-No, no lo digas...

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Las palabras desaparecieron.

Caminábamos por los pasillos del piso superior hasta sentir como una gran brecha que nos separaría desde ahora.

Pese a tener su mano sujeta a la mía no, ya no se podría sentir igual.

...

Al bajar por las escaleras los problemas se incrementarían al ver a mi padre más que sorprendido.

Enseguida su reacción sería separarme de Guillermo.

Pero...

Pero...

-Suéltame!

Lo que nunca había hecho lo haría ahora. Le grité a papá para salir corriendo con Guillermo, su maqueta quedó en el piso.

Las miradas de los que aún estaban en los salones nos veían, escucharían el grito de papá reclamar mi nombre.

-SAMUEL! ...

No voltee pese a querer explicarle no quería que nadie me alejase más de Guillermo.

Pasamos hasta llegar a su carro.

Agarré las llaves ya que a pesar de parecer Guillermo un chico seguro la impresión al escapar de papá lo inducía a lo inmóvil de sus sentidos.

El camino sería incierto.

Guillermo volteo para percatarse de mi padre e intentar convencerme de que detuviera el carro.

Pero sus palabras no harían que lo hiciera, pise el acelerador y cambie la velocidad del carro.

Salimos...

Escapamos...

No sabía dónde y tampoco creo que importe si estoy cerca de él.

Explicar cada acto que cometía sería ilógico; era tener un comportamiento adolescente de rebeldía por defender un sentimiento compartido con la persona que fue o es depositado.

Guillermo sonreía; sabía que le gustaba.

Lo acerque despegando un momento la mirada del camino para unir sus labios al mío.

Donde sea...

No importaría...

Él está conmigo...

...

Escuchaba las llamadas de ambos móviles.

Era papá, Lana, sus padres, algunos compañeros.

-No respondas... -Sería su respuesta.

El aire era cálido.

Su respuesta haría que mi reacción fuese su aceptación a los actos que he cometido.

Otra vez las palabras no serían necesarias.

Nos alejamos un poco del carro para caminar.

Había mucha gente.

Era una plaza.

Sostuve a Guillermo de la cintura para abrazarlo como jamás lo he hecho con alguien.

Sé que su pena sería quizá alejarme o algo parecido.

El momento lo amerita.

Las señales de algo que ha empezado a ser un imposible nos ha condenado.

Pero no dejaré que nos destruya.

...

Él no paraba de apegarse a mis labios y yo de besar su cuello delante de muchas personas; ya nada importaba.

Puedes romperlo. /WigettaWhere stories live. Discover now