Capítulo 5

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El sol se ocultó entre las altas montañas y los cerros del bosque, Isabel había dormido un sueño humano, algo que no había podido disfrutar desde hace seis meses, tal vez un poco más, tal vez menos, perdió la noción del tiempo por estar dentro de la cueva, incluso su piel se había decolorado pro la falta de la luz del sol, su piel ligeramente tostada. Abrió los ojos y se encontró durmiendo en una mullida cama, a su derecha estaba Carol con su pequeño brazo sobre de ella y a su izquierda estaba Celia dándole la espalda, pero cerca de ella ¿Dónde estaban? No era la misma cueva, ya no estaba el olor a podredumbre de la noche anterior, ahora había una brisa fresca, aire limpio y un olor suave a manzanilla, se movió solo un poco, su cuerpo estaba adolorido sus muñecas ardían un poco pero estaba viva, recordó que la noche anterior estaba desnuda, pero ahora tenía un lindo camisón cubriendo su cuerpo, las niñas tenían pijamas, limpias y calientitas dentro de la cama, no había ni una sola luz, pero ella podía ver perfectamente bien.

¿Qué había pasado? Un hombre las había rescatado, lo sintió, sintió calma cuando el calor de su cuerpo la había envuelto. De un momento a otro abrió de par en par sus ojos, él le había dado sangre, ahora lo recordaba aunque sentía que tenía una pequeña neblina de sus recuerdos en ese momento ¿Dónde estaba él ahora? ¿De verdad las había rescatado o solo las había sacado de una prisión para encerrarlas en otra?

Tienes una mente demasiado activa, sívamet

Lo escuchó en su cabeza, la misma vía de comunicación que usaba el vampiro para torturarla, pero ¿Porqué el contacto con su mente no era desagradable? Tenía demasiadas preguntas, pero no encontraba respuesta a ninguna.

Sal de mi cabeza, ahora

Intentó moverse para levantarse de la cama, teniendo cuidado de no despertar a las niñas.

Será mejor que conserves tus fuerzas, estaré contigo en un par de minutos más.

No eres nadie para darme ordenes.

Soy tu compañero, eres la que carga con la mitad de mi alma, esperaras hasta que pueda reunirme contigo, el sol aún no se oculta lo suficiente.

Ahí estaba otra vez, esa nota que no le agradaba para nada, le estaba ordenando que permaneciera quieta y a regañadientes tuvo que darle lo que él quería, sus músculos protestaban con cada intento para levantarse. ¿Qué significaba ser "compañeros"? ¿La mitad de su alma? Ese hombre estaba loco, pero el mundo estaba lleno de cosas locas.

Celia se despertó primero, vio a Isabel y sus ojos se iluminaron al igual que la sonrisa de su rostro, la abrazó con un poco de fuerza.

  — ¡Que bueno que estas bien! —

Isabel correspondió ese abrazo aunque sus músculos dolieran, era necesario para ella abrazar a las niñas, saber que estaban bien y que ese hombre que se había comunicado con ella no les hubiera hecho daño.

 — Todo esta bien ahora, Celia, dime ¿Les hicieron algo?— La chica negó con la cabeza, la niña estaba al borde del llanto, todo había sucedido tan rápido que no había tenido oportunidad de llorar por el miedo que tuvo cuando Isabel estaba inconsciente.

  — Estamos bien, no nos hizo nada, nos trajo y dijo que te iba a curar, que él iba a protegernos ¿Nos vamos a ir de aquí verdad?— 

— Por supuesto, nos iremos y entraremos en el bosque, en lo más profundo, buscaremos un lindo río y ahí nadie va a poder encontrarnos, no volverán a lastimarlas, nadie —

Celia volvió a abrazarla, hundió su cara en el camisón y sollozaba bajito, tampoco quería mostrarse tan débil frente a Isabel, iba a demostrarle que ella también podía ser una chica responsable. Su corazón se removió un poco, esas niñas se habían convertido en su motor para continuar, para no abandonarse, porque si lo hacía no iban a tener esperanza ellas solas. Carol continuaba dormida, era la que más cansada había estado y no la culpaba, todo ese tiempo con el vampiro había sido una pesadilla. Recordó al hombre que le había ordenado quedarse en cama y pensó que tal vez habían salido de una pesadilla para entrar a otra, si eso era así, ella tenía nuevas fuerzas para pelear por ellas. Lo sintió, otra vez esa sombra rondando en su mente, había encontrado la forma de pasar algunas barreras, las suficientes para hablar con ella y recibir algunos de sus pensamientos, no tuvo tiempo de moverse para ver a la pequeña Carol, ella supo el momento en el que Ferenc estaba de pie, frente a la cama, observandola a ella y a Celia abrazadas.

  —Me alegra que puedan abrazarse de esa manera— 

Isabel giró su cabeza para verlo, no pudo cometer un error tan grande, inmediatamente se perdió en sus ojos, esos ojos verdes que ahora la dejaban hipnotizada, con ganas de acercarse para solo acariciar ese rostro masculino y perfecto.

  —Isabel...— Ferenc solo dijo su nombre y su corazón se exaltó —Celia, tengo que curarla de nuevo ¿Te dije que iba a hacerlo, no?—

La pequeña asintió con la cabeza, limpió las lagrimas con sus pequeñas manos, Isabel terminó de limpiar esas lagrimas con el camisón que llevaba puesto.

  — Revisa a Carol, tal vez  cuando despierte, estará feliz de verte, cariño— Isabel animó a solo moverse un poco, pero eso dejaría a ese hombre apartado de las niñas.

 No voy a lastimarlas, te lo dije ya, eres mi compañera, mi único propósito es cuidarte, procurar tu bienestar y felicidad.

Te dije que salieras de mi cabeza.

No querrás que espantemos a las niñas con esta discusión absurda, sívament.

No sé que significa eso.  Tampoco iba a admitir que la forma en la que lo decía derrotaba las barreras que intentaba poner en su corazón exaltado.

Significa, mi corazón, eso es lo que eres para mí y más, eres mi vida ahora, sívamet. Ahora relájate para mi, voy a sanarte de nuevo, después tengo que ir a alimentarme, estoy seguro que tu cuerpo te duele y quema

¿Cómo sabes todo eso?

Te dio a beber su sangre, la sangre del vampiro es ácida y corrosiva.

Bien, te dejaré curarme pero después me iré con las niñas.

Tendremos tiempo para hablar sobre nuestro futuro después de que estés completamente sana.

Encuentro OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora