Capítulo 8.

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Han pasado los días y por lo que me dice Joshua, Christopher ha mejorado. Me alegro de ello y de que pasen más tiempo juntos. Éstos días la han pasado juntos casi todo el día y me he sentido excluida, lo digo porque por las mañanas Joshua pasa por mí y pasamos el tiempo juntos en la preparatoria, salimos y no nos volvemos a ver hasta el día siguiente. Eso me pone algo triste, pero él tiene que ser feliz con su chico y tengo que apoyarlo porque soy su amiga.

El día de hoy nos dejaron salir muy temprano, porque hay junta de profesores o no sé, solo puse atención en que salíamos temprano. Voy de camino a casa, en realidad ya estoy a unas cuantas calles. El día de hoy tengo ganas de dormir hasta despertar de nuevo mañana. Mi madre no está, así que tomo mis llaves y abro la puerta. Camino a la sala y la imagen que veo me deja sorprendida y con ganas de llorar. Mi madre besando a un señor. Al alejarse me mira, no se en qué momento comenzaron a caer las lágrimas; me mira y se sorprende, se aleja de él.

—¿Qué haces aquí tan temprano? — pregunta nerviosa.

—¿Qué hacías besando a ese señor?

—No quería que te enteraras así... No como nos viste... — mi madre comienza a llorar.

Si no hubiese visto lo que sucedió,  consolaría a mi madre, pero ahora mis sentimientos se han congelado sin dar lugar a la compasión.

—¿Por qué no me lo dijiste? — digo limpiando mis lágrimas que pican en mis mejillas.

—Porque tenía miedo a tu reacción, pero ahora veo que hubiese sido mejor decírtelo — suspira —. Hablemos en tu recámara por favor.

—No quiero hablar contigo. No con alguien que me mintió por no sé cuánto tiempo — mis lágrimas brotan hasta dejarme sin ver.

—Por favor Charlotte, hazlo por mí... Por tu padre — limpio mis lágrimas bruscamente.

—¿Ahora piensas en mi padre? ¿Ahora que tienes alguien más? Sabes, no quiero hablar contigo.

Salgo de la casa corriendo, pienso ir a casa de Joshua, pero sé que no está ahí. Así que voy a la preparatoria a buscar a la profesora Celia, ella me puede ayudar a razonar y no hacer una tontería que puede que me cueste la vida.

[...]

La escuela está desierta. Limpio mis lágrimas y voy en busca de la profesora, aún traigo la mochila en mis hombros. Entro a un aula en donde está el profesor Adam, doy pasos atrás para continuar con la búsqueda de la profesora Cecilia. El profesor me mira.

—¿Estás bien? — trato de decir que sí, pero se me hace un nudo en la garganta. Lo cual me hace llorar.

—Busco... — hipeo — a la profesora... — hipeo — Celia.

—Se marchó hace un momento... ¿Quieres contarme lo que sucede? — se acerca a mí.

Niego con la cabeza, me abraza y mis lágrimas comienzan a salir en mayor cantidad haciendo mojar su camisa. Siento un dolor en mi pecho, sé que es por el coraje y la tristeza que tengo dentro.

Mi madre, ¿No era lo más fácil decirme que estaba saliendo con alguien? Ella sabe que no me gustaría que estuviera con alguien más que no fuese mi padre, pero aún así no debió de ocultármelo. ¿Cuánto llevará saliendo con ese señor? No lo sé. Tal vez él quiere a mi madre por su dinero... Bueno, no tenemos mucho dinero, pero con el que gana mi madre en su trabajo... Tal vez otra mentira más, tal vez no trabaja y solo ese cuento de que trabaja es para verlo a él. Si seré tonta, ¿Por qué nunca me di cuenta de ello? ¡¿Por qué moriste padre, por qué?!

Comienzo a relajarme, ya no lloro con la misma intensidad que antes.

—¿Estás mejor? — me pregunta el profesor Adam. Asiento con la cabeza — Ve a lavar tu cara y regresas — se separa de mí.

Mi última ilusión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora