CAPÍTULO 15

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Otra vez me despierto aquí como por arte de magia. ¿Cuánto tiempo llevaré sin pisar mi casa? 1, 2, 3 meses... No lo sé, he perdido la cuenta y la esperanza, creo que me estoy volviendo loca. Me dispuse a ir al baño cuando sentí todo el cuerpo dolorido, ya no me acordaba de la paliza que ayer me había metido ese cabrón.

En la casa no se escuchaba nada. Olvidándome de mis fuertes ganas de mear, empecé a buscar algún sitio por donde salir. La cabeza me daba vueltas y, mientras bajaba las escaleras, me caí dándome un fuerte golpe en el cráneo que me obligó a quedarme ahí tendida un largo tiempo. Estaba aturdida y no había tenido el reflejo de protegerme con mis manos. Cuando ya llevaba un buen rato tirada, escuché como se abría la puerta, era Roberto. Disimulé que no le oía, hasta que me empezó a sacudir y fingí que no sabía en dónde me encontraba, que no tenía ni idea de quién era. Le rogaba que me llevase al hospital, supuestamente no entendía porqué me dolía tanto la cabeza.

Se le veía nervioso y de un momento a otro me cogió en brazos, transportándome de nuevo a la cama.

-No te muevas de la cam...

-¡¿Es que quieres acabar conmigo?! -grité sin permitirle acabar la frase-¡¡¡Me acabo de despertar ahí tirada, siento como mi cuerpo está destrozado y tú ni siquiera permites que un profesional me inspeccione!!!

-¡Cállate! ¡Iba a por medicamentos, no me hagas pensármelo dos veces! -dijo dando un portazo.

Me levanté y fui tras él notando como mi cuerpo se iba desvaneciendo, durante estos días no había comido gran cosa y me sentía débil. Desde que me había dormido después de comer me daba miedo volver a probar esa comida.

Mi visulizacion de Roberto se fué dificultando hasta perder la vista por completo y volver a caer redonda en el suelo.

La cabeza no dejaba de darme vueltas. No paraban de aparecérseme imágenes en las que Roberto me hacía daño, hasta que perdí el control de la situación.

Entonces fue como si viese una luz al final del túnel. Yo corría hacia ella, pero esta se alejaba cada vez más. Me sentía cansada y sin fuerzas, pero pegué un gran salto mental y me sumergí en la luz.

Ahora estaba tranquila.

Cuando me desperté, lo primero que vi fue aquella habitación en la que me había despertado por primera vez en esta casa, entonces recordé la fiesta... Estaba confusa, me dolía la cabeza y no me acordaba de nada.
Maldita fiesta, ¿para qué habría bebido tanto? No me acordaba ni de con quién había acabado aquí.

Iba a incorporarme cuando sentí aquellos punzantes dolores por todo el cuerpo.

Me acordé de Hugo, de la paliza que le metiera aquel insensato. Ahí recobré el sentido de mi amarga realidad.

Intenté volver a dormir fallidamente. Mi corazón iba a mil por hora acorde con el jadeo de mis pulmones, por lo que decidí relajarme. Empecé a controlar mi respiración hasta lograr calmar mi cuerpo.

Sentía mucha hambre y me acerqué a esa mugrienta cocina, poco me encontré más que la grasa de las paredes. En la mesa había una baguette ya revenida que acabó entera en mi estómago.

Cuando terminé de tragar la última miga de pan, entró ese ser acompañado de Hugo. Me puse muy feliz al verlo, tan solo llevábamos un par de horas sin ojearnos que aparentaban días. Al contrario de su padre, me parecía una buena persona.

Con la presencia de Hugo en la casa me sentía menos sola. Desde que él había venido, los días eran más llevaderos.
Estar retenida en un sitio tú sola sin poder hacer nada de lo que te gusta, ni ver a tu familia, ni amigos ya es agotador y extremadamente doloroso, pero si aún por encima le añadimos que un ser te maneje a su gusto y antojo sin poder defenderte, ni hacer nada por cambiarlo... Eso ya es insoportable.

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⏰ Última actualización: Apr 08, 2017 ⏰

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