Capítulo 1

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¿Cómo es que había llegado a ese punto en su vida? ¿Cómo es que seguía vivo a esas alturas? Habían pasado tantos siglos, una existencia estéril y gris, tan solo y consumido por la oscuridad de su propia alma al borde de la locura con cada asesinato que cometía, no, no era un asesinato, era la repartición de justicia, proteger a su pueblo y a los humanos era su deber y su honor eran lo que lo habían llevado hasta ese punto, pero ya no habría más, ya no existiría Ferenc Dara, pondría fin a su propia existencia, era lo mejor que podía hacer por sí mismo, por su pueblo y por los humanos.

Ferenc estaba en su última cacería, su última muestra de justicia, había estudiado a su enemigo, al no-muerto o como los humanos lo conocían "un vampiro", pero para él había algo más, recuerdos de cuando era joven, de cuando aún podía sentir las emociones hasta que cumplió los 200 años. El vampiro era un amigo de su infancia, un chico un poco menor que él y lo único cercano a un sentimiento que pudo sentir en ese momento era la misericordia por él, por Alex, su viejo camarada.

No había más tiempo que perder, siendo uno con la naturaleza su cuerpo se difuminó en una niebla que se fundía con  la montaña en las horas matutinas, quedaba poco para salir el sol y sabía que era un buen momento para poder atacar al vampiro y atraparlo o prolongar su batalla hasta la llegada de esta estrella vital. El vampiro sabía que había un cazador cerca de su guarida, no sabía quién era o que tanta experiencia era la que tenía pero sabía que era peligroso, no podía permitir que un cazador arruinara sus planes, estropeara su sensación de poder al torturar a los más débiles, la adrenalina de sus víctimas corriendo desde sus cuerpos hasta su boca llenándolo de un falso sentimiento, era lo más cercano que podía estar un vampiro de sentir algo, pero esta vez, además de todo lo que tenía que perder se consideraba afortunado, había encontrado su propio tesoro y no pensaba compartirlo con nadie más.

Ferenc ya estaba cerca, planeaba ocultar su gran poder y experiencia para el momento decisivo, planeaba mostrarse como un novato ante su viejo amigo, sabía que la sorpresa no le iba a durar en el momento en el que lo viera.

La niebla terminó inundando un claro del bosque donde la luna lo llenaba con su luz, Ferenc sabía que estaba en el lugar correcto de encuentro con su enemigo pues el hedor que emanaba de él era nauseabundo, el lugar era un silencio sepulcral, ningún insecto o animal se atrevía a rondar cerca de aquel claro. El vampiro estaría escondido, eso era claro, no se mostraría ante su enemigo y darle una ventaja considerable, lo mismo hacía Ferenc al permanecer junto a la niebla, aquello no podía durar demasiado, se dio cuenta que él tenía que dar el primer paso o aquello se iba a convertir solo en una contemplación a la nada, la neblina rápidamente volvió a mostrar su figura alta y poderosa.

-He venido a repartir la justicia dictada por mi pueblo, sal y muéstrate criatura sin alma y abraza la liberación de tu efímera existencia- La voz de Ferenc parecía atractiva, tener esa voz era un arma poderosa contra todo ser viviente al ser tan perfecta y melodiosa, no hacía falta elevar el tono para que el vampiro lo escuchara, simplemente tenía que hablar, al carecer de emociones no había rabia en él, ni siquiera miedo, solo él y el no-muerto en ese momento.

La luz de la Luna comenzó a ser tapada por una nubes negras, cargadas de energía, era la ira del vampiro que estaba siendo obligado a avanzar y salir de su escondite solo para seguir a aquella voz, para seguir y escuchar más de aquella melodiosa voz, aquello que había perdido al decidir perder su alma, sin embargo él no quería avanzar hacia el cazador, sabía que era un suicidio, intentaba que sus piernas dejaran de moverse, pero no podía y eso le llenaba de cólera y rabia. Cuando finalmente estuvo de pie, frente al cazador con unos metros de distancia pudo ver quien era y ahora él regresaría la jugada.

-Ferenc...-siseó su nombre con cierto desprecio hacia el cazador, su rostro y su complexión no se acercaba ni un poco a lo que era Ferenc, el vampiro tenía la piel pegada a los huesos, los colmillos manchados y ennegrecidos por la sangre de sus víctimas inocentes, sin cabello y ojos rojos como la misma sangre, ojos llenos de ira.
-Alex, has cambiado, pero yo te liberaré de tu tormento, solo acepta la justicia de nuestro pueblo.
-¿Tú también sigues creyendo las mentiras del príncipe, de un jovenzuelo que no sabe nada de manejar a un pueblo? Yo no me engaño y por eso decidí tomar el control, acabaremos con Mikhail y dominaremos a los humanos, como siempre debió de haber sido, somos más poderosos Ferenc ¿Es que no te das cuenta de eso?- La voz del vampiro no era tan melodiosa como la que era de Ferenc, pero aun así iba cargada con un conjuro, con la convicción, sería más fácil si lograba que el cazador decidiera perder su alma.
-Soy leal al príncipe, soy leal a mi pueblo y soy leal a mis principios, Alex. No caeré en una mentira, en sentir emociones falsas solo por un momento, así que ven a mí por voluntad propia y acaba con esto, lo haré indoloro para ti, por el Carpatiano que alguna vez fuiste.
Se escuchó un grito de ira y proclamación de venganza, no sería destruido, no sin una lucha. Aquel grito convocó ratas y búhos que se dirigían en dirección al cazador, todos estos animales eran coaccionados por el vampiro que orquestaba el ataque y su propósito era debilitarlo, drenarle la suficiente sangre para que el cazador perdiera sus fuerzas y Alex pudiera acabarlo con facilidad, pero Ferenc ya contaba con esta estrategia usada por los novatos, por los que apenas se habían transformado en criaturas horripilantes. Para Ferenc fue sencillo invocar un gran rayo de las nubes que estaban sobre sus cabezas, chamuscando a los animales que el vampiro había convocado en su ayuda, era una pena que seres inocentes se vieran involucrados en sus peleas, pero no había otra opción, con una poderosa fuerza y velocidad Ferenc se había situado detrás del vampiro que estaba sorprendido al ver que su ejército de criaturas había sido destruido con facilidad, tan sorprendido que no sintió el terrible golpe del cazador en su pecho, el órgano había sido arrancado del cuerpo y un nuevo grito de venganza ensordeció a Ferenc, su opción más viable fue alejarse con la misma velocidad con la que se había acercado al vampiro y arrojar el corazón un poco más lejos para invocar a la naturaleza, que esta acudiera a su ayuda e incinerara el corazón del vampiro al igual que su cuerpo, era la única manera de eliminar a un ser así y proteger a su pueblo, tenía que eliminar todo lo que demostrara que ahí había existido una lucha. Como era de esperarse, las nubes nuevamente prestaron ayuda al cazador haciendo que un rayo cayera sobre el corazón y sobre el vampiro que se arrastraba para recuperar su negro órgano sin éxito, terminó convertido en cenizas y esparcido por el viento. La sangre del vampiro parecía un ácido que le quemaba la piel a Ferenc y el fuego ayudó a limpiar los restos de sangre que habían quedado, su siguiente tarea era eliminar las pruebas y hacer cenizas a los animales que habían sido asesinados en esa batalla, pero algo en medio de toda esa tarea llamo su atención. Gracias a su increíble audición escuchó llantos de miedo, eran niños que lloraban ¿Tal vez niños humanos? Como fuera, no importaba de que raza eran, tenía que ayudar a esos niños y borrar sus recuerdos, no podía haber ningún error, su raza ya estaba en extinción, las mujeres era la única salvación para los hombres carpatos, pero por desgracia para ellos no podía ser cualquier mujer, únicamente podían ser mismas carpatianas o algunas mujeres dotadas con dones psíquicos para poder soportar una transformación o de lo contrario una mujer normal se volvería loca y mataría inocentes, igual que un vampiro.

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