Tú y yo sintiendo el calor, el sudor resbala por mi columna, gota a gota entre gemidos armoniosos y desventuras salvajes, suavidad y brutalidad unidas en un acto desigual.
Tú y yo en pecado, unidos solamente por deseo, mirando a través de ese cristal del doceavo piso la ciudad, nuestras mentes pensando en el acto cometido, simplemente utilizandonos para olvidar nuestros problemas, nuestras ropas repartidas por las cerámicas y nuestra piel unida y húmeda. Movimientos rápidos y lentos, rítmicos para no perder el momento, un clímax salvaje sobre aquel pulcro escritorio, imaginando nuestras vidas por la mañana, tocándonos en lo bendito y bebiendo de lo prohibido, lujuria, sexo y pasión, receta perfecta para un desastre mayor, tu mujer esperándote en casa y yo esperando por jamás volver a la mía.
Sin dudar y sin pensar, sabiendo perfectamente lo que está mal.
Mi conciencia desapareció desde el primer instante, desde qué decidí mirarte, desde que recibí tu primer mensaje, mis piernas se movieron temblorosas ese día, ansiosa y nerviosa por esperar la hora del encuentro.
La ducha estaba más fría de lo habitual, sabía que lo que haría estaba mal, solo lo hacía para escapar de mi realidad, mi piel se sentía suave a pesar de todo y el aceite corporal tenía un aroma más dulce de lo que creía recodar, mis dedos resbalaron por mis cabellos alisandolos y peinandolos, todo era diferente, yo era diferente, iría a lo que nunca fui y viviría lo que nunca esperé vivir, un encuentro de una noche con un hombre prohibido, sabiendo todo lo que el encuentro podría arruinar, no para mi si no más bien para él.
Pero dime ¿Qué pensarías tu? No era yo la que le debía lealtad a esa mujer.
Mis ropas calzaron perfectamente con mi cuerpo ese día, como antes por lo general no hacían, me sentía extraña y nerviosa, miedo dirían algunos que era. El maquillaje era el de siempre y aún así me sentía diferente, mis ropas eran las mismas, pero nada era lo habitual ¿Quien en su sano juicio se arrojaría a las fauces del lobo sin temblar?
Mis piernas se movieron armoniosas al compás de la música que mis audífonos llevaban, me acerque al bar de mi comedor y sin pensar abrí una botella de alcohol, no podía con los nervios esa noche, la acerqué a mis labios pintados carmesí y alzándola bebí, uno, dos, tres y cuatro y seguí.
Mis mejillas se tornaron coloradas y el calor me había cubierto dejando mi piel erizada al contrastar con el frió de la calle al salir.
Mi corazón se aceleraba y a mi destino ya llegaba.
Sus manos se apoyaron en mi cintura y a la muralla suavemente me acercó, sus manos se acunaron en mis pechos con suavidad y los estrujó, una ahí se quedó mientras que la otra bajó a mi pantalón.
Mi cuerpo tembló a su tacto y mis ropas desprendió, su aliento rozó mi cuello y todo se desvaneció, la pasión se liberó y aunque en ningún momento deje de temblar todo terminó en horas de sudor.
Sintiendo como mi timidez no me abandonó y sin poder reaccionar al hecho, apenas lograba hablar.
Lo más cruel del momento fue que no me sentía mal, nos despedimos sin besarnos, subí a mi transporte sin esperar repetición, no era importante para mí una noche de pasión.
Aquella noche dormí bien, mejor de lo que creí que lograría sentirme sabiendo que había arruinado la armonía de una mujer que nada tenía que ver con mis problemas ¿Pero como podría sentirme mal por ella? ¿Como cuando lo único que tenía en mente era olvidar lo mío? Olvidar aquel nombre y apellido, olvidar que fui de otras manos y de otros labios hasta que decidí dormir con un hombre comprometido.
Lo siento pero no lo siento, no será la primera vez que sentirás la traición, ya lo he vivido y se qué pasará.
Esa noche dormí en paz, sin esperar nada más, hasta que terminé por encontrarme nuevamente con los brazos ajenos, apretándome contra su pecho y respirando de sus labios... Solo fue y seguirá siendo algo más trivial, mensajes sucios sin parar, travesuras sin valor, algo que empieza y termina sin dolor, solo un momento fricción no permitido, algo de sexo sin compromiso.
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Erotic Moment
PoetryRelatos de momentos censurados que se desprenden de aquel tabú para contar cada pequeño detalle de agonía, tristeza y sensualidad. El Erotismo jamás fue tan poético como lo es ahora.