For you

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Los chicos se acercaron a él amenazante:

-Ni se te ocurra volver a revelarte...

Ella salió de sus pensamientos al escuchar que alguien había gritado su nombre. Miró a su alrededor, las miradas se dirigían a una escena que ocurría a sus espaldas. Se giró y vio a un chico en el suelo siendo golpeado por unos cinco o seis alumnos. Se echó las manos a la boca, no sabía que hacer. Escuchó unos murmullos de dos chicas:

-Y todo por defenderla a ella -susurraron mirándola.

Ella se quedó sorprendida y extrañada, ¿quién iba a defenderla? Fuera quien fuera no merecía todos aquellos golpes.
Se levantó enfadada y se dirigió a ellos:

-¡Eh! ¡Parad!

Uno de ellos de dio la vuelta:

-¿Pero que pasa hoy? ¿Os a picado el bicho de la valentía o que? ¿A caso pensáis que nos vais a poder?

-A mi me da igual que seas una chica, debes de saber tu posición.

Sin esperarselo, acabó en el suelo a causa de un puñetazo.
Todo el mundo reía o se escandalizaba, pero acababan yéndose de ese espectáculo, dejándolos solos.

Cuando los pasillos quedaron en silencio y vacíos, solo se veía a ellos dos tirados en el suelo, sin moverse, ensangrentados. Lowell abrió lentamente los ojos y se sentó con suavidad, miró a su alrededor y no vio a nadie, hasta que giró la cabeza y pudo ver, a unos pasos de él, a su musa tirada en el suelo e inmóvil...
Como pudo se arrastró hasta ella y miró el moratón de su pómulo. Cogió su pequeña cabeza y la puso en sus rodillas acariciando su pelo con delicadeza y pensando que eso le había pasado por culpa de él:

-Lo siento mucho, no quería que acabaras así, solo quería salvarte, pero supongo que quien no tiene madera de héroe no puede convertirse en uno...

-Eres mi héroe... -susurró Christine con un hilo de voz.

Él se quedó atónito por su respuesta:

-Christine...

Ella abrió los ojos, se sentía mareada y le dolía la mejilla magullada. Miró a Lowell y se asustó al ver su aspecto, tenía el labio sangrando, una herida en la ceja, magulladuras en todo el rostro... No entendía como había tenido las fuerzas de levantarse e ir hacia ella:

-Tu cara... estás herido.

-No me importa, lo que me importa ahora es que mi musa esté bien.

Ella abrió los ojos sorprendida:

-¿Tú eres Scar? ¿Tú eres quien me escribe todas esas cartas?

Lowell tragó saliva, ya era la hora de salir del papel y cobrar vida:

-Sí, pero mi nombre real es Lowell, Lowell Avery.

Christine se sentó lentamente y puso su mano en la mejilla, le dolía, pero tenía suerte de que no le hubiera ocurrido nada más. Se puso en pie y le extendió la mano a Lowell para que se levantara:

-¿Por qué? -preguntó ella.

-¿Por qué? -respondió extrañado.

-Sí ¿por qué me has defendido?

-¿Y por qué no hacerlo? Llevo mucho tiempo observándote y me tienes bañado en ti, no podía permitir que alguien te hiciera daño, no me podía permitir perder a esa persona que ha sacado una pizca de felicidad en mi triste corazón, no quiero que te hagan daño.

-¿Todo lo que me escribes en las cartas es cierto?

-Sí, todo, ni una sola palabra que hayas leído en esos papeles es falsa.

Christine sacó de su bolsillo un pañuelo de seda, se acercó a una fuente de agua del pasillo y lo mojó. Seguidamente, se aproximó a Lowell  y acarició con la tela su labio:

-¿Qué haces? -preguntó nervioso al tenerla tan cerca.

-Limpiar tus heridas -dijo sin mirarle a los ojos.

Él cogió su mano para que parara, ella le miró patidifusa:

-No quiero que limpies mis heridas.

-No sé si eres consciente de que la causa de ellas soy yo, déjame ayudarte, te lo debo.

-No quiero que lo pagues así...

-¿Y cómo?

-Quiero que me prometas algo.

-¿Una promesa? ¿Solo eso?

-Sí, solo eso, no te pido nada más.

Hubo un silencio, ella esperaba que Lowell le dijera cual era, pero él estaba pensativo:

-Christine, prométeme que todos los días, sin importar que pase, deberás ir a las cinco bajo el almendro que hay en la colina tras el instituto. Da igual que llueva, o que estés enferma, todos los días a las cinco debes estar allí.

-¿Para que?

-Prométemelo, es tu forma de pagarme.

-Está bien... a partir de hoy, a las cinco estaré todos los días bajo el almendro, pase lo que pase.

Él sonrió aliviado, no pensó que ella aceptaría.

Death promisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora