Capítulo 7

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La misma pradera llena de flores con rocío, el mismo lago… la misma familia. Su hermano, su hermana, sonrientes. El clima era cálido, todo era pacífico. Se encontraba corriendo jugando al pilla pilla con su hermano mayor. La atrapó entre sus brazos y la estrujó bien fuerte sin dejarla ir. Ella no podía dejar de sonreír y reír, todo era perfecto, los días que pasaba ahí eran perfectos.

            Clic.

Deborah despertó, tomando una bocanada de aire en el acto y tosió después, escupiendo una sustancia viscosa, que supuso que era su sangre. Todo estaba oscuro, hacía frío y un silencio perturbador reinaba en la habitación. Le dolía demasiado la espalda, la cabeza estaba a punto de estallarle y apenas podía enfocar la vista. Intentó moverse, pero el tintineo de algo se lo impidió. Lo sintió con la yema de sus dedos, eran esposas con cadenas. Tenía cuatro en cada extremidad. Además sintió que sus piernas estaban desnudas, le habían cambiado de ropa. Un vestido holgado que le llegaba por arriba de las rodillas. Con dificultad se puso de pie y jaló las cadenas en un intento de romperlas, pero era inútil, estaba demasiado débil con la apuñalada que había recibido. Jadeó y gritó por ayuda, más nadie la escuchó. Sus piernas temblaron y la tumbaron de nuevo en el piso. Fue presa del pánico. Se preguntó dónde habían quedado Scott, Patch, Nora y Vee. Esperaba que no les estuvieran torturando, pero un mal presentimiento le consumía esa esperanza.

Las horas pasaron, el frío la hacía tiritar y hacerse bolita en el piso para intentar darse calor con sus propias piernas. Tembló varias veces, pero no sabía si en realidad era por el frío o por el miedo que inundaba su sistema. Ya iban cinco veces que intentaba romper las cadenas frenéticamente, pero aún sentía algo de parálisis en el cuerpo y mucha debilidad. Comprendía el dolor por el que había pasado Scott. Suspiró irritada y esperó que al menos el dolor de cabeza se disipara un poco. El tiempo iba pasando. La misma oscuridad, el mismo frío, el mismo dolor en la espalda. Nada cambiaba en lo absoluto.

Eso hasta que un estruendo de una puerta vieja y una franja de luz le puso los nervios de punta. Se puso de pie con menos dificultad que al principio y sus pies desnudos ésta vez pudieron sostener su peso. Esperó ansiosa, aterrada y con una ira creciente en su pecho. Sus emociones rebotaban como pelotas. Cerró los puños y apretó fuertemente contra sus palmas, casi atravesando su piel con sus uñas. Una persona entraba lentamente, un hombre del cual se podía ver sólo la silueta. Esa silueta se le hacía reconocida. El tipo tanteó en la pared, encontrando un interruptor e iluminando la habitación.  Cerró la puerta detrás de sí. Observó a su alrededor, increíblemente todo estaba vacío, una habitación blanca de 6x6 sin nada más que una puerta negra, anteriormente cerrada. Deborah se miró a sí misma. Llevaba puesto un vestido negro con un bordado de un cráneo en la parte inferior izquierda de éste. Sus pies iban descalzos, pero atados a las esposas gigantes que pesaban en ellos. Incluso las cadenas estaban bien conservadas. Por último miró al individuo. Sus ojos casi se salían de órbita.

Era su hermano. Tenía una expresión seria en la cara y tenía un golpe junto a la mejilla derecha y su barbilla. Llevaba su ropa negra de costumbre. Se quedó paralizada por un momento, pero una palabra fluyó de sus labios resecos.

            —¿Jev?

Se aclaró la garganta, pues no había tenido contacto con alguien durante bastante tiempo que había pasado ahí encerrada.

Patch se quedó mirándola por un prolongado tiempo, en silencio. Suspiró y se rascó la cabeza. Se llevó una mano al bolsillo del pantalón y caminó con paso relajado hacía Deborah quien permaneció en su postura, con el corazón palpitando a mil por hora. Cuando él se paró frente a ella a unos centímetros de distancia, la observó en silencio por segunda vez.

            —¿Eres tú?—preguntó insegura.

Éste bufó y miró hacía el suelo.

Lazos perdidos (Hush Hush FANFIC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora