FORBIDDEN (PROHIBIDO)

Capitulo 24

El tiempo había transcurrido estaban la pareja diciendo los votos, James apenas llevaba una hora en el trayecto mientras con dificultad se cambiaba de ropa dentro del carruaje para no llevar la misma que llevaba en su llegada. La ceremonia religiosa concluyo, la pareja era felicitada, después de unos minutos se dirigieron a la gala, en cuanto a James aun le faltaba dos horas para llegar, no podía hacer otra cosa, solo esperar y una vez ahí preguntar cómo llegar a la mansión de Arthur Lovelance.

Antoniette y Arthur llegaron a la gala, junto con los invitados. La decoración del lugar sin duda era muy sofisticada, estaba decorado con velas por doquier para iluminar el lugar, una puerta que daba al jardín en el cual se podía observar las rosas y el laberinto formado de arbustos, en cuanto a los hombres todos vestían una chaqueta junto con un pañuelo o una corbata y pantalones, las damas vestían sus vestidos ceñidos de la cintura y ampones, en cuanto Antoniette vestía corpiño ajustados, cinturas estrechas y faldas grandes la cual hacia gracias a la falda que llevaban debajo, pero a pesar de que Antoniette tenía que sentirse contenta se encontraba mas devastada que nunca para sus adentros, todo lo contrario que al parecer sentía su prometido y su madre, quizá la más feliz con el evento; Antoniette quería arrepentirse y decir que todo fue un error, pedir perdón al corazón que le había fallado y regresar con James pero todo eso no era más que un sueño utópico, ella misma se había condenado a un mar de lamentos, estaría enjaulada con un extraño y por si fuese poco jamás estaría de acuerdo con su conciencia y su corazón, tenía que vivir con sus demonios toda la vida, buscando consuelo en letras escritas por el joven que no eran más que un recordatorio de los errores que había cometido, fingiendo una sonrisa que tendría que fingir hasta su último aliento, que mas daba ella sola había cavado su tumba.

James había llegado a Liverpool, el cochero manejaba a una velocidad lenta mientras el joven preguntaba a las personas que se encontraban en la calle como llegar a la mansión de Arthur Lovelance, --quizá con un poco de suerte alguien me pueda decir pensaba mientras todos le daban negativas, entraban cada vez más a la ciudad pero la mansión Lovelance parecía haberse esfumado o quizá, preguntaba a las personas incorrecta, el centro de la ciudad estaba solo, Liverpool no es como era hace tres años decía James mientras recordaba que en alguna ocasión fue allá para perfeccionar sus habilidades en pintura en dos meses, el joven se percato que cerca de ahí parecía haber un evento importante, pido que detuvieran el carruaje y se bajo, camino hacia un hombre aristócrata y pregunto: ----disculpe ¿sabe donde se encuentra la mansión del joven Arthur Lovelance?

----buenas noches joven, ¿viene de Londres verdad?

-----por supuesto, ¿la mansión está lejos de aquí?

---esta frente a usted

---gracias, se retira y pide al cochero que los espero afuera, James estaba decidido a esa misma noche volver a Londres, aquella algarabía parecía ser causado por algo importante, solo quería buscar a la dama e ir de regreso, camino hacia la puerta sin problema alguno y miro que había una muchedumbre de gente, entro al salón de eventos pasando desapercibido, se movía entre esa multitud buscando a la señorita Antoniette, si estaba ahí era porque Clarice cumpliría su palabra, solo quedaba encontrarla y no coincidir con la señora Lexington.

Antoniette estaba con sus invitados conversando bailando con su prometido, mientras Clarice charlaba con las mujeres aristócratas, James había recorrido todo el lugar pero jamás había encontrado a la dama, estaba a punto de marcharse cuando al girarse para dar la vuelta hacia la puerta la miro, a prisa se dirigió hacia donde estaba ella, hasta que por fin la tuvo cerca la tomo del hombro sutilmente, Antoniette giro la cabeza y vio a James no puedo evitar sonreír, entre dientes Antoniette le dijo sígueme, mientras ella salía hacia el jardín y se dirigía al laberinto y James esperaba unos minutos para ir de tras de ella sin levantar sospechas.