capítulo 9

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Pasaron unos días desde que estoy aquí, he seguido paso a paso el cuaderno, mientras pienso como escapar,cada noche se llevan a un grupo de personas, y no se las ve más, pronto seria mi grupo, no sé si los he convencido para hacerles pensar que no tengo mi personalidad, pero de no hacerlo me pasara como al hombre de hace un día, había llegado con la intención de instalarse y ya no pudo salir, se negó a quedarse, y lo torturaron, hoy parece aislado como los demás, con moretones, sus ojos se ven perdidos, arrastra sus pasos, tiene las manos quemadas y le faltaba un trozo de su oreja.

Estuve trabajando en un plan para escapar, era complicado pero tenía que hacerlo, no me iba a morir allí, había pasado por mucho para quedarme en aquel sitio, por lo tanto cada noche seguía las recomendaciones del cuaderno, era mi guía de supervivencia, ahora era tan mío como el que lo escribió.

Tenía mis esperanzas depositadas en aquel cuaderno y en mi astucia, dejaría que pensaran que ya era una de las “marionetas”, luego al pasar mi grupo, atacaría a uno de esos infelices, sin que lo esperen, tomaría su arma y amenazaría al vigilante, esperaba que estuviera uno solamente y para eso debía correr con mucha suerte.
Pensaba todo esto imaginando cada paso en mi cabeza y rebobinando lo, como si lo necesitara.

Había una chica sentada en una de las bancas del patio mirando al vacío, su cabello era largo, castaño,  tenía un rostro fino y parecía de unos veinte, tenía las manos juntas y las rodillas pegadas, estaba algo perdida y se veía pálida, sus labios no tenían color, estaban entre abiertos, como si tuviera sed, como si necesitara agua, pero no iba por ella, solo estaba perdida en el espacio, sentí lastima, no imaginaba lo que le hacían a esta gente que ingenuamente se quedan y ya no pueden irse, yo definitivamente no iba a ser ella, definitivamente no iba a terminar así, pero por un momento,por alguna razón me vi en un  espejo, por alguna razón sentí que era ella perdida en el mundo.acudí mi cabeza, debía centrarme, seguir repasando los pasos.

En las notas que estaban en el cuaderno me hacían repasar ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿porque estoy aquí?, ¿quiénes son?, una y otra vez cada noche porque “si por alguna razón no puedes recordar algo de tu pasado o no  sabes responder estas preguntas de aquí, debes preocuparte, ya que de no saber responderlas indican que pierdes la memoria gracias al gas que se libera por las noches”.

Mi nombre es Riley Sanders, vengo de la gran muralla, soy hija de un coronel demente- recitaba en voz baja- estoy aquí contra mi voluntad, he visto lo que hacen si intentas irte- continúe- si no  me voy pronto me volveré un zombi y no quiero ser un zombi- me dije- no quiero terminar como esa chica- seguí mientras tragaba saliva- no quiero terminar como Hanna.

Imagine por un momento su sonrisa llena de vida, su mirada curiosa, nuestros momentos de amigas, nuestras conversaciones por las noches, llenas de secretos de la otra, apoyándonos todo el tiempo, nadie me conocía mejor que ella, y hasta ese momento no la había pensado, solo me había preocupado por salir de la muralla, ahora estoy atrapada, solté unas lágrimas y solloce.

-oh Hanna, cuanto lo siento, me lamentaba en voz baja con mi voz quebrantada.

No podía hacer nada, ella había muerto, y la extrañaba, cuando había tenido un mal día ella me reconfortaba, era un rayo de luz cuando todo estaba tan oscuro, era un ser bueno, y yo pensaba que abandonándola le salvaría la vida.

Me quede en silencio en aquella habitación oscura.

Mis lágrimas corrieron por mi rostro, y me fui quedando en plena oscuridad, sin darme cuenta ya me había dormido, sin protección entre mi boca y la nariz, solo me fui dejando llevar por el sueño, mi cuerpo entro en plena tranquilidad.

Escuche una alarma, era de día, las camas estaban empezando a quedar vacías, me levante y ya se hacia la columna en la salida, me pesaba levantar mis pies, y no tenía hambre pero sabía que era hora del desayuno, no tenía ganas de hacer nada más, mis ojos me pesaban, pero por alguna razón los dejaba abiertos, fijos en alguna parte de la habitación,  salimos al comedor y tome mi bandeja, sabía lo que tenía que hacer, mis pasos eran lentos, solo estaba cansada, era eso, deje caer la comida en mi plato sin fijarme que era, camine pesadamente a una mesa, y sin mirar a ningún lado solo me senté a terminar mi plato, mire mi comida, por algún motivo solo miraba mi plato, no podía tomar mi utensilio, solo veía mi alimento, lo contemplaba pero sin detallarlo, en ese momento me encontré perdida, pero no en mi plato si no dentro de mí, algo no estaba bien, ya nada me asustaba, nada me dolía, ya no pensaba, nada podía sorprenderme, estaba en un cuerpo sin alma, y me sentí así,  nada me preocupaba, continúe contemplando mi plato con mi mente en blanco.





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