Capítulo 2

1.4K 82 14
                                    

Las chicas se quedaron pasmadas, ya no tenían ningún tono de color en su piel. Estaban completamente pálidas. La chica rubia empezó a curar las heridas de la pequeña caída que se quejaba del dolor y saboreaba entre sus dientes su sangre. Mientras ella vendaba el frágil cuerpo de Deborah, la otra chica de cabellos rojizos hablaba con alguien por teléfono, de vez en cuando levantaba la voz pero en seguida se tranquilizaba. Una vez que Deborah se pudo levantarse debido a que su cuerpo se recupera más rápido se estiró, pero no demasiado porque todavía no estaba del todo sana. Se miró la única prenda que vestía. Ese viejo vestido blanco que ahora estaba cubierto por mugre y rasgado por todas partes que dejaba ver algo de su piel morena del abdomen. Cuando la chica colgó el celular suspiró.

         —Dice que no recuerda haber tenido hermanas—dijo—. Pero viene en camino, en veinte minutos nos encuentra.

         —Muy bien, ¿quieres que me vaya?

Pregunto la chica de cabello rubio. Su mirada expresaba que la contestación a esa pregunta fuera un no. Deborah se seguía mirando la prenda.

         —¿No tienes alguna ropa que pueda vestir?

Preguntó, las dos la miraron y se percataron de la vestimenta que traía puesta. La pelirroja salió del cuarto para volver con una bolsa negra llena de ropa vieja adentro.

—Supongo que algo de aquí te quedará, hace mucho tiempo que lo tenemos aquí.

         Deborah busca algo que pueda servirle. Encuentra una blusa grisácea que le queda un poco holgada pero no le da importancia y unos vaqueros oscuros muy pequeños para que alguna de aquellas dos mujeres les lograra entrar en sus piernas. Se quita el vestido rasgado y procede a ponerse la blusa y los pantalones. Éstos le quedan perfectos, pero como supuso la blusa le quedó algo grande. “Así es más cómodo” pensó.

         —Gracias… eh…

         —Nora—responde por ella—. Mi nombre es Nora, y ella es Vee.

Vee hace un saludo con su mano derecha y le dirige una breve sonrisa. Siente una leve punzada de dolor en el hombro y hace una mueca de dolor. Las dos lo notan.

—Quizá debería darte alguna pastilla para el dolor.

—Pienso que es una buena idea.

Bajaron escaleras para estar en la cocina. Nora sacó unas pastillas de un cajón y sacó una redonda blanca. Sirvió agua en un vaso y se la entregó a Deborah. Se la tomó y sintió que el dolor era menos insoportable ahora. Suspiró irritada.

—No me has respondido a la pregunta.

Dijo Vee dirigiéndose a Nora.

         —Creo que sería lo mejor, deberías irte.

         —¿Qué? ¿Y si me necesitas?

Le sonríe y le palmea los hombros.

         —Voy a estar bien, no te preocupes.

Hace pucheros, pero luego opta por obedecer a Nora. Algo empieza a vibrar. Vee saca su celular del bolsillo de sus vaqueros. Mira la pantalla y luego la toca para contestar. Su conversación fue breve, pero parecía estar emocionada.

—Mi Scottie ha terminado de dar su concierto. Dice que se siente de buen humor para celebrar.

Ella giña un ojo y Nora suelta una carcajada. Deborah no parece entender que es lo gracioso.

—Dice que estará en casa dentro de diez minutos, debo darme prisa—hace una pausa y hace una cara de perro triste—. Pero en verdad quería quedarme a escuchar los detalles.

—Vamos Vee. Scott te está esperando muy ansioso y ebrio.

Suelta otra carcajada.

         —Está evitando el alcohol ahora que se casó conmigo luego de la lucha y todo eso. Es tan tierno cuando dice que lo hace por mí.

Unas sonrisas bobas y unos “oowwws” prolongados confunden a Deborah. Pero ella no tiene tiempo para estar en la conversación. Se sentía intrigada y exaltada porque se rencontraría con su hermano mayor dentro de poco tiempo.

—Como sea, háblame para contármelo todo en detalles.

         —Por supuesto que sí. Suerte en tu noche.

Las dos se abrazan y Nora acompaña a Vee a la entrada, donde se despiden y susurran cosas entre ellas de manera seria. Vee mira por última vez a Deborah, que las observaba con determinación. Le sonríe y agita su mano en el aire.

         —Un gusto conocerte, Deborah.

         —Gracias por la ayuda, Vee.

Ella sale con una sonrisa y un asentimiento de cabeza. Nora vuelve a cerrar la puerta de la casa y suelta un suspiro irritado.

         —¿Soy un problema para ti?

Preguntó Deborah sintiéndose avergonzada por tener que haber sido ayudada en su primer día como ángel caído. Le dio vueltas al vaso vacío en la barra. Nora la mira con cara confundida.

—¿Qué? Por supuesto que no.

Sonríe.

         —Es sólo que es muy extraño todo este asunto. Conozco a Patch desde años atrás y nunca me dijo nada sobre una hermana. Y ahora que me comprometí con él y que pronto será nuestra boda… no… no dijo nada.

         —¿Comprometidos?—bufó divertida Deborah—No hablas en serio.

         —Sí, pronto me casaré con él.

Levanta su mano derecha que lleva un anillo plateado en el dedo anular. Deborah no evitó sorprenderse demasiado. Tanto que se puso de pie y se puso junto a Nora para contemplar el anillo lo más cerca que su vista le permitiera visualizar. Pocos instantes después alguien tocó la puerta de manera rápida. Las dos chicas se pusieron nerviosas y saltaron en su lugar por un momento antes de que Nora abriera la puerta.

Cuando la abre se encuentra con el inconfundible Patch Cipriano, quien lleva unos vaqueros oscuros, botas de motorista negras, una camisa negra con aquel collar de plata oxidada y encima una cazadora oscura. Su expresión era sería y pasó mientras le daba un pequeño beso en los labios a ella. Pareció estremecerse de placer. Todavía no lograba dejar de hacerlo cuando tenía algún contacto físico con Nora después de haber tenido la oportunidad de sentir siendo un ángel caído. Una vez que está dentro, ella vuelve a cerrar la puerta y se gira para encontrar a Patch viendo con atención a Deborah, que lo miraba directamente a los ojos con una mirada seria. Se aclara la garganta lista para empezar a hablar. Pero él la interrumpe.

—Espera, antes de que hables. Si es verdad que eres mi hermana, supongo que sabrás mi nombre.

—¿Dudas que sea tu hermana, Jev?—le sonríe risueña—, eso en verdad me duele.

Patch se mantuvo rígido con los puños cerrados. Parecía estar frustrado.

—¿Por qué no te recuerdo?

—No lo sé. Fue hace más de cien años que nos vimos.

Sonríe rígido.

         —Me han pasado tantas cosas interesantes que he olvidado mi vida como arcángel.

         Deborah suelta una pequeña risa pero sostiene su posición seria como lo hace su hermano. Siempre ha sido así, quería ser como él todo el tiempo. Patch era la persona que ella siempre ha idolatrado toda su vida, y cuando supo que lo desterraron fue un golpe duro para ella.

         —Puedes tocar mis cicatrices si quieres comprobar que yo soy tu hermana.

         Tras una pausa se acercó le tomó la mano, tan cálida y grande junto a la frágil y pequeña mano de ella. El mismo tono de piel se fusionaba cuando ella entrelazó su mano. Patch no pareció haberse afectado, de alguna manera todo esto le parecía curiosamente familiar. Nora los contempló, en realidad se parecían. Incluso en su forma de vestir.

         —Y no soy la única que lleva nuestra sangre.

Lazos perdidos (Hush Hush FANFIC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora