17❤

13 2 0
                                    

Ya transcurrió un mes y por fin sabré el sexo de mi bebé. Y adivinen quién me atendió en el hospital, ¡sí!, ¡Harold!, quien se ofreció a hacerme el ultrasonido. En la pantalla vi a esa pequeña criatura que crece dentro de mí y que se convertirá en un luchador de este mundo; Harold sonreía. Me pidió que observara bien la pantalla, y resulta que es un varón; bueno, él tuvo que decírmelo porque yo no logré distinguir nada. No me faltaron las lágrimas; mi hijo tendrá la imagen de su padre, él será el único recuerdo de Adam. Mientras me daba algunas indicaciones, Harold empezó a conversar.

Harold: ¿Te gustaron las flores?
Nancy: Sí, me encantaron, gracias. Pero, ¿por qué?
Harold: Porque eres mi ángel, gracias a ti me salvé de un pasado que me atormentaba.

Después de saber que sería un niño, no se me dificultaba buscarle un nombre: se llamaría Adam, igual que su padre. Esperaré con ansias la venida de mi hijo; mi pequeño no sabe lo que la vida le tiene preparado.

Cuando llegué a casa me encontré con la buena noticia de que Chris ya había arreglado mi computadora, pero la miré un poco asombrada.

Nancy: ¿Qué pasa Chris? ¿Por qué tienes esa cara?
Chris: ¿Desde cuándo mensajeas con Valentín?
Nancy: Pues no recuerdo muy bien, pero fue hace poco. ¿Por qué lo preguntas?
Chris: Porque él me ayudó con mi problema hace tiempo.
Nancy: ¿Y por qué te asombra? Chris: Valentín no existe, Nancy. Nancy: ¡Qué! ¡No puede ser! No puedo mensajear con un fantasma.
Chris: Te juro que es verdad. ¿Cómo logró llegar a ti?
Nancy: Pues llegó como un paciente pidiéndome ayuda para una amiga y… ¡Esa amiga soy yo! ¿Cómo no lo pude ver antes?
Chris: ¡Lo ves! Él fue mi terapeuta tras salir del hospital; fui a varias sesiones con él y, cuando me recuperé, intenté averiguar sobre él para poder recomendarlo en un futuro a alguien, pero no encontré nada. Solo me aparecía la historia de San Valentín, el mártir, y de ahí deduje todo.

Lo llamé para que me dijera la verdad de su existencia, y resulta que me contó la misma historia que sale en internet. Al principio no le creí, pero cuando me reuní con él hizo que mirara su garganta; tenía una fina línea roja, y resulta que San Valentín fue decapitado por haber desobedecido las órdenes del emperador, que había prohibido el matrimonio de los soldados sin su consentimiento.

Nancy: Pero no entiendo. ¿Cómo puede hacerse pasar por San Valentín? ¡Él está muerto!
Chris: No lo sé Nancy, todo esto es extraño.
Nancy: Lo que quiero saber es por qué ahora y por qué nosotras.

En ese momento Adam comenzó a moverse como si estuviera asustado, así que tuve que calmarme. ¿Cómo no pude investigarlo antes? Aunque fuera un fantasma, no logro descifrar su interés en Chris y en mí, habiendo tantas chicas; o a lo mejor a todos nos ayuda. No cabe duda de que esa noticia me dejó intrigada, pero por Adam tengo que descansar un poco.

Cada día que pasa Adam crece sano y fuerte, como lo era su padre. A veces pienso en todo el tiempo que he pasado sin el hombre que con un simple “hola” me enamoró.

Adam pronto nacerá y espero ese maravilloso momento… pero, como siempre, Chris con sus gritos corta la inspiración de mis pensamientos: “Mira lo que te mandó Harold”.

¡Un pastel de chocolate! En ese momento estaba alegre y sonrojada porque Harold es muy lindo conmigo, siempre está pendiente de nuestro bienestar. Chris dice que Harold está “enlunado”, que en español sería “enamorado”, por todo lo que hace por mí.

Chris: Vamos prima, admítelo, ¿no crees que es muy guapo ese monumento hecho carne?
Nancy: ¿Cuánto has bebido, eh? Chris: No evadas la pregunta, sé que te gusta.
Nancy: Mira Chris, seré sincera contigo. Sabes que no he podido olvidar a Adam, mucho menos dejar de amarlo; es imposible volver amar a alguien como lo hice con él. Sé que ya no está, pero lo que me interesa ahora es mi hijo, quiero cuidarlo así como… no pude hacerlo con Adam.
Chris: Lo entiendo bien prima, pero ya lo superarás y volverás amar.

No quiero que el destino me aleje de las personas que más quiero, tengo miedo del mañana.

El tiempo ha trascurrido y tengo alrededor de siete meses de embarazo; a veces se me duerme la espalda por la pesadez. Un día, mientras me ayudaba a levantarme, Chris me dijo que iban a venir a cenar Marvin y Harold. Lo primero que le dije al ponerme de pie fue:

¡Te voy a matar!
Chris: ¿Por qué? ¿Qué hice?
Nancy: ¿Desde cuándo sabías que iban a venir? No me lo digas, déjame adivinar… mmm ¿ayer no?
Chris: ¡Ehm! ¡No! Cómo crees prima… bueno… se me olvidó decirte anoche.
Nancy: ¡Vaya sorpresa! Y ahora, ¿qué me pondré?
Chris: Definitivamente ese embarazo no te sienta bien, pero lo de tu ropa tiene solución… ¡compras!
Nancy: ¿Contigo?
Chris: Claro, a mí también me vienen a ver, egoísta.

¡Esa es mi prima! No sé qué haría sin ella; a pesar de su forma rara de ser, así la quiero. ¡Ah! olvidaba decirles que ya todo quedó arreglado con mi deuda. Más bien estoy comprando cosas para que cuando Adam nazca, estemos por fin en nuestra casa.

Llegamos al centro comercial, y Chris no tuvo muchos problemas para escoger su vestuario; en cambio a mí no me gustaba nada de lo que veía. ¡Vaya desventaja! Por el embarazo, debía encontrar algo perfecto. Quiero impresionar a Harold como gratitud por lo que ha hecho por mí… hasta que ¡lo encontré! Un vestido hermoso de color azul cielo que combina con mis ojos; bueno, eso dice Chris, yo poco le creo. Después pasamos por el supermercado comprando lo de la cena. Mientras, Chris me atacó con su interrogatorio.

Chris: ¿Qué es lo que te gusta de Harold? No me mires así, solo es una pregunta.
Nancy: Pues es muy caballeroso, tierno, responsable, muy trabajador y muy atento… ¿Por qué me haces esa pregunta? ¿Acaso él te mandó a investigar algo?
Chris: No, para nada, solo quería asegurarme de algo.
Nancy: ¿De qué?

Esta mujer me deja con los pelos de punta cuando no me dice nada.

Chris: Me parece que te gusta Harold. ¡Ah, eso era! ¿Qué?
Nancy: ¿Qué rayos dices?
Chris: La verdad prima. Lo he notado cuando están juntos; además, Marvin me ha dicho que Harold habla mucho de ti.
Nancy: ¿En serio?... ¿y eso qué?
Chris: Sí prima, así que no me lo niegues.

Sentí un cosquilleo y sonreí al saber que le intereso a Harold ¡un momento! ¿Qué estoy diciendo? Eso me pasa por dejar que mi prima entre en mi mente.

Al llegar a la casa fui rápidamente a mi cuarto a prepararme; lo hacía con entusiasmo, como si fuera la primera cita. Sé que la vida me quiere dar otra oportunidad para amar, pero no podría soportarlo otra vez. Escuché que tocaban a la puerta y sentí que mis nervios se alborotaban. Bajé y lo vi guapo, todo un buen mozo. Se acercó a mí y me dijo: “Estás hermosa”. Me sonrojé, saludé a Marvin, y luego nos dirigimos a la mesa, dispuesta para la cena.

Después de pasar una velada hermosa, Marvin quería proponer algo que Chris, por primera vez, no sabía de qué se trataba. Y en ese momento vimos que Marvin se arrodilló ante Chris, sacó un anillo y le propuso matrimonio.

Hubieran visto la cara de sorpresa y felicidad de Chris, quien respondió que sí.

Una Carta a CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora