Habían pasado 2 semanas. Seis planos. 4 obras. Y 18 sueños húmedos con una sola mujer. Margaret Nicolasi estaba presente en cada segundo de la vida de Dylan. Se había permitido soñar con ella y hasta tocarse. Pero lo que colmo el vaso fue estar distraído en una construcción y casi ser aplastado por andamio. Cuando se dijo que no podía seguir hací, le fue aun peor. Los sueños se hicieron más frecuentes y los momentos mas íntimos con otras chicas eran sosos y aburridos. Sobre todo cuando quería sacar a Margaret de su cabeza y terminaba diciendo su nombre al terminar.
Era humillante.
11:45pm
La trazada del lápiz fue limpia y al alejarse para encuadriñar el plano, asintió satisfecho. Cuando Dylan miro el reloj en su muñeca, suspiro y se dijo que aunque no quisiera ir a su casa tendría que hacerlo pues al día siguiente o mejor dicho, en unas horas tendría una reunión para presentar el plano final y poner una fecha para empezar a construir. Se enderezó y enrolló el plano mientras se dirigía a guardarlo en la pequeña habitación acondicionada para ello. Mientras lo guardaba y acomodaba los demás escuchó el suave chirrido de la puerta del despacho al abrirse.
-Ya me voy, Mark. Te dejare el edificio para ti solo.
-No quiero el edificio para mi sola.
Los montones de planos se resbalaron de los brazos de Dylan y terminaron desparramados en el suelo mientras el empezaba a mirar por la habitación. Su primer instinto fue buscar un lugar por el cual poder escapar, pero después se dijo que eso solo lo hacia un cobarde. Dylan se giro respirando profundo y con paso firme salio de la habitación. Estos perdieron firmeza cuando, en el despacho, deslizando sus largos dedos por la mesa de cristal, encontró a Margaret que sonrió al verlo.
-Dylan.- dijo dándole un golpesito al cristal. - Es tan delicioso verte.
Dylan sabía que tenía que responder pero su poca cordura se había ido corriendo al ver el vestido que se aferraba al esbelto y atlético cuerpo de Margaret. Ella, al ver donde se perdía su mirada, se movió y se acerco a el con un suave contoneo de caderas. Al colocarse frente a el, levanto las manos y las puso con suavidad en su corbata desaliñada. Dylan la miro con atención y entre abrió los labios al ver que tiraba de ella para luego dejarla caer al suelo. Después siguieron los botones de la camisa, cuando esta siguió la camisa y Margaret fue a por su pantalón por fin el encontró la conexión hacia su boca y su cerebro que le ordeno alejarse de ella.
-¿Que haces?- le pregunto Dylan.
Margaret le sonrió y se acerco a la mesa apoyando su trasero en el borde e inclinando su cabeza hacia atrás, haciendo que su melena oscura casi rozara la superficie plana.
-¿Sabes de donde vengo, Dylan?
-No.
-Vengo de casa de un hombre.- Margaret lo miro atentamente y una sonrisa endemoniada se instalo en su rostro al ver el sonrojo de ira que se expandía por el rostro de Dylan.- Primero cenamos, después me suplico que le enseñara mis artes...y no las culinarias.-Se río.- Luego cuando términos me pregunto si volvería y yo le dije que visitaría a un amigo y le propondría unas condiciones que si el aceptaba me alejaría de el por un tiempo. Y aquí estoy, enseñándole mis cartas.
-No entiendo.
Margaret se enderezó y con mucha delicadeza, interno las manos en su vestido y se quitó las bragas. Dylan las miro y luego miro el rostro de ella.
-Desnudate y te las enseñare.
-¿Que? Apenas y nos conocemos. Ni siquiera hemos tenido una cita.
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EL SUSURRO DEL SUMISO-PAUSADA-
Romansa«-¿Que tienes que decir? -Na...na...da. -No te oigo, Dylan.-Margaret, detrás de el, giro e hundió aun mas el dedo en su trasero tocando aquel punto jamas tocado. Dylan apretó los ojos y tenso las nalgas en acto reflejo preparándose por el golpe que...