Capítulo 9

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—¡Maldita sea! ¡Maldita sea! ¡Lo sabía!— Gritaba el hombre que poseía el arma y que no paraba de apuntar a ambos jaguares.

Isabel permanecía quieta, estaba demasiado alterado y cualquier cosa podría hacer que él disparará, no quería que Ferenc saliera herido por su culpa.

—Rodrigo... Baja eso, no queremos hacer daño a ninguno de ellos, están en peligro de extinción, maldición. Ten un poco de sentido común y muévete de la forma más suave que puedas y...—

Rodrigo no dejó que Marcus terminará y apuntó el arma directo hacia la hembra jaguar que solo era un poco más pequeña que el macho.

—¡Te digo que no son jaguares, uno de ellos a intentado controlarme! ¡Te lo demostraré que no son "normales"!—

"Isabel, ¡corre!"

"No voy a dejarte aquí solo, idiota."

Ferenc una vez más saboreó lo que era el miedo, aún no pertenecía a su raza, moriría si ese hombre le disparaba en alguna parte vital. La rabia también lo atacaba como un animal salvaje, había sido descuidado y por su culpa, su compañera estaba en peligro. Nunca espero encontrar defensas tan fuertes en la mente del hombre al que habían llamado Rodrigo.

—Estás delirando...— Marcus intentaba hablar tranquilamente a su amigo pero solo parecía enfurecerlo más.

—¡Cambia, cambia ahora o te vuelo la cabeza, no estoy jugando!— Las palabras y el cuerpo de Rodrigo temblaban frenéticamente del éxtasis, nervio, adrenalina, emoción de por fin comprobar que los vampiros existían.

Ferenc no tenía tiempo que perder, saltó haciendo uso de su enorme poder y fuerza hacia Rodrigo, derribandolo con facilidad, el enorme felino mordió el brazo que sujetaba el arma, haciendo que esta perdiera su blanco y aún así disparara y la bala aterrizara en el suelo, a penas a unos centímetros de Isabel. Ella ahogó un grito dentro de su forma de jaguar cuando vio que al hombre al que habían llamado Rodrigo, sacaba un cuchillo que guardaba en el cinturón, dispuesto a defenderse.
El Carpato no le dio ninguna oportunidad alguna de usar el cuchillo gracias a las poderosas garras que rasgaban toda la piel que encontraran, haciendo que esta misma y su ropa quedara colgada y pegada por la sangre que emanaba de las heridas, cada rasguño era acompañado de un grito de dolor.

Por otro lado, Marcus no se atrevía a avanzar para defender a su amigo y aunque estuviera armado no iba a hacerlo, esos animales solo se estaban defendiendo de una amenaza y esperaba no entrar en dicha categoría. La hembra jaguar se veían claramente agitada pues parecía moverse de un lado a otro, viendo como su compañero luchaba para eliminar al hombre que había amenazado su vida. Con el macho ocupado en terminar con la vida de su amigo, Marcus retrocedió apenas unos pasos, su objetivo era llegar  a las casas de campaña que habían improvisado ahí mismo pero su retirada fue interceptada por por la mirada de la hembra, saboreó el miedo porque sabía que cualquier movimiento, por mínimo que fuera, sería percibido por ella.

"Dios, perdoname por todo lo que he hecho y lo que no he podido evitar" 

Pensó el hombre que estaba paralizado del miedo, lo único que demostraba que no era una estatua, era un temblor en sus piernas. Hasta que se dio cuenta que ahora todo había quedado en un silencio solo interrumpido por el jadeo del jaguar que había acabado con la vida de Rodrigo. Por instinto levantó las manos en un intento de parecer inocente e inofensivo ante ambos depredadores.

"Ferenc, tiene miedo, a él no tenemos porqué lastimarlo"

Era la voz de Isabel dentro de la cabeza de Ferenc, la cual estaba sumida en un caos por el frenesí, la adrenalina y el miedo de perder a su compañera. La bestia de su interior rugía por la supremacía para hacerse con la vida del otro humano. La voz de Isabel fue como el viento fresco dentro de la furia que sentía, fue lo suficientemente fuerte para calmar a la bestia de su interior.

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