La Luz de la Exclavitud

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—Feliz cumpleaños mi niña! —Me dijo alegremente mi madre.

Eran las 6... De la mañana! ¿Quien se despierta un sábado a la mañana?

—Despiértate que tenemos que terminar los últimos preparativos de tus quince! —Exclamó.

Yo me levante, fui directamente a la cocina a preparar unas ricas tostadas. Mi madre me dijo que vaya a la sala de estudios y ahí me mostró un hermoso vestido blanco crudo con una cinta, ya quería tener mis quince y usar esa preciosura, que todos contemplen la textura y envidien.
Tomé mis cosas y me subí al auto.
Mi madre me iba contando lo que iba a ver en mi fiesta, todo maravilloso.

Ya eran las 9:30 de la noche, yo tenía muchos nervios, tenía que saber todo a la perfección, hablar fluido, bailar bien, etc. A los pocos minutos llegó una limusina negra y brillante, con su logo dorado. Se estacionó en frente de mi casa y el chofer me abrió la puerta de la limusina y entre delicadamente.

Antes de llegar, vi algo detrás de un arbusto, parecía un animal, pero no creo que lo fuese. En ese momento le pedí al chofer que me dejara cinco minutos para tranquilizarme y respirar un poco (toda una mentira).
Cuando me adentre en los arbustos, todo se veía mas oscuro, pero algo de iluminación había. Cada vez lo sentía mas cerca, oía el ruido de las hojas chocándose mutuamente, pero se escuchaba una respiración, me iba acercando, rápidamente una mano salió de otro arbusto, tomándome a la fuerza.

La hora del cumpleaños había llegado, todos estaban en las mesas, esperando mi llegada clamorosa, pero nunca llegué. Pasaban las horas, las personas se iban yendo, mi madre y mi hermano estaban preocupados, buscándome por todos lados, mi madre alcanzó a sacar algunas lágrimas, pero nunca se rindió.

Mientras tanto, yo estaba en una habitación ajena, atada y con una cinta en la boca. De ahí salió un señor un hombre que parecía de 40 años, con lastimaduras y mal atuendo. El me sacó la ropa, quedando desnuda. El se sacó el pantalón y me empezó a besar. Yo estaba sufriendo, quería que todo esto sea un sueño, tenía miedo.
Y así fue sucesivamente, todos los días abusaba de mí. Mi madre nunca me encontró. Era completamente su exclava.

No siempre hay un Final FelizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora