Capítulo 1

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Camila despertó sola en la cama y se quejó un poco viendo alrededor de la habitación buscando a su prometido.  Adam había salido de la habitación luego de asegurarse que las cortinas estaban bien cerradas para que la claridad no le molestara a ella, se  dio un baño y fue a preparar el desayuno para ambos. Camila sabía qué había hecho, porque lo hacía siempre que pasaban la noche juntos.

Adam la consentía demasiado y todo el tiempo. Era atento en cada cosa, no se le escapaba nada y digamos que se la pasaba haciendo todo para ver a Camila conforme. Aunque no era tan difícil, la morena no era una pareja que necesitaba que estén atendiéndola todo el tiempo, sin embargo tenía a su lado a un hombre demasiado agradable en todo sentido y ni siquiera debía pedirle algo porque él se lo daba todo.

Después de darse una ducha y secarse un poco el pelo, salió de la habitación vistiendo una remera ancha que pertenecía al moreno y unos pantalones demasiado cortos que usaba en la casa. Solía dejar su ropa en el departamento de Camila, así que siempre tenía una de esas para andar por la casa. Eran cómodas y olían a él.

Aquella mañana, Camila no despertó de muy buen humor. Había estado hasta altas horas de la noche sufriendo un dolor de ovarios terrible que no la dejaba ni estar quieta un segundo. Que bueno que tenía a Adam con ella aquella noche, su pareja la había abrazado y le había dado caricias en el vientre suavemente y haciendo cierta presión calmando un poco aquel dolor. No lo suficiente, pero bastó para que Camila se durmiera entre sus brazos y no volviera a despertar hasta esa mañana.

Camila no podía quejarse de nada sobre él, era perfecto, era todo un caballero y compañero. Siempre estaba con ella en el momento que sea, era capaz de dejar o pasar reuniones importantes si su chica lo necesitaba y no le importaba perder negocios o lo que sea. No mentía cuando decía que la consentía demasiado.

El olor a café y tostadas recién hechas llenó sus fosas nasales y respiró aquel olor que amaba en las mañanas. Entró en la cocina y lo vio de espaldas sirviendo café en dos tazas. Ya estaba vestido con su traje gris impecable, la camisa de ese día era de color rosa pastel y su cabello estaba húmedo aún por la ducha.

Se giró para verla sobre su hombro y le sonrió de inmediato. Camila suspiró pasando una mano por su pelo antes de acercarse al moreno y abrazarlo por la cintura. Recibió un beso en la mejilla y se alejó para mirarlo.
 
—Buenos días.—La risa de Adam era lo más lindo que solía escuchar. Era divertida y adorable.—¿Cómo estás? ¿Se te pasó un poco el dolor?—Camila se encogió de hombros le dio un beso en los labios y fue a sentarse en una de las sillas altas que había alrededor de la isla de mármol en medio de su cocina.

—Estoy de mal humor.—Dijo suspirando.—Odio estar así. Hace mucho no me pasaba.—El moreno dejó una taza de café frente a ella y un plato con tostadas con mermelada.—Gracias.

Adam se sentó en una de las sillas frente a Camila y bebió un tragó de café sin apartar la vista de su prometida. Era hermosa y por las mañanas mucho más. Cuando estaba de mal humor, como ahora, sólo debía darle un par de besos y se le pasaba aunque se sentía nervioso con ella así. Sentía que cualquier cosa que haría podría molestarle y no quería eso.

—Me das miedo cuando estas de mal humor.—Admitió. Camila por fin se rió y se bajó de la silla para ir hasta él moviendo su taza por la mesa.

Se puso entre las piernas de Adam y siguió con su desayuno mientras el chico ahora la abrazaba con ambos brazos. Tenía una mano sobre el vientre de Camila moviendo su pulgar allí haciendo que Camila se girara para darle otro beso.

—No puedes tenerme miedo, a ti nunca te cae encima mi mal humor.—El chico se rió.—Ya se me va a pasar.

—Espero.—Bebió un poco más de café.—Porque tienes una entrevista con esa chica.

—Es licenciada en economía, no recuerdo su nombre, pero confío en tu hermano y por eso voy a darle el puesto.—Adam asintió.—Además necesitamos a alguien que me ayude porque no puedo con todo.—El moreno levantó las cejas viendo a Camila.

—No puedo creer que por fin lo aceptaste.—Camila rodó los ojos y tomó una tostada para luego llevársela a la boca.—Jason me dijo que es buena, que estuvo hablando con ella y que podemos confiar de verdad. Además, no creo que alguien intente meterse con la hija de los Cabello.

—No empieces.—Camila se limpió la boca con una servilleta y se giró entre los brazos de Adam.—Ya dejé de ser nena de papá hace mucho. Todo lo que tengo es gracias a mí.—Le acomodó la corbata y luego tiró de ésta para acercarse a los labios de su prometido.—Voy a vestirme.

—No de tardes mil años que en una hora tenemos que estar en tu oficina.—Le dijo mientras comenzaba a levantar las cosas que habían usado para luego lavarlas.

—No me mandes y si quiero llegar tarde, llego tarde porque yo soy la jefa.—Adam se rió desde la cocina.

Camila era una obsesionada con la puntualidad y el orden. Está claro que nunca iba a llegar tarde a algún lado.

Eso creía.

**

Cuarenta minutos más tarde la pareja estaba entrando al edificio que estaba junto al hotel principal donde Camila y algunos de sus empleados se ocupaban de la administración y otras cosas.

Ambos entraron recibiendo saludos formales por parte de sus empleados, más bien de Camila, pero Adam por ser su futuro esposo tenía cierta autoridad también.

Apenas hizo unos metros, Camila fue recibida por su eufórica amiga. Dinah Jane. La rubia era entrometida y muchas veces cara dura. Al ser la mejor amiga de Camila, tenía el privilegio y la suerte de poder ser ella misma, muchas veces se olvidaba del respeto y aunque a Camila durante el horario de trabajo le gustaba hacer lo personal a un lado por cuestiones profesionales, con Dinah era diferente. Agregando que no podía con ella y su buen humor de siempre.

—Buenos días, Camila.—Le dio un beso en la mejilla y tomó del brazo a su amiga, haciendo a un lado a Adam que la llevaba de la mano.—Buenos días, Señor Williams.—Fingió ser seria al dirigirse al moreno que ahora las seguía.

—Hola, Dinah. Buenos días.—Camila sonrió viendo hacia atrás, Adam iba sonriendo divertido.

El pobre ya estaba acostumbrado al trato y las bromas de Dinah.

—En veinte minutos tienes la reunión con la chica nueva, luego tienes que ir al hotel de al lado para hablar con el arquitecto que en media hora ya va a estar esperándote y el almuerzo tienes libre.

—No, tenemos un almuerzo de negocios.—Le corrigió Adam mientras se paraba detrás de Camila.

—Bueno, a eso no lo tenía anotado. ¿Acaso quieres sabotear mi trabajo, Williams?—Adam se rió rodando los ojos.

—Acabó de enterarme de eso también.—Le dijo Camila.—Voy a leer el currículum de ésta mujer antes de que llegue.

—¿No lo leíste?—Dinah frunció las cejas.

—No.—Camila suspiró.—No tuve tiempo y digamos que de todos modos está adentro por cuestiones de que necesitamos ayuda urgente con la administración y... Jason dijo que era de confianza.—Dinah asintió sonriendo al escuchar el nombre del hermano de Adam.

—Ya te puedes ir a pensar en lo hermoso que es mi hermano.—Adam le señaló la puerta con la mano y Dinah entre cerró los ojos viéndolo.

—No te pases de listo conmigo que luego vienes llorándole a ésta.—Camila soltó una risa.

—¿Podrían parar los dos y ponerse a trabajar?—Dijo sin dejar de sonreír mientras abría el informe sobre los estudios de aquella mujer.

—Voy por café para ambos y me quedo contigo en la entrevista antes de acompañarte.—Camila asintió y le dio un beso antes de verlo salir de su despacho.

Al abrir la carpeta con unas seis hojas, lo primero que vio fue la fotografía del currículum. Una chica que parecía demasiado joven para tener veinticinco años, piel blanca, casi pálida, ojos verdes que parecían intensos y sus labios estaban juntos formando una línea recta. Se veía alguien serio y era bonita.

¿Qué había pensado? Rodó los ojos y siguió leyendo sobre ella. Lauren Jauregui. Lincenciada en economía. Recibida con uno de los promedios más altos y había trabajado para la línea de hoteles Jauregui. ¿Acaso aquella gran empresa que había quebrado hace ya año y medio era de su familia?

Camila recordaba cuando se había enterado que su mayor competencia en la industria había quebrado. Aunque eso sonaba imposible y nunca había estado segura si una línea de hoteles en todo el mundo y siendo tan famosa y exitosa podía quebrar de la nada. Lo que le extrañaba también era que no se había vuelto a saber de los Jauregui por ninguna parte.

Hasta ahora, creía ella. Quizás Lauren no tenía nada que ver con esos Jauregui.

Se pasó el rato revisando todas aquellas hojas que le informaban sobre quien iba a la encargada de gran parte de la administración de sus hoteles junto a ella. Lauren era una mujer inteligente por lo que podía ver y la sorpresa que se llevó la dejó más confundía que antes.

Lauren había trabajado para esos Jauregui de los que hablaba antes. Quizás... solo quizás podría tener algo que ver con ellos.

La puerta se abrió después de dos golpes y Camila se acomodó mejor en la silla cuando Adam se asomó por la puerta. El moreno entró primero y abrió la puerta como tal caballero que era, dejando pasar a una mujer que vestía un traje formal femenino de color azul oscuro, su pelo suelto y esa mirada seria que había visto antes, sus labios estaban pintados de rojo y en cuanto sus ojos se cruzaron sintió que se ahogaba ahí adentro, toda su enorme oficina parecía pequeña.

—Adelante. Pasa y siéntate cómoda, Lauren.—Le sonrió amablemente y cerró la puerta detrás de él. Le sonrió a Camila y fue hasta estar detrás de ella como había estado antes.

—Permiso. Buenos días.—Camila tragó saliva cuando la escuchó hablar y solo pudo sonreír de lado.

¿Qué demonios le pasaba? Debía verse como una idiota.

Se aclaró la garganta y le dijo "Buenos días". Adam posó una mano sobre su hombro y le dio una sonrisa antes de centrarse en esa mujer que la ponía nerviosa como nunca nadie lo hizo.

—¿Quieres algo de beber?—Adam le ofreció.

Lauren negó sonriendo un poco.

—No, gracias. Estoy bien.

—Bueno.—Se encogió de hombros.

¿Ese hombre no se cansaba de ser tan sonriente? A Lauren le dolería la sonrisa si fuera él.

Camila respiró hondo luego de ver esa sonrisa y se regañó mentalmente. No entendía qué le pasaba. Aquello era estúpido. Patéticamente estúpido.

—Bien... Lauren. Estuve revisando todo lo que nos dejaste aquí, hable con Adam y Jason nos habló de ti. Creo que con tus archivos es suficiente y espero seas consiente del cargo que vas a tener.—Lauren tenía su mirada fija en ella. Camila, en cambio no, la miraba, bajaba la vista, fingía leer otra vez alguna parte del archivo académico de Lauren o simplemente miraba hacia otro lado.—Antes de que llegaras, solo yo estaba a cargo de la administración y como sabrás, más de cincuenta hoteles distribuidos en varios países es demasiado para mí y bueno algunas personas más que se encargan de los más chicos. Pero de todos modos es demasiado.

Lauren no quiso, pero dio media sonrisa mientras Camila hablaba.

—Llevo tres semanas encargándome de todo y no terminé por lo que hay mucho por hacer. ¿Te importa comenzar hoy?

—No.—La respuesta de la oji verde fue rápida.—Estoy bien con eso.—Asintió.

—Perfecto. Sé que sabes cómo y qué hacer.—Su corazón latía rápidamente al terminar de decir aquello. Sentía la sangre subir a sus mejillas, pero bajó el rostro y solo miró a Lauren por un segundo. ¿Es que acaso solo ella había mal pensado sus propias palabras? Mierda.—Luego podemos seguir hablando, cualquier duda puedes decirle a Dinah, Adam va a llevarte con ella o sino háblame por el teléfono.—Señaló el que estaba sobre su escritorio.—Gracias, Lauren.

—De nada, señorita Cabello.—Le volvió a sonreír sin quitar los ojos de los suyos y se levantó del asiento.

—Voy a llevarla con Dinah. Recuerda que tienes que ir aquí al lado antes de que nos vayamos.—Camila asintió aún abrumada por la mirada de Lauren sobre ella hace segundos atrás y esa sonrisa que claramente no era una sonrisa simple.—Amor, ¿estás bien?—Camila asintió sonriéndole, o eso intentó.

¿Es que Adam no la había visto sonreírle así? Dios. ¿Ya estaba loca? Apenas eran las diez y media.

Cuando estuvo sola soltó aire fuertemente y miró la puerta por donde acababa de salir Lauren Jauregui. ¿Qué demonios con esa mujer? Parecía que le había hecho algún tipo de hechizo cuando la miró a los ojos porque luego había sido difícil concentrarse en lo que quería decir y el tener esos ojos verdes observándola no lo había hecho más fácil. Por eso mismo terminó la reunión lo más rápido posible.

En uno de los pasillos Adam iba hablando con Lauren de la manera más agradable posible. Lauren no podía creer lo agradable y caballero que él era. Lo amable que había sido cada segundo con ella y como era con cada empleado que se cruzaba. Siempre había una sonrisa y un saludo respetuoso para todos.

—Debo dejarte con Dinah, es la mano derecha de Camila y ella va a ayudarte con lo que sea mientras no estemos. Ah y no te asustes si de repente te habla como si te conociera de toda la vida, ella es así.

—Te estaba escuchando.—Dinah apareció con una taza de café en la mano. Adam sonrió y miró a Lauren.

—Ella es Lauren Jauregui. Dinah, ya sabes que hacer.

—Claro que sí, campeón.—Dijo entrando a su pequeña oficina.—Sígueme, Lauren. ¿Puedo decirte Lauren?

—Ya me estas diciendo Lauren.—Dijo la oji verde.—Está bien.

—Debo irme. Cualquier cosa me llamas.

—Sí, sí, ve tranquilo que está en buenas manos.—Lauren sonrió divertida.—Y cuida de mi amiga porque te la corto.—Dijo seria.

En serio. Dinah era una desubicada cuando quería. Avergonzar personas era su especialidad.

—Dinah...—Adam las miró avergonzado.

Lauren frunció las cejas riéndose un poco cuando lo vio sonrojado y luego despedirse rápidamente.

—Es un tarado a veces.—Dinah le indicó a Lauren que se sentara.—No se aguanta nada.

Camila estaba recogiendo su bolso cuando Adam entró sonrojado a la oficina.

—¿Qué te pasó?—Lo miró extrañada y divertida.—¿Estás bien?—Adam asintió. Camila supo de inmediato qué había pasado.—¿Y ahora qué te hizo Dinah?

—Me dijo que me la iba a cortar y estábamos delante de Lauren. ¡Y ella se rió de mí!.—Dijo apenado, pero parecía exasperado.

Camila se rió acercándose a él y ahuecó una de sus mejillas con una mano para luego inclinarse a darle un beso en los labios.

—Nadie le va a hacer nada a tu amigo.—Le dio otro beso.—Vamos que no quiero hacer esperar al arquitecto.

—Dinah siempre me hace pasar vergüenza.—Murmuró mientras caminaba junto a Camila con una de sus manos sobre la espalda baja de la morena.

—Y tú siempre terminas sonrojado y yendo conmigo para que te haga sentir bien otra vez.—Camila lo miró sonriendo.

—¿Te estás burlando?—Abrió la puerta para que su prometida saliera antes.

—No, amor.—Se aguantó la risa.

**

Por ser el primer día, Dinah le había propuesto a Lauren estar en la misma oficina, pero al día siguiente Lauren podría ocupar la suya tranquilamente.

La rubia era divertida, carismática y no dejaba de hablar nunca. Parecía que se conocían hace mucho tiempo por la forma en la que hablaban fluidamente de cualquier cosa. Lauren se sentía contenta en su primer día de trabajo después de unos dos años sin hacer nada.

Era cierto que tenía mucho trabajo que hacer, pero era tan rápida con eso que había hecho más de lo que esperaba. Pero no luego de que por la tarde, Camila entrara a la oficina a pedirle unos papeles a Dinah.

Esa mujer le dio una pequeña sonrisa y luego ni siquiera la miró, pero ella no podía despegar la mirada de quien era su jefa. Y ni siquiera disimulaba.

¿Podía ser más hermosa esa morena? Sin querer sonrió más de una vez pensando en eso. Recodaba cuando miraba a Camila en su oficina y ésta se ponía nerviosa, a veces se trababa con las palabras y en un momento se sonrojó y no supo porqué.

Pero su burbuja se rompía cuando recordaba que Dinah le había dicho que estaba comprometida con Adam. Claro. ¿Cómo no? Ella era hermosa, era perfecta, era agradable y era lo que cualquier persona querría a su lado. Adam era todo un caballero, era tan agradable, educado, era hermoso también, no lo iba a negar, parecía el típico hombre perfecto y probablemente lo era para Camila. Hacían una pareja hermosa, pero eso no le impedía pensar que ella era demasiado preciosa y que su sonrisa era la más bonita que había visto en su vida, tampoco estaba mal pensar que su voz era tan dulce y podría escucharla hablar mil horas seguidas y nunca se cansaría. No estaba mal porque sólo eran pensamientos suyos. ¿No?

—¿Siempre sueles quedarte pensando en algo?—Dijo Dinah dejando caer un libro sobre su escritorio logrando que Lauren saliera de sus pensamientos Al asustarse.—Porque es la segunda vez que me quedo hablando sola.

—No.—Mintió. Solía perderse en sus pensamientos muy seguido. Su mente nunca la dejaba en paz.—Y lo siento. ¿Qué me decías?—Lauren la miró haciendo a un lado sus pensamientos.

—Bueno. Te decía que el sábado hacen una cena, luego una fiesta de bienvenida. Lo hacemos todos los años. Y tienes que ir.—Lauren frunció un poco las cejas dejando la computadora a un lado.

—¿Una fiesta? Pero no conozco a nadie además la señorita Cabello no me dijo que vaya, eso significa que no estoy...

—Eso significa que Camila se olvida de todo, que probablemente se le olvide decirte, así que te estoy invitando yo. Y si conoces a alguien, me conoces a mí o ¿Soy un palo aquí?—Lauren se rió negando.—Puedes llevar a alguien si quieres.

Lauren hizo una mueca negando. No tenía a nadie a quien llevar y tampoco lo quería.

—¿Qué debo ponerme?

—Ropa.—Lauren rodó los ojos.

—En serio, Dinah.—La rubia se rió.—Es formal me imagino. Quizás demasiado.

—No te hagas. Seguro que asististe a más fiestas de esas que cualquier persona.—Lauren la miró levantando las cejas.—Tus padres son millonarios, no me jodas.

La sonrisa de Lauren disminuyó demasiado, hasta parecía una mueca. Dinah se dio cuenta, pero Lauren habló antes de que tuviera que decir cosas que no quería.

—Ya sé que voy a ponerme. Tengo un vestido negro que nunca antes usé. Quizás sea un buen momento para darle uso.—Dinah asintió un poco confunida.—Zapatos negros, un poco de maquillaje, pero no tanto... el pelo suelto hacia un lado... ya estoy lista.—Dijo pensando en como se vería y sonrió orgullosa.

—Yo probablemente esté toda la semana para elegir qué ponerme y tú acabas de dejarte hecha una diosa en menos de cinco segundos.

—No soy tan vueltera. Es aburrido probarse mil prendas una y otra vez. Olvídalo.—Lauren se encogió de hombros.

—Ojala fuera tú.—Dijo Dinah volviendo la vista a su computadora.

—No. No quieres ser yo.—Respondió Lauren imitando la acción de la rubia y volviendo a su trabajo.

Al final del día, Lauren deseaba pronto estar en su departamento, en su cama leyendo un libro antes de dormir. Estaba agotada después de un día largo.

—Lauren, antes de irte pase por la oficina de Camila, por favor.—Le dijo Adam y Lauren asintió de inmediato.—Dinah, te llamo más tarde para terminar con lo de la fiesta. Por cierto, le dijiste a Lauren, ¿Verdad?

—Sí, ya le dije.—Dinah miró a la oji verde quien asintió de acuerdo.

—Espero verte ahí, Lauren.

—Voy a estar.—Le aseguró.

El hombre se fue dejándolas solas otra vez y en cuanto estuvieron saliendo de la oficina de Dinah. Lauren le pidió si podía acompañarla con Camila.

—Sí, de hecho me vuelvo a casa con ella.—Le comentó mientras caminaban juntas.

—¿No se vuelve con su... novio?

—No viven juntos y Adam tiene una reunión importante ahora y luego una cena de negocios.—Suspiró.

—Aah.—Se quedó pensando.

Si ella tuviera a Camila como novia no la dejaría ni un segundo, incluso haría lo que sea por pasar cada noche abrazada a ella.—Eres imbécil.—Dijo para ella misma regañándose por estar pensando esas cosas. ¿Qué le pasaba? Acababa de conocerla. Ni siquiera la conocía. ¡Y era su jefa! Y había algo mejor, o peor, quien sabe. ¡Iba a casarse!

—¿Qué dijiste?—Le preguntó Dinah y Lauren negó restándole importancia.

Dinah pasó sin golpear la puerta y una vez se encontraba con Adam abrazando a Camila de la cintura y basándola mientras que la morena estaba casi colgada de su cuello y pagada al cuerpo de su chico.

Dinah se aclaró la garganta exageradamente y la pareja se separó rápidamente. Camila miró furiosa a Dinah y bajó la mirada cuando vio a Lauren con la vista en el piso. Se sentía tan avergonzada.

—Dinah... ¿Qué te dije de...?

—A ver, antes de que me digas algo no es mi culpa, mandaste a llamar a Lauren y si sabías que iba a venir pronto, no debías ponerte a pasar saliva con tu querido novio. ¿Tengo razón o no tengo razón?—Camila suspiró pasando su mano por la frente y luego miró a Adam.

—Te veo mañana.—El chico asintió.—Conduce con cuidado y llámame.

—Sí, voy a llamarte.—Le acarició la mejilla y le dio un beso en la mejilla antes de salir de la oficina de Camila despidiéndose de las tres con un saludo.

—Dinah. Estoy harta de que hagas eso.—La rubia la miró fingiendo estar ofendida.—No estoy bromeando y deja de avergonzarlo y hacerle bromas si sabes cómo es.

La rubia bufó soltando una risa burlona.

—No se aguanta nada el llorón de tu novio. Hoy me porté bien.

—Igual. Dios. No puedes hacerle todas las cosas que le haces. Respétalo un poco. Hemos hablado de esto muchas veces.

—Y ya deberías saber que las cosas no van a cambiar porque él me robó a mi amiga.—Se cruzó de brazos como una niña pequeña y Camila suspiró fuertemente.—Atiende aquí a mi nueva amiga y nos vamos.

Luego de un rato, Camila recordó a Lauren y se avergonzó aún más. No podía ser que siendo la jefa pasara tanta vergüenza delante de su nueva empleada. Otra vez estaba sonrojada frente a ella y por todo.

Sin embargo, la oji verde se había sentido incómoda cuando los vio besarse, pero ya se le había pasado. Debía pasarle porque era completamente estúpido sentirse así solo porque su querida jefa de hace apenas un día le parecía bonita.

No se cansaba de ser una ridícula y estúpida todo el tiempo creyendo que alguien iba quererla como ella fantaseaba desde siempre. No iba a dejar de ser una imbécil nunca.

—Lauren... lo siento. Por todo esto.—Le dio una mirada de disculpas.—¿Qué tal el primer día?

—Perfecto. Fue divertido.—Camila levantó una ceja. ¿Se estaba burlando?

—¿Disculpa?

—Que estuvo bien, con Dinah no me aburrí y además adelanté muchísimo. Seguro mañana termino con todo y me quedo al día. Incluso puedo ayudarte a hacer el balance del mes.—Dijo con una pequeña sonrisa en sus labios.

Camila. Quería. Morirse. ¿¡Por qué le parecía adorable que le hablara de esa forma!? Maldita sea. Ahora estaba enojada con ella por ser una imbécil. ¿Qué le pasaba?  ¿Por qué esas cosas le estaban pasando a ella?

Lauren había resultado bastante eficiente. ¿Cómo es que había hecho tanto en un solo día cuando su antiguo ayudante se tomaba semanas y encima dejaba trabajo para más adelante terminando por amontonar todo? Era increíble. Camila estaba muy conforme.

¡Pero todavía Lauren tenía ese sonrisa!

—Deja de sonreír así, maldita de mierda.—Quería decirle.—Bien. Entonces mañana a las ocho en punto comienza tu horario de trabajo y sales a las seis. Lo del balance lo hablamos después. Aún quedan unos días para fin de mes.

—Claro. Como usted quiera.—Asintió. Camila por fin dejó "de buscar papeles" y la miró a los ojos.

—No me trates de usted, dime Camila.—Le dijo sonriendo y bajó la mirada rápidamente. Lauren sonrió y sin querer se mordió el labio.

—Bueno... Camila, nos vemos mañana.

—Que tengas buena noche, Lauren.

—Igual usted. Digo tú.—Habló rápidamente.—Adiós Dinah.

La rubia se despidió con una sonrisa y un gesto con su mano, al irse  Lauren, la sonrisa se le borró y se quedó pensando. ¿Había sido cosa suya o Lauren... la veía extraño? ¿Camila tenía vergüenza? Estaba viendo al suelo metida en sus pensamientos hasta que Camila la habló.

—¿Me invitas a cenar?—Tiró de su brazo comenzando a caminar hacia la salida.

Dinah seguía un poco tonta, pero logró hacer a un lado sus pensamientos.

—Bueno, pero pagas tú.

**

Lauren iba conduciendo despacio, Pressure de Paramore sonaba en volumen bajo y tenía la mirada seria puesta en el camino, apenas movía sus dedos al ritmo de la canción. Era tan fácil perderse en sus pensamientos. Normalmente le pasaba siempre. Se iba del mundo para entrar a otro en su mente donde se atormentaba.

Eso tenía que parar. Debía detenerlo y más ahora que había comenzado a trabajar otra vez, un trabajo que implicaba concentración, algo que no tenía, que no podía ni lograba conciliar por mucho tiempo. Debía porque no era saludable para ella misma, no la ayudaba y podría volver a caer en lo mismo.

Había vivido en un infierno por meses enteros.

Pensar en eso le aterraba porque no quería volver a esa la Lauren de hace un año atrás. No quería. Le había costado tanto salir adelante y no podía permitir que su mente le jugara en contra otra vez. Pero, ahí estaba, al final había pasado, estaba pasando por segunda vez en la semana y tenía miedo porque estaría sola. Quizás.

Por suerte había llegado a su departamento y disimuló bien su mal estar mientras subía por las escaleras, no tomó el ascensor porque era probable que el encierro terminara dejándola aún peor.

Parecía que lo que no quería recordar, que lo que no quería pensar, lo recordaba, lo pensaba y cuando se dio cuenta ya era tarde. ¿Se estaba volviendo loca? Porque parecía que los escuchaba, parecía que todavía sentía el dolor sobre su cuerpo y la sensación de desesperación por salir de aquel lugar para poder salvarse.

Estaba teniendo un ataque de nervios. Era tan molesto. Era tan injusto que después de un buen día lo terminara así. ¿Por qué tenía que pasarle esto? ¿Por qué no podía ser alguien normal?

Se sentó sobre el sillón de la sala y apoyó los codos en sus piernas dejando caer la cabeza entre sus manos con las cuales apretó sus sienes. Lo hacía con fuerza porque debía dejar de pensar, quería hacerlo y no podía.

Estaba harta de que esto le pasara en cualquier momento y de la nada. Pero no quería ayuda. No otra vez porque podrían mandarla a donde no quería. Porque estaba tan asustada que odiaba a cualquier persona que quisiera "ayudarla". La última vez terminó encerrada por meses y aunque se sentía mejor que antes, eso no había mejorado su vida.

Tomó su teléfono torpemente ya que sus manos temblaban y apenas veía por las lágrimas en sus ojos y llamó a la persona que había llamado en la mañana temprano.

Le molestaba hasta el "bip" que marcaba la espera de la llamada para ser atendida. Por suerte la otra persona saludó animada del otro lado de la línea y entonces Lauren lloró más fuerte porque no iba a estar sola.

—Hey, Lauren.—Su amiga estaba sonriendo del otro lado. Eso, de alguna forma, la tranquilizó un poco. ¿Era eso posible? Por supuesto que sí, esa mujer le hacía bien a su vida.

—Yo... eh... ¿Puedes venir?—Su voz sonaba rota y la garganta se le secaba.—Por favor. Me está pasando otra vez.

—Estoy yendo. Quédate en la línea.—Había sonado seria y se podía escuchar como se movía rápidamente.

—Sí.—Dijo en voz baja.

Sus manos estaban apretadas en un puño. Sus ojos se cerraban con fuerza intentando dejar de pensar en cosas que le hacían daño, pero siempre pasaba, su mente la atormentaba.

—Lauren. Háblame.—Lauren miró a su alrededor. Le faltaba el aire, pero si se levantaba probablemente sus piernas le fallarían.—Háblame, dime, ¿Cómo te fue hoy?

—Bien.—Tragó saliva.—Yo... yo hice una amiga, creo.

—¿Qué tal el jefe nuevo?

—Es... es una mujer.—La imagen de Camila se vino a su mente.—Ella es hermosa, Normani. Pero está por casarse.

La morena sabía cómo calmar a Lauren. Sabía como tratarla y qué decirle. Por eso siempre era a la primera en llamar cuando se sentía mal, pero había dejado ir muy lejos esta vez y ahora se sentía horrible.

Lauren no quería eso. No quería estar así.

Se sintió tan en paz cuando estuvo entre los brazos de su amiga que le hablaba y hacía lo que ya sabía que calmaba a Lauren de esos ataques de nervios y ansiedad, donde sufría esos momentos en los que su mente la jodía tanto hasta llegar al punto donde Lauren terminaba rompiendo cosas y gritando desesperada por callar la voz dentro de su cabeza.

Normani Kordei había estado a su lado desde hace cinco años y no la había dejado sola nunca, ni siquiera cuando Lauren había pasado por un momento crítico, ni siquiera en esos donde la mayoría de las veces se ponía violenta y desesperada. Normani era la única persona que lograba calmar a Lauren solo con palabras mientras la abrazaba contra ella.

La seguridad que le daba la morena no se la daba nadie.

Aún.

Safe Haven ; CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora