3. Abigail.

920 73 8
                                    


Okay, tenía que admitirlo, no podía dejar de pensar en esa maldita propuesta. Las palabras de Gabriel retumbaban en mi cabeza. ¿Por qué lo pensaba tanto? ¿Por qué no solo decía que sí y ya? ¿Por qué tenía tanto miedo? Está bien, sabía perfectamente porque tenía tanto miedo. Aceptar algo como lo que me habían propuesto tenía todo el potencial de ser algo que podía estallar en mi puta cara y deshacerme en pedazos. Aunque no es como si no estuviese acostumbrada, todo salía mal en mi vida tarde o temprano.

Rodé en mi cama, una y otra vez. Poniendo mis manos sobre mi rostro y gruñendo de frustración. Odiaba no tener en nadie en quien confiar, a nadie a quien pudiera contarle las cosas que me pasaban. Que le interesara lo más mínimo para que me viera a los ojos, me diera una cachetada y me dijera "No seas estúpida Abby, esos idiotas solo quieren burlarse de ti y vas a terminar sufriendo y llorando como siempre"

Pero no, no había nadie a quién le importase lo suficiente. Y si fuera tan idiota como para contárselo incluso a Teresa, a la única que actualmente puedo considerar lo más cercano a una amiga sabía que sería un error. Teresa y yo aún estamos en una línea muy delgada entre el querernos y odiarnos. Al menos es así como me siento. No puedo confiar en ella y dudo mucho el volver a confiar en ella en mucho tiempo. Ella me hizo mucho daño y me abandonó en el momento que más la necesitaba. Habíamos arreglado nuestras diferencias, pero nada había vuelto a ser lo mismo.

Pensé en escribirle a Gabriel, al menos estoy segura que él me respondería al instante. Y podía imaginar su sonrisa tras el teléfono y el tono divertido de su voz como la primera vez que hablo conmigo. Era tan estúpido que aún no me hubiese acostado con ellos y no podía dejar de pensar en eso. Sin quererlo realmente apreté el botón de llamar e inmediatamente me maldije a mi misma, pero el colgar solo demostraría soy una cobarde. Lo cual si soy, pero no quería que Gabriel pensara eso.

—Bueno ¿Quién es? —escuché la voz de Gabriel y no pude evitar la forma tan rápida en que latió mi corazón.

—Soy yo —respondí tímidamente y casi me golpeó ¿podía ser más patética?

—¿Abby? —preguntó sonando un tanto sorprendido. —No esperaba escuchar de ti tan pronto —ahí estaba de nuevo, ese tono divertido que estaba comenzando a extrañar.

—Lo sé, tampoco había planeado llamarte —confesé maldiciéndome por actuar tan impulsivamente.

— ¿Y entonces a que debo esta sorpresa? ¿Ya lo pensaste? Dime que tu respuesta es sí —no pude evitar sonreír tras el tono tan esperanzado en su voz.

— ¡No! Bueno...aún no lo decido, pero he estado pensando mucho acerca de todo lo que me dijiste y necesitaba hacerte unas preguntas —improvisé. La verdad es que no sabía porque le había llamado tan de repente pero también era cierto que tenía duda de algunas cosas.

— Es lindo que lo pienses tanto pero no hay mucha ciencia detrás de ello —comentó casi con dolor. Como si el hecho de que no le dijese que si inmediatamente le doliera físicamente.

—Es acerca de lo que le dijiste, que le gusto a tu hermano.

—¿Recuerdas que te dije que no lo mencionaras? —comentó entre dientes, casi como si Antonio estuviese ahí a su lado. Lo cual considerando que vivían en el mismo departamento era altamente posible.

—Solamente me confunde el hecho de que digas que le gusto y me propongas un trio. ¿No es más lógico que salga con él directamente en lugar de acostarme con los dos? —y esta en mi opinión era una pregunta muy válida. Aún no podía creer realmente que yo le gustase a Antonio, tal vez era una especie de broma o un gancho para que aceptara acostarme con ellos. Un plan elaborado por parte de ambos para llevarme a su cama.

¿Puedes guardar un secreto? (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora