CINGULOMANIA
"n. a strong desire to hold a person in your arms"Dolía.
Era simplemente tan doloroso...
Sin embargo... había belleza en ese crudo dolor que atenazaba su pecho cada vez que lo miraba.
Ese dolor, ¿era amor, cierto?
La mirada azulada de la leyenda viviente siguió los movimientos de su subordinado con intensidad. La manera en que su cuerpo se contorsionaba al ritmo de la melodía le causaba agradables escalofríos que recorrían su columna. La elaborada coreografía se desarrollaba al son de las notas que estremecían la pista, y Yuuri patinaba sin ser consciente de la belleza que su mismo ser creaba. Algo tan irreal, que podía cuestionar la veracidad de su existencia misma.
Lo amaba.
Vaya que lo amaba. Y eso le partía el alma.
Llevaban juntos ya un par de años, sus caminos seguían entrelazados desde que Viktor se rehusó a abandonar su posición como su entrenador personal, a pesar de las difíciles circunstancias a las que tendría que atenerse para permanecer en la cercanía de su ser amado, sin embargo su relación se había estancado.
No eran novios.
No eran amantes.
No eran nada.
Sólo un entrenador con su patinador con unos cuantos documentos firmados en común, los cuales pronto tendrían que ser desechados.
Compañeros de pista con memorias en común.
Nada más.
El peso de su pecho se hizo insoportable al notar la mirada –reflejo de la suya- que recaía sobre el joven japonés.
Viktor no era el único que amaba a Yuuri.
Su novio también lo amaba... y Yuuri lo amaba a él...
Phichit observaba al joven patinador con adoración, cada cruce de miradas hacía surgir miles de emociones en su interior. Jamás creyó que fuera posible amar a alguien con esa intensidad, amaba a Katsuki desde el momento en que pisó la pista de Detroit y en ese entonces supo, que jamás podría amar a alguien como a él.
La declaración había sido fortuita, inesperada. Su boca había actuado por sí sola y sus sentimientos se revelaron como si se levantara el telón de una obra de teatro. En ese entonces, juró que su mejor amigo lo rechazaría sin miramientos. El daño que Viktor le había causado era irreparable, y el tailandés lo sabía, sabía que en esos momentos el corazón de su amado latía por el bello ruso de cabellos platinados, sin embargo lo dijo. Le dijo a ese tonto y tímido japonés que lo amaba, fue entonces cuando el borrador de su diario se convirtió en libro, y la palabra ellos empezó.
—No puedo creer que lo hiciera... ¿¡POR QUÉ HARÍA ALGO COMO ESO!? —la voz desgarrada del chico de corazón rotó atravesó la habitación llena de frustración. Las lágrimas asomaban su mirar, convirtiendo aquellos ojos de antaño comparables con el más dulce de los chocolates, en las imponentes rocas contra las que se estrellaban las embarcaciones durante una tormenta.
Abrumado por las emociones que lo asaltaban caminaba de un lado a otro con manos temblorosas, su mundo se estaba cayendo a pedazos. Viktor había tirado su mundo a pedazos. Y si se detenía, estaba seguro de que él también se rompería en miles de fragmentos, podía sentir las grietas crecer desde su pecho extendiéndose bajo su piel, el rechinido de cada parte al resquebrajarse, y la fuerza de voluntad que las mantenía unidas en una sola persona tambalearse frente a la agonía que aquejaba su pecho.
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εσείς (Tú)[EN EDICIÓN]
FanfictionMira mi llanto, no desvíes tus ojos. Es tú culpa. Mírame. Estoy destrozado por tu amor. Míralo. Él promete reconstruir lo que has roto. Mírate. Lleno de promesas vacías y un amor vanidoso sin sentido. Me dices te amo No es suficiente. Ya no. Portad...