C.3.

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3. TU JARDÍN CON ENANITOS

Nos separamos, y dirigí mi mirada a sus labios.

¡Levanta la mirada!

Lo hice, levanté la mirada. Y lo que me encontré fue, para mi sorpresa, a Vic a punto de salir de mi cuarto.

Pero, sería demasiado perfecto que él solo saliera. Ya que, sólo abrió la puerta (del todo) y se acercó otra vez a mí.

-¿Qué haces? –le pregunté con una ceja levantada.

-Sólo quiero que se hagan la idea de que algún día serás mía, y que ellos no podrán hacer absolutamente NADA para evitarlo.- dijo marcando el ‘nada’.

Otra vez estábamos casi rozando nuestros labios, pero nuestros ojos estaban posados en los del otro, observándolos de cerca y viendo su propio reflejo en ellos. Cómo si pudiéramos leernos la mente mutuamente.

-¿Y yo? ¿No podré hacer nada para evitarlo? –dije con voz seductora mientras mordía mi labio.

Espera, espera, espera… ¡¿QUÉ?! Me exclamé interiormente.

¿Yo? ¿Ligando? ¿Con Víctor Fuentes? ¿Con Vic Fuentes? ¿Con Vic? ¿Con el mismo Vic que me da náuseas? ¿Con él? ¿Pero…. ¡QUÉ COÑO!?

Seguramente era por su aliento que me entraba por la nariz el que me hacía decir tonterías…

Dejé mi cara pervertida y coqueta y volví a mi estado normal con Vic: la cara borde y antipática.

-¿Lo ves? Ya te dije que era irresistible…- dijo extendiendo una gigantesca sonrisa en su cara.

-¿Irresistible? ¿Por qué lo dices? ¿Por qué tú aliento después de desayunar huele a chocolate?- dije divertida.

-¿De verdad crees que huele a chocolate?- preguntó posando su mano izquierda en mi cadera.

-Si has comido nutella es normal que sepa a chocolate…- dije quitando su mano de mi cadera.

-Entonces… ¿por qué no lo vuelves a probar?- dijo él cogiendo con su mano derecha mi nuca y acercándome bruscamente a sus labios.

-Porqué tengo que ir a la Universidad.- dije separándome antes de que nos besáramos.

-¿Te llevo?- preguntó.

-No, puedo ir andando. Gracias.- le dije lo más fría que pude. Sabía perfectamente porqué quería llevarme, y él ya sabía que lo sabía.

-Vamos, ahora si fueras andando llegarías muy tarde.- dijo mostrándome su reloj.

Casi las ocho, sólo quedan diez minutos. Andando serían más o menos… ¿1 hora? Sí, definitivamente tarde. Ni corriendo llegaría a tiempo.

-Iré con transporte público.- mentí, sabía que estaba…

-Cerrado. El transporte público está cerrado. O si prefieres, por la mañana los días de lunes a viernes casi nunca están abiertos. Bonita mentira sirenita.- respondió moviendo sus llaves del coche en mi cara.

-De acuerdo iré contigo…- me rendí finalmente.

-¡¡Sí!!- gritó cómo un niño pequeño al cuál le daban la sorpresa de que irían a Disneyland.

-Pero… ¡corre!- dije cogiendo la carta para después correr escaleras abajo con mi mochila en un hombro colgando.

Vic me seguía detrás.

Mi estúpido hermanastro; fuentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora