Froté mis manos y me puse en acción. Me enfrenté al gran espacio vacío que me pedía que lo llenara, y que lo hiciera como era debido.
En cualquier otra ocasión de mi vida, habría empezado así, sin más, con un par de ideas listas para ser expulsadas de mi cerebro. Pero esta vez —y esperaba que todas las futuras oportunidades— sabía que tenía que ser diferente, pues yo ya no era el mismo. No, no sabía quién era, mas estaba allí para descubrirlo, ¿y qué mejor ayudante que la escritura?
Nervioso, tomé un carboncillo y lo apoyé sobre la hoja. Permanecí así como durante cinco minutos, hasta que lo levanté y miré el punto que había creado. Antes de realizar esto último, creí que enloquecería por mi propia estupidez, pero lo que captaban mis ojos se había convertido en una obra de arte inspiradora. De una cosa tan pequeña, dejé que mi mente saliera a volar y explorara diversas sensaciones y mundos. Aterricé y volví a flotar entre la luz y la oscuridad incontables veces.
Para cuando salí de mi trance, realmente no comprendía lo que había escrito, pero sabía que era maravilloso, pues había salido de mí; yo no lo había obligado a aparecer o a formarse en mi conciencia. Era como si una gran energía estuviera atrapada dentro de mí y, por fin, hubiese hallado la forma de escapar.
Al lado de todas mis producciones anteriores, esta era, por mucho, la mejor. Sin embargo, aún no estaba preparado para mostrárselo a alguien más. Quizás, si lo dejaba en algún sitio a la vista de Yerg, por ejemplo, ella, con lo curiosa que era, lo agarraría y leería. Ahora, eso no aseguraba que le dirigiera una palabra al respecto, ya que ya lo había intentado en el pasado y era conocedora de mis reacciones exageradas —y fundamentadas — al respecto.
Bueno... Pasaría lo que tendría que pasar. Sería un trabajo de la naturaleza decidir la continuación de mi cambio.
***
Con un poco de tiempo, mi vida se restableció y se asentó. De pronto, hasta parecía aburrida, pero no lo era, pues aún tenía muchas cosas para descubrir. El único problema era que ya había alcanzado mis mayores metas y que hasta me estaba encontrando a mí mismo. Con una pequeña aventura de vez en cuando corriendo por esas hierbas, no podría ser más perfecto y reconfortante cada despertar.
Luego terminé arrepintiéndome de estas afirmaciones. Nunca es demasiado tarde para que una sorpresa se presente ante nosotros o, mejor dicho, siempre es temprano para asegurar que conocemos cada aspecto de algo o alguien, incluso de uno mismo.
Sí, creía saber quién era, lo cual no cambiaba, pues el pasado jamás cambiará mi forma de ser, pero el haberme enterado podría modificar varios aspectos del futuro; obviarlo y pretender que no existía sería tonto de mi parte. Toda la paz que pensaba que había adquirido, de repente fue puesta en duda, y yo dudé como el mejor, pero no de mí, sino de... de todo lo demás.
Aunque me costó, me animé a tomar mis instrumentos de trabajo y pulí mis pensamientos. Fue difícil porque ponerle palabras claras y precisas significaba que eran reales, y eso me mataba. De todos modos, sabía que lo necesitaba, así que comencé con brusquedad:
Nunca había sentido a Somb como mi hogar, y ahora sé por qué. Es que nunca lo había sido, no de verdad. Mis raíces caían en otra parte, en las tierras de mis sueños.
Sabía, sentía que mi vida tenía un significado, que no había aparecido en este mundo para ser alguien más, pero esto... esto supera cualquier producto de mi imaginación. Mi verdadero pueblo me impuso una misión, aunque, si lo pienso, nunca me forzaron a seguirla. Sólo confiaron en que yo fuera lo que les hacía falta. Acertando todos los pronósticos, o ninguno, lo fui.
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Siete Cartas
PertualanganSi bajo nosotros vives, Si desconoces el arriba Y oyes pisadas en tu eterna noche, No abras este sobre. Pero si escuchas susurros Y no le temes a la luz Cuando ante ti aparece, Lee con atención Las siete cartas Que te hemos dejado Y abando...