lo era en una forma negativa. Antonio era algo así como... suave. Si es que eso tenía algún sentido. No era áspero ni directo como lo era su hermano.

Y era extraño que después de tanto tiempo, donde no podía dejar de pensar en ellos como seres lejanos e inalcanzables, de un día para otro me encontraba teniendo un trio con ellos. Aunque de alguna forma se sentía como más que eso. La relación que tenía con ellos no se sentía como si fuera algo puramente sexual. Y sí, quizá esa era yo misma intentando convencerme de que yo era especial. Pero una chica podía soñar ¿no es así? 

Ya habían pasado algunas semanas desde que había tenido esa noche con Antonio. Curiosamente no se había repetido y desde entonces no había vuelto a estar a solas con él. Con Gabriel texteaba todo el tiempo. Este solía decirme lo mucho que yo le gustaba a su hermano, pero al mismo tiempo no recibía del susodicho más que una inclinación de cabeza cuando me lo topaba en la universidad.

Se suponía que mi relación con él tenía que aclimatarse aún más, que comenzara una cercanía que hasta este momento no sentía más que con Gabriel y que por un momento sentí aquella noche que estuvimos juntos. No es que Antonio no me agradara porque a decir verdad era incluso dulce, al menos no podía dejar de pensar en él de esa manera. Era imposible que Antonio no te agradara. Solía sonrojarse cuando le sonreía y asegurarse que siempre estuviese cómoda con todo lo que estaba pasando entre nosotros. Y sí, desde esa noche con él, todo había vuelto a la "normalidad" y habíamos estado juntos algunas veces más. Ya saben, habíamos tenido sexo un par de veces más.

Normalmente cuando todos nuestros horarios coincidían (o más bien los de ellos) coincidían con los míos. Yo tenía que inventar mil y un excusas para fugarme de casa y ellos debían tener tiempo libre con sus trabajos de medio tiempo y sus clases de la universidad. Ya que a diferencia de mi, ellos si tenían un futuro por delante y se preocupaban genuinamente por sus calificaciones y carreras universitarias que estaban a punto de concluir.

A pesar de todos los impedimentos, nos las ingeniamos para vernos al menos dos veces en la última semana. Tal vez esa era la razón por la que no podía dejar de pensar en ellos.

—¿Otra vez estás en la luna? —preguntó Teresa, a la cual por milésima vez en los últimos días estaba ignorando.

—Solo estoy pensando —me excusé pero ella no me miró muy convencida.

—¿De verdad crees que soy una idiota? —su pregunta me sobresaltó un poco

—¿De que hablas? —pregunté casi indignada, realmente no sabía a que venía todo esto.

—Se que algo estás ocultando, además me has estado poniendo de pretexto con tu madre para fugarte.

—No me estoy fugando Teresa, ya tengo 18 años.

—Pero le estás mintiendo a tu madre y a tu mejor amiga —estuve a punto de preguntarle si supuestamente ella era mi mejor amiga pero me contuve.

—No te lo puedo contar...aún.

—¡Oh por dios! ¿No me digas que estás viendo a Erick otra vez? —una vez más salía con eso, como si no supiera perfectamente que había pasado entre Erick y yo. Y como si existiera una mínima posibilidad de que yo pudiese volver con una persona que me había hecho tanto daño.

¿Puedes guardar un secreto? (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora