Capítulo 8

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Mire la hora, eran las 10 de la mañana, me frote los ojos con las manos, mire la por laventana, eran las 10 de la mañana del otro día. Me metí en la ducha, me duche, salí envuelta en una toalla, me vestí, escogí un vestido sin escote y sin mangas, azul con un cinturón negro alrededor de la cadera, me puse unas sandalias de plataforma azules y marrones, me hize una trenza al costados con unos mechones colgando de ambos lados de la cara, me cepille los dientes, tome mi cartera, mi celular y mis llaves y salí, me subí a mi coche, toque el volante, lo extrañaba tanto, fui hasta El Zeus, la panadería de papa, o el pequeño restaurante.
Me baje, entre, estaba vacío, mire alrededor, me detuve, vi al chino que estaba allí cuando me llevaron a prisión, hizo una llamada con su celular, se levantó y se fue.
- hola papa - lo salude.
- hola hija, como te sientes - me pregunto.
- muy bien papa y vos - le dije y me puse un delantal blanco - no viene mucha la gente verdad - le comente, ne miro.
- si si viene, pero ya sabes como es vienen compran y se van - dijo.
- si lo se.
- bueno, yo ya vengo - me dijo y se fue a la parte de atrás.
Escucho como la campana de la puerta suena, levanto la mirada, era el, el chino, con otro chino a su lado, el que estaba hoy de mañana, los dos estaban vestidos con trajes perfectos.
El chino se acercó al mostrador.
- saliste - me pregunto.
- no me ves - le conteste de mala gana, finge una sonrisa.
- bonito lugar - dice - escuche que esta en quiebra.
- Escuchate mal. Estamos súper bien
- que bueno - dijo con ironía.
- gracias, se te ofrece algo - le pregunte.
- si, dos cafés - dijo - cargados.
- esta bien - dije y fingí una sonrisa - serían 10 dólares.
- ok - dijo y saco una tarjeta, me la entregua, la paso por la maquina y se la doy junto con el recibo.
Se sentaron en una de las mesas que estaban allí, les hice los cafés cargados, se los lleve a la mesa.
- gracias - me dijo.
- de nada - me fui.
Era tan sinico, tan hipócrita, como después de todo lo que me dijo, puede venir a sentarse a tomar un cafe, los miro, estaban hablando en su idioma, lo mire, se rió, me miro, parece que el mundo se me había parados por tres segundos, tenia una sonrisa perfecta, mire para hacia abajo rápido, levante la mirada, Mario entro por la puerta.
- hola Lilly - me dijo, mire al chino, que ya nos estamos mirando.
- que quieres - le dije.
- saber como estas.
- estoy bien - le dije - gracias.
- me alegro - me dijo y se fue - me voy pero quiero que sepas que este pendiente de vos
- no te necesito - dije y lo mire a los ojos
- no me importa - se va
Paso como media hora, los chinos ya se habían ido, me causaban cierta desconfianza.

Llegue a casa, papá dijo que se iba a quedar un tiempo mas en el Zeus, cerré la puerta con llave.

Habían pasados tres días, en la panadería no llegaba mucha gente y me estaba empezando a preocupar, estábamos cenando con papa.
- papá - le dije, me miro
- que pasa - me pregunto
- estamos en quiebra verdad, estos días que han pasado eh notado que no llega mucha gente a la panadería, no estamos vendiendo bien, te veo estresado, necesito que me digas la verdad.
- si amor, estamos en quiebra, no estamos vendiendo bien, puede ser que hasta tengamos que vender el local, no es una decisión firme ni nada, solo estoy viendo algunas opciones que tenemos.
- papa que fue lo que paso - me miro con tristeza.
- desde que pasaron la noticia del accidente donde murio esa mujer embarazada, y que supuestamente fuieste vos, las venta han bajado - se me llenaron los ojos de lágrimas.
- perdón papá - dije se me cayeron lagrimas. - perdón - lo tome de las manos - perdon, perdon.
- no pidas perdón amor, no fue tu culpa - tenia los ojos llenos de lágrimas.
- te promero que haré esta lo imposible para que el local vuelva a funcionar.
- lo haremos, hija lo haremos - me dice y me golpe la mano con delicadeza de padre.
Me fui a acostar, mire al techo, pensé en lo que me había dicho el chino días atrás, tenia razón, pero como el sabia eso, como.

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