Capítulo 8

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Lauren se despertó confundida al estar sola, llamó a Camila dos veces y al no tener respuesta decidió levantarse para encontrarse sola en su departamento.

Estaba sola.

Por supuesto que no se sintió bien, no, no fue nada agradable porque no tenía idea de qué había pasado, qué había salido mal, no sabía la razón por la que Camila se había ido sin decir algo. No entendía. Si la noche anterior había sentido que los besos no eran besos como los que se daban siempre, eran diferentes, eran tan lentos y cariñosos, le habían hecho sentir muchas cosas mientras hacía suya a la mujer que era la causa de la tristeza  aquella mañana.

Pero no debía sentirse así, porque eran eso, eran solo cosa de un rato. Camila no tenía el derecho de quedarse a pasar la noche si no quería, no tenía porqué darle explicaciones como si fuera alguien importante en su vida. Porque no lo era y nunca iba a serlo. Pero el problema era Lauren y el daño que alguna vez le hizo la última mujer en la que había confiado. No toleraba saber que Camila había hecho lo mismo, pero seguro en cuanto se quedó dormida agotada después de varias horas haciendo el amor. Haciendo el amor. Seguro ni así lo llamaba Camila y ella era la única estúpida pensándolo.

Seguro era la única de las dos que estaban pensando y recordando cada momento de la noche anterior, la forma en la que la había tocado, la forma en la que la había besado en cada parte de su cuerpo, como Camila gemía gracias a ella, las veces que jadeaba contra sus labios y le apretaba los hombros, la espalda y luego, la manera en la que la había dejado abrazarse a ella, de alguna forma se había aferrado, porque en ese momento no pensó en que Camila se iría, estaba pensando en lo bien que se sentía y en lo hermoso que era poder abrazarse a alguien después de haber estado juntos, que esa persona también te abrace y te acaricie hasta que te quedaras dormido. Eso era hermoso, pero nadie debía hacerlo si luego iban a romperle el corazón a la persona que, no directamente, pero lo habrían hecho, le habrían dado esperanza de algo. Nadie debía hacer eso con las personas.

Estaba harta de sufrir por todo. Estaba harta de que todo le afecte, que todo le haga daño constantemente. Quería ser alguien normal, quería tener una vida normal, quería dejar de sentir esa presión en el pecho todo el tiempo. Así que aunque se sintiera un poco humillada gracias a Camila, salió de su casa temprano por la mañana apenas se despertó y fue a dar vueltas por la ciudad. Así como le gustaba ver la gente mientras conducía, le gustaba caminar y observar a su alrededor.

Siempre se preguntaba cómo sería la vida de las personas que iban apuradas, de las que salían de alguna tienda, las que se encontraban con alguien en la calle o en algún bar. Lo único que le parecía correcto decir, era que seguro sus vidas no eran tan miserables como la suya.

Por suerte hacía frío y el día estaba nublado por lo que llevaba una campera abrigada, bufanda y el cabello suelto le cubría un poco el rostro por lo que nadie podía ver sus ojos tristes. Tampoco era como si a alguien le importaba lo que le pasaba o cómo se sentía, pero prefería que nadie la viera así.

Terminó almorzando en un lugar bastante lejos después de caminar por horas, se tomó su tiempo para comer, para beber, seguir observando a su alrededor y cuando creyó que había pasado demasiado tiempo en aquel lugar, decidió irse. Volvió caminando sin prisa, no tenía nada que hacer si Normani estaría ocupada. No había otra persona con la cual poder pasar un rato conversando. O quizás sí la había, pero no quería verla.

¿Al menos Camila tendría el coraje de verla a la cara? ¿Qué cosa diría para excusarse? No había otro motivo, no le importaba nada, para Camila eran solo eso, un rato y… ¿Y ahora sexo? Lo que sea.

Cuando estaba llegando a su departamento, sintió como unas pequeñas gotas caían en su rostro. Levantó la mirada al cielo y soltó un suspiro acordándose de que Camila le había dicho que odiaba estar sola cuando llovía, y ahora estaría sola, quizás. Pero en realidad, Camila no iba a estar sola otra vez y lo supo cuando la vio bajarse del auto con jeans celestes ceñidos a sus piernas y una campera abrigada que le llagaba hasta las rodillas. Se acercó caminando con las manos en los bolsillos del abrigo y cuando estuvo frente a Lauren se quedó muda por unos segundos. Ninguna dijo nada hasta que Camila suspiró rendida de esa batalla de miradas.

—Perdóname.—Murmuró.

—Lo que sea. Tengo cosas que hacer. Te veo luego.—Camila se quedó helada cuando Lauren se fue sin más, hasta que reaccionó y la detuvo al ir detrás de ella.

—Para. Quiero hablar contigo.—Le pidió tomándola de las manos y las juntó entre sus cuerpos por si alguien estaba viendo.—Sube al auto, vamos a un lugar y ahí podemos hablar tranquilas y pasar el rato.

—No. Tengo cosas que hacer.—Intentó soltarse de las manos de Camila, pero ésta no la soltó de ninguna manera y tomando desprevenida a Lauren, la tomó de la mejilla con una mano y la besó aprovechando para poder acercarse más.

—Por favor, sube al auto.—Murmuró contra su boca.—Está comenzando a llover.

Lauren cerró los ojos cuando Camila volvió a darle un beso suave y sin querer, otra vez estaba aceptando sufrir, porque todo se basaba en eso, todo iba a ser sufrimiento para ella aunque no quisiera. No ayudaba mucho ser una persona demasiado sensible y la situación en la que se había metido.

—No quiero ir a ningún lado. Tienes que volver a tu casa porque Adam debe estar volviendo, ¿no? Ocúpate de él, no pierdas tiempo conmigo.—Dio un paso hacía atrás deshaciendo cualquier tipo de contacto que tenían antes.
 
—Vamos, está comenzando a llover.—Intentó acercarse, pero Lauren se apartó.

—Bueno, deja que me moje y vete.—Al instante de decir aquello, se sonrojó violentamente porque no lo había mal pensado hasta que la mirada de Camila estaba fija en ella e inconscientemente levantó una ceja por algunos segundos.

—Escucha, no quiero volver a ningún lado, quiero que subas al auto y me dejes llevarte a un lugar. Te prometo que vamos a hablar de… de lo que pasó.—Se limpió las gotas que cayeron en su rostro y estiró la mano hacia Lauren.—No me importa nada, te lo estoy diciendo. Ven conmigo y escapemos por unas horas.—Se encogió de hombros casi sonriendo al ver que Lauren estaba cediendo.—Vamos, no creo que quieras mojarte aquí afuera.—Ésta vez soltó una risita nasal que hizo que Lauren curvara la comisura de sus labios.

Ignoró la mano de Camila y fue hasta el auto, abrió la puerta del lado del acompañante y se metió dentro justo a tiempo antes de que comenzara a llover. Camila rodeó el auto rápidamente y sin poder ocultar la sonrisa en su rostro, sonrió todo el tiempo mientras comenzaba a conducir y luego entraba a una carretera que, Lauren sabía, las llevaría fuera de la ciudad en unos minutos.

Durante el camino Lauren se mantuvo en silencio, parecía no querer decir nada, pero en realidad no sabía qué decir. Por eso Camila encendió la radio y al recordar que estaría con Lauren, entre más personas, pero ninguna les prestaría atención en ningún momento, sonrió como tonta viendo al frente. Lauren sintió como se removió en su lugar y observó detenidamente como Camila sonreía, lentamente se mordía el labio y luego lo soltaba dejándolo húmedo.

Se sonrojó desviando la mirada avergonzada y sonrojada al recordar cuando en la noche anterior la besaba mientras la embestía, luego cuando miraba los labios de Camila mientras se movía sobre ella y se centraba en sus gemidos y jadeos gracias a lo que ella hacía. Era increíble, esa mujer era perfecta sea como sea, en cualquier momento y no quería pensar demás, pero hasta sus gemidos la volvían loca. La forma en la que los soltaba, como muchas veces fijaba sus ojos marrones en los verdes mientras disfrutaba.

—Lauren.—Al escuchar su nombre se sonrojó aún más y se giró a Camila que tenía el ceño  levemente fruncido y una mano sobre su piernas.—¿Estás bien?

—Eh… Sí.—Asintió soltando una leve risa.

—Bueno.—Dijo no muy convencida.—Ya llegamos.

—¿Qué es esto?

—Es como un tipo de galería de exposiciones de pinturas, esculturas y cosas así de personas que solo lo hacen porque les gusta. Al final hay un lugar para comer y tenemos una vista increíble a la ciudad.—Sonrió.—Por si te preguntas cómo sé que te gustan estas cosas, vi en tu sala y en tu habitación que tenías pinturas por todas partes y una escultura en blanco de un cachorrito.—Se rió.

Lauren no sabía que Camila había prestado atención a esas cosas y además, que supiera que realmente le gustaban las pinturas y la esculturas. Eso… era un gesto bonito, ¿no?
 
Cuando llegaron, a Camila no le importó las personas que habían allí así que apenas Lauren bajó del auto le robó un beso, a pesar de estar lloviendo afuera, había bastante gente alrededor. Camila tenía la necesidad de hacer sentir bien a Lauren, quería de alguna forma recompensar lo de la noche anterior, quería hacerla reír, hablar de muchas cosas, quería  hacerle bien. Ella ya sabía que le hacía cierto bien a Lauren, lo había descubierto la noche anterior cuando Lauren se aferró a su cuerpo y se durmió gracias a las caricias que ella le daba, cuando le daba cariño a Lauren, se volvía completamente vulnerable y eso la asustaba demasiado porque tenía miedo de lastimarla realmente. Pero ya era demasiado tarde como para pensar en eso.

—¿Eso es vidrio?—Lauren estaba encantada viendo cada una de las obras que había en la larga y extensa galería.

—Sí. Es genial, ¿no crees?—La miró sonriendo por algunos segundos y luego se giró otra a vez a ver lo que alguna persona había hecho con trocitos de vidrios.

Ambas habían dejado sus abrigos en el vestuario y solo llevaban una remera y un suéter encima, por casualidad habían coincidido en eso y a Camila le hacía gracia porque a Lauren el suyo le quedaba un poco grande, pero se veía hermosa igual. La manera en la que su cabello caía por sus hombros, como fruncía el ceño al estar concentrada viendo algo y la sonrisa que se dibujaba en sus labios al descubrir algo nuevo o interesante. Inconscientemente llevó su mano para tomar la de Lauren, quien se sorprendió un poco y la miró mientras Camila tomaba su mano lentamente y las dejaba entre sus cuerpos. ¿Por qué su corazón latía rápidamente? No podía ser solamente porque acababa de hacer algo que no debía. Porque no, no debía hacer esas cosas con Lauren. Ni siquiera debería estar pasando tiempo con ella cuando en unas horas su prometido llegaría y ella no iba a estar, no iba a estar porque tenía cosas que hacer y hablar con Lauren. Definitivamente estaba comenzando a sentir que todo lo demás le importaba poco.

—¿Te gusta pintar?—Le preguntó mientras caminaban hacia la siguiente obra. Lauren movió su pulgar algunas veces dejando caricias en la mano de Camila.

—No lo hago seguido, pero sí, me gusta pintar. Normalmente me sale hacer algo cuando… cuando no estoy bien. Ya sabes, en malos momentos es mi manera de desahogarme.—Dijo con un poco de vergüenza.

—¿Cuál de todas las que están en tu departamento hiciste tú?—Camila no despegaba la mirada de Lauren, mientras que la oji verde miraba las pinturas y también a Camila de a ratos.—Había tres en tu sala y dos en tu habitación.

—Nunca pensé que te fijarías en eso.—Dijo sinceramente.—Las dos de mi habitación son las que logré sacar antes de…—Su voz se fue apagando y Camila notó que algo iba mal. Iba a hablar, pero Lauren siguió como si nada hubiese pasado.—Son las únicas que me traje de Miami y las que… sobrevivieron al tiempo, digamos.—Sonrió levemente.

—Son increíbles. Me encantan.—Admitió.

—Gracias. ¿Y tú?

—¿Yo qué?

—Que si pintas o qué haces.

—Aaaah. Bueno, la verdad es que no se nada de pinturas, ni esculturas, no se nada de nada, pero una vez vine aquí con mi abuelo y pensé que te gustaría.—Dijo sin vergüenza haciendo reír a Lauren. Así que había ido allí solo por ella.—Por eso te estoy preguntando sobre todo porque soy ignorante en esto.

—¿Por qué no me sorprende?—Se burló.

—¿Que sea ignorante o que no sepa sobre arte?

—Que no sepas sobre arte y estas cosas. A ti te van más las fiestas y beber, ¿no? excepto los días de semana cuando te vuelves irritante en el trabajo a veces.—Camila fingió estar ofendida y Lauren soltó una risa que llamó la atención de algunas personas.

—Bueno, no, no me ofendo porque es verdad. Me gusta divertirme. ¿Qué está mal?—Lauren negó volviendo la vista a la escultura frente a ella.

—Eres muy alegre todo el tiempo.—Le dijo y Camila afirmó sus manos juntas.—Me gusta.

**

Durante la cena habían estado en una mesa apartada de las de más. No había tanta gente, pero había algunas. Es que el lugar era hermoso y al estar apartado de la ciudad y casi sobre una montaña quizás no muchos lo conocían, tampoco era muy famoso como para estar en boca de todos. Sin embargo, a Lauren le encantaba, estaba fascinada con todo lo del lugar y mucho más con la compañía de Camila.

La morena se la había pasado a su lado caminando en silencio y a veces hablando sobre alguna pintura que le gustaba, le preguntaba a Lauren sobre lo que sea que pudiera mantener una conversación entre ellas. Prácticamente ambas habían olvidado lo de la noche anterior, pero Camila más que nada sabía que le debía una explicación y no sabía qué decir aunque haya estado toda la mañana pensando en lo que había hecho y porqué. Tampoco ayudaba el hecho de que estaba disfrutando mucho ese momento con Lauren y no quería arruinarlo, se sentía bien.

No se daban cuenta de cómo estaban actuando, de la manera en la que se tomaban de la mano mientras caminaban, mientras comían y ahora cuando estaban simplemente conversando mientras comían postre del mismo plato, sus manos todavía estaban juntas sobre el regazó de Camila y mayormente Lauren era quien la besaba varias veces sin problema ya que las mesas estaban separadas con unas pequeñas placas que funcionaban como pared.

—Nunca vi una galería de arte con un lugar para comer y un gran balcón con vista a la ciudad. Esto es genial, en serio.—Camila sonrió.

—Seguro sería más divertido sin mí preguntando tanto, ¿verdad?—Soltó una risa divertida.

—No. Me gusta que me preguntes y que eso nos mantenga en una conversación.—Le limpió la comisura de los labios con su pulgar cuando Camila se manchó al comer postre.—Nunca hablamos tanto tiempo, anoche y hoy fue diferente y me gusta.—Dijo avergonzada bajando la mirada a sus manos enlazadas.

—Sí. Fue diferente en todo sentido.—Dijo fijando su mirada en Lauren.—Gracias por invitarme y hacer que pasemos una noche hermosa. No me lo esperaba y tenía miedo, pero lo disfruté.

Lauren levantó la mirada para encontrarse con los ojos marrones de Camila y dudó si preguntar o no, pero las palabras salieron solas.

—¿Por qué te fuiste de esa manera?

Camila acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja y posó ambas manos sobre la de Lauren. No sabía si debía ser sincera o debía mentir, no sabía si estaba bien decirlo o nos tampoco quería ver caer el rostro de Lauren si decía algo que la lastimaba, lo que era obvio que pasaría.

—Es que… Mira, Lauren, eres hermosa, me encantas de verdad y la forma en la que te portas conmigo, como eres y siento que cada cosa que hago, te lastima y no quiero hacerlo. No quiero hacerte daño porque odio verte mal y más si es por mi culpa. Pero… pero tampoco puedo alejarme de ti. Ya sé que es muy pronto, pero gusta pasar tiempo contigo, escucharte hablar y… eso.

—No entiendo.—Negó soltando un suspiro.

—Mientras dormías, te miré y me… yo tuve miedo porque sentí cosas que no debo. Se supone que esto, nosotras, no debería significar nada, pero no puedo siquiera decir que debemos parar.—Estaba siendo cruel, sí, pero no había otra manera de decirlo.—No quiero que hagamos cosas que puedan lograr que sintamos algo más tarde.

—Claro.—Lauren comenzó a morderse el labio y en ningún momento miró a Camila, ni siquiera cuando sentía los ojos marrones observarla fijamente.—¿Podemos salir de aquí?—Su voz era apenas audible y Camila se sintió tan mal porque lo había hecho otra vez.

Lauren no era de esas personas que te iban a decir que sí, que al final cuando todo termine iba a seguir con su vida como si nada, sabía que con ella no podía jugar y tenía claro que había cometido un gran error al someterla a esto, aprovechando de que esa mujer era tan buena y se aferraba a lo primero que viera seguro, pero Camila no lo era.

Lauren siguió a Camila fuera del lugar hasta que salieron al balcón del que le había hablado antes, en lugar de barandas para dar seguridad, el lugar estaba rodeado de paredes de vidrio. Camila se dio vuelta justo cuando Lauren bajaba las manos luego de pasarlas por su rostro, secando sus ojos, lo sabía porque rápidamente se volvieron a aguar.

—Lauren...—Camila se acercó a ella otra vez.

—No. No. Estoy bien.—Negó intentando alejarse, pero falló cuando Camila acunó su mandíbula para acercarla a su rostro.—Tienes razón. No tengo que molestarme o algo. Solo somos esto, ¿no? Un rato y listo. Entiendo. No me prestes atención.

—Igual, lo siento, no debí irme así, fui una estúpida. Perdóname.—Se acercó más a Lauren y rozó sus labios sin despegar la mirada de los ojos verdes.—Voy a intentar hacer las cosas mejor. Odio verte así, perdóname.

—No importa.

—A mí sí me importa.

Camila la besó sin importar que había un par de personas afuera y cerca de ellas, Lauren la abrazó de la cintura y con solo dar un paso, hizo que ambas estuvieran de espaldas a todos. El beso no era como los de antes, Lauren la besaba como si estuviera enojada, la presionaba contra su cuerpo con fuerza y sus labios también tomaban los suyos con un poco de rudeza, pero sin perder el cuidado. Tenía que tomar todo de Camila, tenía que tomar cada parte de ella mientras pueda y aferrarse a ella, a lo que le hacía sentir antes de que todo termine y ambas debieran olvidar todo lo que pasó.

Después de aquel beso, Lauren no dijo nada, simplemente hizo que Camila se diera la vuelta y la abrazó por detrás dejando a la morena un poco confundida. Era Camila la que más hablaba, la que hacía comentarios e intentaba sacarle una sonrisa, pero los intentos de Lauren en ser agradable no estaban funcionando. No podía, no podía hacer de cuenta que no le dolía por más que eso quisiera.

—¿Quieres que nos vayamos?—Lauren bajó el rostro al ver que Camila se había girado para verla.

—Sí, tienes que volver a tu departamento porque Adam va a estar esperándote.—Por alguna razón que desconocía, a Camila le molestaba demasiado cuando Lauren mencionaba a Adam. ¿Lo hacía a propósito para recordarle que estaba siendo una perra de mierda con ambos?

—Eso no importa ahora, vamos a tu departamento y podemos repetir lo de anoche si quieres.—Se mordió el labio abrazándose del cuello de Lauren quien tragó saliva notoriamente ante la sugerencia de Camila.—¿O prefieres que me vaya?—Definitivamente esa mujer la volvía loca.

—No.—La respuesta de Lauren fue rápida lo que hizo que Camila sonriera ampliamente.—No creí que querrías repetir lo de anoche.

—Te dije que la pasé muy bien.—Le dio un beso en los labios.—Me hiciste sentir hermosa. Dios. Nunca me sentí así. Eres increíble.—Lauren estaba sonrojada, pero lo que Camila decía la hacía sentir segura.

—Tú ya eres hermosa.—La abrazó y se acercó a su oído.

—Mejor podemos ir a otro lado, tenemos casi media hora de viaje.—Dijo sintiendo la respiración de Lauren.

—¿Me estás diciendo de manera indirecta que vayamos al baño?—Camila se rió.—En mi departamento vamos a estar más tranquilas.

**

—Tengo que irme.—Camila acomodó el cabello de Lauren dejando su espalda desnuda a la vista. La oji verde asintió con los ojos cerrados.—Nos vemos mañana.

—Bueno.—Lauren sonrió cuando sintió los labios de Camila en su mejilla dejando pequeños besos.

Durante el camino habían vuelto a hablar de lo mismo que hablaron mientras terminaban de comer, Lauren estaba más tranquila y se había repetido que debía aprovechar todo de Camila. Y comenzó otra vez apenas entraron a su departamento, acorraló a la morena contra la puerta principal y mientras le sacaba la ropa iban entrando a la habitación que minutos después estaba invadida por gemidos.

—Mañana, para el almuerzo te espero en el bar de enfrente.—Lauren asintió.

—¿Qué pasa si estás de mal humor?

—No podría estar de mal humor después de éste fin de semana.—Dijo riéndose.

Era diferente ver a alguien vestirse porque se va, cuando te había avisado, cuando se iba, cuando te demostraba que no quería dejarte. Era diferente a cuando alguien se iba sin que le importes, cuando se iba una vez que te quedabas dormida, pensaba Lauren. Por una vez, aunque quisiera tener más tiempo para ella a Camila, se sentía bien y estaba tranquila. Sabía que las cosas después de aquella tarde iban a ser diferentes.

—Espero que puedas dormir.—Camila la golpeó en el brazo sabiendo a qué se refería. No debía hacerle gracia que bromeara con lo que estaban haciendo, pero no lo pudo evitar.

—Descansa.—Lauren no le dio tiempo a decir algo más porque la besó profundamente antes de dejarla ir.

Quizás, sólo quizás, las cosas estarían bien, al menos si se esforzaba más en disfrutar lo que Camila le daba, de disfrutarla a ella. Tenía que poder sin que nada le afectara porque de verdad estaba cansada de que todo le saliera mal y le afectara. Se merecía un poquito de felicidad y Camila le había prometido dársela.

Safe Haven ; CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora