I come for not stay

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Desplegó el papel lentamente y lo estiró como pudo:

"De nadie seré, solo de ti.

Hasta que mis huesos se

vuelvan cenizas, y mi

corazón deje de latir...

_Pablo Neruda_ "

Christine se quedó anonadada, ¿de dónde provenía ese avión? Miró a todas partes, pero no vio a nadie. Enrarecida y asustada, se levantó y salió de allí.


Lowell no esperaba que la reacción de ella fuera esa, a lo mejor se asustó porque no firmó con el nombre de Scar, pero no iba a parar, necesitaba decírselo aunque fuera a través de esos poemas.

Salió de su escondite e hizo lo posible por volvérsela a encontrar por los pasillos, pero era como si hubiera desaparecido. Regresó a casa tras las clases sin parar de pensar en ella y pronto vio que su reloj marcaría las cinco. A pesar de lo sucedido, pensó que ella iría a su encuentro, aunque la última vez no fuera; o eso pensaba él. Antes de salir, su madre le vio:

-¿Dónde vas?

-Voy con Christine, donde siempre vamos a las cinco.

-¿De verdad piensas que va a ir? -preguntó riendo levemente.

-¿Porqué lo dices?

-Ella me llamó ayer por la noche, dijo que sentía haberte mentido, que todo era una farsa para hacerte sentir mejor, pero que ya había llegado demasiado lejos. Dijo que no quería que te acercaras, que eso debía terminar.

Lowell se quedó parado, no sabía que hacer:

-No me lo creo, si ella no me lo dice de sus labios.

-¿A caso ella hoy no te ha dicho nada? -preguntó su madre extrañada.

Lowell se quedó pensativo, y tenía razón, le había dicho que se alejara, pero ella había mencionado algo de una novia y de que era él el que mentía. Eso le hizo pensar que algo raro estaba sucediendo:

-Da igual, ella me prometió que todos los días quedaría conmigo a las cinco bajo el árbol, y nunca rompe sus promesas.

Sin dejarla terminar, se fue hacia la colina. Eran las cinco en punto cuando vio a Christine subir la colina:

-¡Christine! ¡Pensé que no vendrías! -gritó emocionado.

Ella no le miró ni le respondió, subió a la cima, se dio la vuelta y comenzó a bajar de nuevo:

-¿Christine? -preguntó siguiéndola- ¿Qué haces? -dijo parándola.

-Tú dijiste que solo tenía que venir, no hacía falta que me quedara.

-Me lo debes.

-¿Cómo que te lo debo? -dijo enfadada.

-Ayer no viniste.

-Perdona, vine, pero como ya te he dicho, solo cuenta venir no quedarse.

.¿Porqué estás así?

-Lowell, te dije que no te acercaras a mi, ni me miraras, ni me hablaras. Te dije que salieras de mi vida.

Lo empujó y se fue.


Volver a repetir esas palabras le habían dolido. Ella lo quería mucho y no soportaba tener que decirle eso, pero él se lo había buscado, había sido él quién le había hecho daño.

Estaba caminando sin rumbo, no quería regresar a casa hasta que su mente olvidara a Lowell. De repente, algo le golpeó la espalda. Se dio la vuelta y, atónita, vio otro avión de papel. Se agachó y lo recogió con sus frágiles manos, lo abrió y comenzó a leer:

"Podrá nublarse el sol eternamente;

podrá secarse en un intente el mar;

podrá romperse el eje de la tierra

como un débil cristal.


¡Todo sucederá! Podrá la muerte

cubrirme con su fúnebre crespón;

pero jamás en mi podrá apagarse

la llama de tu amor.

_Gustavo Adolfo Bécquer_"

No sabía de quién eran pero cada vez le asustaban más por muy dulces que fueran. Alzó la mirada y solo vio a una sombra correr. Sin pensárselo dos veces, corrió tras la sombra pero pronto la perdió.

Agotada, decidió volver a casa de una vez por todas. Era imposible que en un día olvidara a una persona que ha estado con ella mucho tiempo y le haya hecho querer estar con él toda su vida.



Death promisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora