Sorpresas

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Luego de desempacar se decidieron a comer la comida, pero, ¿Qué comida? Ellos no se lo preguntaron y fueron a la mesa, pusieron platos y cubiertos y esperaron a sus madres. La mamá de Nicolás se había suicidado hace 2 semanas, y la mamá de Ángel había muerto en su parto, o al menos, eso le dijeron, así que no se les ocurrió más que revisar la heladera.

-¡Hay milanesa con papas! ¡Que hermosa sorpresa! - Gritó Nicolás, al borde del llanto alegre.

-¿Qué son las milanesas?- Dijo Ángel con cierto susto, temiendo de que Nico se ofenda.

- Son el mejor invento después de la cinta scotch.

-¿Cómo son?¿Qué tienen?

-Es carne o pollo mojado en huevo y condimentos, luego cubierto de pan rallado y fritos o al horno.

-¿Y porque acá dice que son de berenjena? 

Nicolás no respondió, solo se sentó, miró para abajo y se resignó, en cambio, Ángel llevó la comida a la mesa, intentando entender un poco la frustración de su amigo.

Nico comió las papas y Ángel las milanesas. Se fueron a dormir, mañana iba a ser un día largo.

Los dos individuos acostados sin ningún percance, con el acolchado hasta el cuello por el frío que hacía, sin preocupaciones. La brisa helada que entra por la ventana, acompañada por un poco de música de la radio, que ayudaba a dormir y tranquilizar. Ángel. Ángel estaba pasando el mejor momento de su vida, que siendo objetivo era solo un sueño de 8 horas, pero que para él, era una montaña rusa que duraba 30 segundos. 

La canción ''Gorgoroth - Incipit Satan'' empezaba a sonar demasiado fuerte en la radio, este tema de Death Metal, para algunos, era muy molesto si sonaba demasiado fuerte, y más, a la noche, y junto con los gritos de dolor desgarradores de Nicolás, lograron romper el ambiente de tranquilidad. Ángel saltó de la cama y no le importó demasiado la música, al ver que alguien estaba intentando sacar el brazo de Nico, pero claro, este alguien no se veía.

Gritos. Música ensordecedora. Desesperación. Caos. Sonidos de huesos rompiéndose. Impotencia, Ángel no podía hacer nada. Más gritos de dolor, de Nico y de la canción. El brazo del chico salió volando y tiñó el piso de rojo. Un grito de horror salió de Ángel, y Nicolás se desmayó, claro, por el dolor. 

Ángel estaba pasando por un momento en que no sabía que diablos hacer. 

Nicolás iba a morir y él estaba parado pensando que hacer, aunque ese momento duró 6 segundos, para Ángel fueron 6 minutos, porque claro, no sabía cómo se veía cuando se arrancaba un brazo, con todas las arterias y venas colgando junto a la sangre cayendo. A todo esto la música desesperaba más de lo normal aunque se había bajado el volumen, pero en estas situaciones de shock y de pánico no tenés tiempo de revolear la radio. 

Ángel agarró el brazo de Nico, y también decidió arrastrar a su amigo hasta la puerta para pedir ayuda y llamar a emergencias, no importa si no le creían, Marcel se va a encargar de arreglarlo, y si, él confiaba en alguien que había destrozado y matado a su familia y, ahora, a su amigo. 

En el camino de la habitación al pasillo la radio la música volvió a subir,  lo que sea que fuera había vuelto, pero esta vez, por él, por Ángel. 

Ángel sintió que un líquido misterioso comenzaba a empaparlo y que le comenzaba a cubrir todo el cuerpo, adentro y también, afuera. Él se asustó y soltó a su amigo para intentar hacer algo, aunque no había nada que hacer. El líquido extraño dejó de mojar a Ángel, este se extrañó porque lo que sea que lo estaba atacando no se iba a conformar solo con mojarlo. Agarró de nuevo a su amigo, o a su cuerpo, y comenzó a caminar hacia el pasillo. 

Llegó al pasillo y notó algo, ''¿Porque la música sigue altísima?''. Dejó este pensamiento y se acordó de pedir ayuda.

-AYUDAAAAAAAAAA!- Gritó Ángel. No hubo respuesta. Se preparó para gritar de nuevo, pero antes escuchó un ''tss'', no dió tiempo a girar que ya estaba en llamas. Si, el líquido extraño era Trifluoruro de cloro, el líquido más inflamable del planeta, es tan peligroso que los nazis tenían miedo de usarlo. El cuerpo comenzó a incendiarse, por dentro y por fuera, sentía como ardía cada parte de su cuerpo y veía como se le derretía la piel. Los gritos desgarradores y el death metal muy fuerte, raramente, no despertaron a nadie.      

     

El dolor se fue de viajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora