I tell you in paper airplanes

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Al día siguiente, se sentó en su pupitre y vio a la gente pasar. Holly entró en clase y fue a ella corriendo:

-¡Flore de loto! -exclamó.

Christine la miró:

-¿Porqué te fuiste ayer?

-Emm... porque... recordé que tenía cosas que hacer -dijo forzando una sonrisa.

-¿Algo que hacer a las diez de la noche? Christine, a mi me lo puedes contar todo, ¿porqué te fuiste? Si no te caigo bien... solo dímelo.

-¡No! ¡No es eso! Solo que...

En ese momento, entraron el grupo de chicos de la cafetería. Ella se cayó y tragó saliva mientras veía como se reían de ella. Holly se giró y lo vio:

-Ohhh, ya entiendo, no te preocupes -dijo poniendo la mano en el su hombro.

Holly se dirigió hacia ellos y Christine escuchó como les gritaba y les regañaba por lo que hicieron. Al terminar, simplemente la miraron mal y se sentaron entre murmullos:

-¿Ves? No tienes de que preocuparte -le repitió sonriendo.

Christine intentó sonreír como agradecimiento pero no pudo, los recuerdos de lo ocurrido con Lowell le iban y venían y le prohibían sonreír ese día.

El día fue avanzando, ella estaba más distante de lo habitual, estaba en una disputa interior pensando en si ir a su encuentro a las cinco o no. En ese momento, Lowell corrió hacia ella al verla en el pasillo:

-¡Christine! -exclamó alegre.

Ella se dio la vuelta y antes de reaccionar, tenía a Lowell abrazándola:

-Christine, siento haberme ido ayer así, siento no poder haberte respondido, siento...

-No importa, tu novia te esperaba -dijo cortante.

Él se apartó y vio su cara seria:

-¿Novia?

-Lowell, no hace falta que me mientas más, gracias por hacerme sentir querida por unos meses pero ya no necesito más mentiras.

-¿De qué hablas?

-Basta, no sigas.

Lo partó de su camino y siguió andando, pero de repente, alguien le tomó de la muñeca y la giró:

-Christine, no se de que hablas, pero quiero que sepas que no mentí en ningún solo día que estuve contigo, todos esos te quiero estaban llenos de significados, todos esos abrazos y caricias eran hechos desde el corazón, y si hubiera podido... habrás tenido miles de besos cada día.

-Lowell, no sé si te darás cuenta de que con esto solo me haces más daño, no me haces bien, me haces sufrir, así que... 

-¿Qué vas a decir? -dijo Lowell temeroso.

Los ojos de Christine se inundaron de lágrimas que no querían salir:

-Aléjate de mi.

Loqell se quedó paralizado, eran las palabras a las que más miedo tenía.

-No, no quiero.

Christine le quitó la mano de su muñeca:

-Aléjate de mi, sal de mi vida, no vuelvas nunca, no me hables, no me mires, no pienses más en mi.

A continuación, ella se dio la  vuelta y se fue dejando caer sus lágrimas por sus mejillas. Se puso la capucha y se metió en la biblioteca.


En Lowell resonaban esas palabras, esas palabras que no querían que algún día salieran de los labios de Christine, esas palabras a las que tanto miedo temía, esas palabras que acabó escuchando y le hundieron en una tristeza absoluta.

¿Qué haría sin ella? Su vida no valía nada si Christine no estaba en ella. Ahora se había convertido en algo intocable. La tenía tan cerca y la sentía tan lejos... ¿Qué había sucedido para que ella le dijera aquello?

Intentó pensar y descubrir el motivo pero no lo hallaba. Era un enigma por el cual todo se había derrumbado.

Se dirigió a la biblioteca y la observó desde detrás de las estanterías. No podía quedarse callado y ver como la perdía lentamente, así que buscó y rebuscó por toda la biblioteca hasta encontrar la sección que tanto amaba. Los poemas españoles eran los que más les gustaban y donde encontraría las palabras adecuadas para decirle a Christine lo que sentía. Volvió tras las estanterías y arrancó una página del libro, hizo un avión de papel y lo lanzó a su mesa.


Christine se quedó extrañada al ver como sobre volaba por el aire un gracioso avión de papel, hasta que cayó en su mesa y la sorpresa la encadenó. Curiosa por saber lo que decían aquellas letras que se veían, desplegó el papel.

Death promisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora