Estábamos felices por la noticia y Harold no dejaba de verme, lo cual me ponía nerviosa; brindamos por los futuros esposos, y no pude evitar acercarme a Harold.
Nancy: Qué felicidad para los futuros esposos ¿no?
Harold: ¡Sí! Nunca había visto tan feliz a Marvin.
Nancy: Ni yo a mi prima. Me alegra que haya encontrado su felicidad.
Harold: Y tú, ¿ya la encontraste?
Nancy: La verdad, mi felicidad está creciendo dentro de mí y será la única que tendré, ¿y tú?
Harold: Seguro que sí.
Nancy: ¿Puedo saber quién es? Harold: ¿Por qué?
Nancy: Curiosidad, pero si no quieres decirme, lo entenderé.
Harold: Me alegro que lo entiendas.Comencé a sentir diferente a Harold. ¿Será que lo lastimé con algo? Estaba muy frío, casi no sonreía. Sé que los hombres, al igual que las mujeres, tienen sus momentos de sensibilidad y fragilidad, durante los cuales no desean que nadie se les acerque. Creo que eso le está pasando a él, pero ¿por qué? Así que insistí.
Nancy: ¿Te sientes bien?
Harold: Sí, ¿por qué lo preguntas? Nancy: Noto algo diferente en ti, como si algo te molestara, o más bien alguien.
Harold: No te preocupes, estoy bien.
Nancy: ¿Sabes qué? No estás bien Harold, algo te pasa y sé que es conmigo… si soy yo, ya no te molestaré.
Harold: ¡Nancy!Subí a mi habitación enojada, desilusionada, ¡me dolió tanta indiferencia! ¿Qué le está pasando? No tenía que tratarme así, sea cual sea el motivo.
Chris se me acercó extrañada, al verme intranquila y llorando.Chris: ¿Te encuentras bien Nancy? ¿Por qué no te despediste? Harold iba muy mal.
Nancy: Harold estuvo muy distante conmigo; estábamos conversando bien, y de repente su humor cambió. Le pregunté qué le pasaba y me dijo que estaba bien.
Chris: Sí, yo lo vi alegre primero, y como decepcionado después. ¿De qué hablaban?
Nancy: Pues comenzamos hablando de la felicidad y el matrimonio de ustedes, y de que al fin encontraron lo que querían. Después me preguntó si yo ya lo había encontrado… y le dije que mi única felicidad era este bebé.¡Es la verdad! No quise lastimarlo, simplemente le dije lo que siento. Tú más que nadie sabes que Adam es lo más importante en mi vida y nadie más…
Chris: ¡Oh no Nancy! Déjame decirte que sí lo hiciste; ya te he dicho que tú le gustas a Harold, y creo que él se sintió mal con eso.
Nancy: ¡Sí, lo sé! Fue muy estúpido de mi parte pero no puedo mentir, no puedo fingir algo que no siento Chris. Lo lastimaría aún más y no quiero hacerlo.Chris: Tranquila prima, dime algo, ¿lo quieres?
Nancy: Chris yo…
Chris: ¡Solo responde!
Nancy: Duele admitirlo, pero ¡sí, lo quiero!
Chris: Lo sabía; si él te quiere pedirá perdón por su comportamiento y tu harás lo mismo.
Nancy: Pero no quiero que él piense que…
Chris: ¡Nancy Balt! ¡Basta! Algún día volverás a amar con locura tal como lo hiciste una vez, pero esta vez será muchísimo mejor, solo ten fe.
Nancy: Está bien, pero no es excusa para que él me tratara así.
Chris: En eso te entiendo, pero ahora tienes que descansar porque sufriste un melodrama y mi sobrino tiene que estar bien.
Nancy: Sí, lo haré y discúlpame por no despedirme de tu futuro esposo.
Chris: No te preocupes, descansa.A la mañana siguiente me levanté muy temprano para ir a mi consultorio y distraerme un poco, aunque desobe- deciera al doctor; pero lo necesito, ya que Valentín era el único que me escuchaba y me ayudaba con mis problemas.
Cuando me vio, Lucinda se sorprendió por el creci- miento del embarazo y también por mi llegada; le dije que estaría un rato, que si alguien me necesitaba lo hiciera pasar. Mientras, me puse a investigar sobre ese mártir en internet, y en efecto, aparecía la información que me dijo Chris. Era un sacerdote que casaba a los enamorados, en especial soldados, lo cual era prohibido en la época de Claudio; en ese momento entendí que Valentín quería que formara una familia, después de haber perdido una, al igual que Chris. ¡Por fin lo comprendí! Aún hace sus milagros.
Al revisar mis correos, vi un mensaje de un remitente desconocido, que decía:
Haz todo lo que tengas que hacer bruja, pero no me lo quitarás tan fácilmente. Crees que con tus consejitos harás que cambie de parecer, pero ¡te equivocas! Tengo mis propias armas. Si estás confundida o te haces la mosca muerta, ¡pobre de ti! Porque Harold no te ayudará.
¡Okay! ¡Eso es muy extraño! ¿Quién me mandaría algo así? ¿Por qué menciona a Harold? Miré la fecha de envío y era de la semana anterior; trataré de investigar quién lo envió y cómo consiguió mi correo. Le pregunté a Lucinda si alguien extraño había pedido mis datos personales en mi ausencia, y me dijo que una mujer vino a verme para conocerme.
Esto se vuelve aún más extraño, ¿una mujer? Debe ser alguna pretendiente de Harold pero, ¿por qué me amenaza? ¿Qué tengo que ver con él?Rápidamente salí del consultorio y me dirigí a la casa para contarle a Chris. Al llegar le conté lo sucedido; no me creyó nada, hasta que le enseñé el mensaje.
Chris: Pero necesitas más pruebas para llevárselas a la policía y denunciar por acoso y amenaza.
Nancy: ¿Como qué? Esto es lo único que tengo… espera… en mi oficina hay una cámara, tal vez pueda ver a la mujer.¡No lo había pensado! Mañana mismo me aseguraré de ver ese video. Por los momentos iré a descansar porque me siento un poco mal. Descuiden, no es por el bebé, sino que por toda la situación de Harold; me preocupa. Tengo que investigar dentro de mi corazón porque estoy sintiendo cosas por Harold como una vez las sentí por Adam.
¿Será que Chris tiene razón? Me estoy enamorando sin querer, o tal vez sea la necesidad de compañía ¡no sé qué me pasa! Mi corazón dice “inténtalo”, pero mis pensamientos me dicen “no te arriesgues”. Mi vida se ha tornado un poco confusa.
“Nancy, Nancy…”. Escucho voces diciendo mi nombre, me pongo de pie y sigo la voz. Quisiera levantar a Chris para que me acompañe, y de repente aparece Adam, diciéndome: “¡Nancy, no lo escuches! ¡Es una trampa!”. ¿Por qué me diría eso? Cuando escucho la voz de Chris pidiendo ayuda, rápidamente voy a su dormitorio y, al abrir la puerta, me ciega una luz y escucho a Adam gritar “¡Nancy, no!”.
Me desperté y mire a mi alrededor; estaba en un lugar con paredes blancas y mucha luz, no podía ver dónde me encontraba. No puedo saber qué hacía en ese lugar, solo sentía un dolor muy fuerte en la cabeza y, al tocarme el vientre, me desmayé.
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Una Carta a Cupido
RomansaLa historia que fortalecera tu fe en el amor, sembrara la esperanza en tu corazón y desaparecerá el miedo.