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Al llegar preparo la cena, le doy de comer a “Silencio” y luego me puse a sacar cuentas. En ese momento recordé ese extraño sueño que tuve, me da escalofríos solo recor- darlo. Todavía no puedo entenderlo, no sé si me quiere decir algo pero, ¿qué? Solo sé que algo malo puede pasar.
De repente recibo un mensaje; pensé que era Adam, pero no; es Valentín. Ya no necesito de sus consejos, ahora tengo lo que necesito y estoy un poco ocupada; tal vez lo lea mañana. Nuevo día para ir a pagar mi deuda; llegué al banco y, gracias a Adam, ya me queda poco para salir del atraso. Siento un peso menos, que por los momentos es agradable.

Muchos días pasaron y todo sigue igual: yo trabajando y Adam en Grecia. A veces me aburre mi rutina, no pasa nada extraordinario. Después de un día de trabajo llego a mi habitación y me recuesto cuando comienza a sonar el teléfono; es Adam. La llamada fue breve, pero me dio una felicidad grandísima. Mañana regresa; estaré esperándolo en el aeropuerto, aunque él no lo sabe.
En ese momento escucho un mensaje, pero no quiero saber de nadie, solo de Adam y su regreso. Tanto tiempo he esperado ese día, y ese día es mañana; solo tengo que cerrar los ojos para descansar bien.

El día llegó. Me puse mi mejor vestido para recibir al amor de mi vida, desayuné un poco y estoy lista para irme. No saben cuántas son mis ansias de verlo, de abrazarlo y de muchas cosas.

Me encuentro en el aeropuerto a la 11:28 a.m. El vuelo de Adam salió a las 6:00 y estoy muy nerviosa; ya quiero que este acá. Es más de mediodía y el avión no ha venido, pero luego veo que uno está aterrizando; mi corazón se paralizó, mi cuerpo se inmovilizó y mis ojos no miran más que la zona de desembarque. Un suspiro, un palpitar y lo veo bajar del avión; me puse de pie y lloré de felicidad. Corrí a su encuentro y me tomó en volandas con un fuerte abrazo. Se le llenaron los ojos de lágrimas con la sorpresa. ¡Es el día más feliz de nuestras vidas! ¡El más maravilloso! Después de tanto tiempo, la espera valió la pena.

Tras el encuentro, fuimos a su apartamento; lo ayudé a desempacar y a ordenar sus cosas. Entre su ropa encontré un regalo, y otro y otro y otro. Adam solo me miraba con una sonrisa pícara, y me mató la curiosidad.
Nancy: ¿Qué son estos…?
Adam: Son tuyos mi amor.
Nancy: ¿Por qué? Acabo de sacarte dinero.
Adam: Mi Afrodita, solo ábrelos y no te preocupes por nada.
¡Claro que los abrí! Eran de varios tamaños, lo cual me intrigó un poco; Adam me pidió que primero abriera el grande y, cuando lo abrí, era un cuadro enmarcado con una foto de los dos en Grecia. ¡Es de lo más hermoso! Nadie ha hecho esto por mí. Luego me pidió que abriera el siguiente: era un cuaderno parecido a una agenda, solo que con páginas blancas; admito que es un regalo muy extraño, y Adam solo reía al ver mi expresión. Abrí el regalo más pequeño, que contenía unas llaves con unos papeles doblados; ¿y eso para que será? Al leerlos vi que es la escritura de una casa a mi nombre y ubicada fuera de la ciudad ¡No podía creerlo! ¿Realmente Adam hizo todo esto? Es demasiado para mí. Luego me pidió que lo acompañara abajo a ver el carro ¡Sí! ¡También un carro! ¡Es hermoso! Nos subimos y fuimos a dar una vuelta.

Al caer la noche, fuimos a un lugar especial que tenía una vista hermosa. En ese momento él me dio el último regalo; era tan pequeño, que no pude adivinar qué podría ser. Lo abrí y vi una notita que dice: “Revisa debajo de tu asiento, allí está tu regalo”. Miré a Adam confundida, y él solo reía. Revisé y encontré una cajita que contenía lo que nunca imaginé: ¡Un anillo! Él me dijo que saliera del auto y, con el paisaje como testigo, se arrodilló y me propuso matrimonio:
Adam: Nancy Balt, la chica que me impactó con la puerta la primera vez, quiero compartir el resto de mi vida contigo, quiero que seas mi esposa. Bueno, si tú quieres.
Nancy: Adam Tamer, admito que disfruté cuando te cerré la puerta porque creía que eras un vagabundo por tu vestimenta; pero estoy avergonzada porque nunca pensé que iba a amar tanto a este vagabundo y… ¡claro que quiero ser tu esposa!
Adam: ¡No sabes qué feliz me haces Nancy! Por cierto, me encantó ver tu cara cuando abrías los regalos.
Nancy: Y tú haces lo mismo conmigo. Así que disfrutabas de mis gestos ¿eh?
Adam: Claro que sí. Mira, cada regalo tiene su significado: el cuadro representa el amor que vivimos en Grecia y los momentos agradables que pasamos juntos; si observaste la parte de atrás del cuadro, dice “Un amor”. El cuaderno es para que algún día escribas todo acerca de nuestras vidas, lo malo y lo bueno que pasemos; si revisas atrás, está la frase que te dije por teléfono; el cuaderno representa “Dos corazones”. Por último, este anillo, aparte de que significa matrimonio y compromiso, lleva los tres sentimientos grabados: “Locura, Ternura y Paciencia”.
Estaba en lo cierto, el anillo tenía grabadas las palabras. Todo esto ha sido maravilloso. Me siento, mejor dicho, ¡soy la mujer más feliz del mundo y la futura esposa de este maravilloso hombre!

Tras una asombrosa celebración con una cena romántica, llegamos al apartamento de Adam para terminar de arreglar sus cosas. Luego, con unas copas de vino y música romántica, brindamos por nuestro amor para toda la vida. Bailamos un poco al ritmo de la música, era mágico ese momento; nos abrazamos, luego vinieron los besos y, tras haber compartido la pieza de baile, hicimos que se consumiera nuestro amor con la pasión de nuestros cuerpos ¡Sí! Es lo que piensan.

Despertar con la persona que amas en la misma cama no tiene precio; sentirte amado y amar a alguien es lo mejor que puede haber. Era un buen día tras haber pasado una noche estupenda, y antes de salir de la cama tuvimos una pequeña conversación.

Nancy: ¿Por qué a mí Adam? ¿Por qué me elegiste a mí?
Adam: Seré sincero, me gustó tu indiferencia y extraña personalidad.
Nancy: ¿Y extraña por qué?
Adam: Porque no le hablabas a nadie, solo a tus pacientes… y a “Silencio”, que es aún más extraño.
Nancy: ¡Yo no hablo con “Silencio”! Bueno, a veces, pero… está bien si hablo con él.
Adam: Eso me encantó de ti ¿y tú de mí?
Nancy: ¡Ehm! Bueno… lo más que me llamó la atención fue tu forma de vestir y demasiado, debo admitir. También tu coraje de hablarme, porque ningún chico lo había hecho.
Adam: ¡Oh, qué afortunado soy! Nancy: ¿Me amarás siempre? Adam: Por siempre y para siempre amor.


Una Carta a CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora