Sombras

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Sombras a plena luz del día; personas que caminan y hacen sonidos, pero que no están realmente ahí; gatos sin sentido; manchas que se mueven; miradas en la oscuridad; muerte detrás de los vivos; vivos detrás de la muerte.

Te preguntás cuándo todo va a terminar, pero parece no haber respuesta; parece no haber pregunta. ¿Lo pregunté realmente? ¿Lo imaginé?

Las sombras se vuelven personas, y con ellas sus voces pintan los matices de mi vida: los más oscuros son los que más a menudo se presentan, esas voces que no se callan, las que quieren destacar, las que quieren que despierte, que no duerma, que mi insomnio me consuma y que no vuelva a ser yo; que la persona que era antes (o que nunca fui y creí ser), nunca vuelva a resurgir. Las que quieren que viva, provienen de a lo lejos, de lo más recóndito de mi mente, de esos lugares en donde el sol no llega, pero no se escucha, y cuando quiere que luche, parece que llega demasiado tarde.

Las sombras se vuelven personas, y con ellas sus rostros desfiguran mi vida, apagándola, tiñiéndola de un gris oscuro que se vuelve negro a medida que el invierno llega, a medida que la noche se instala en mí y no quiere soltarme, incluso cuando está amaneciendo, incluso cuando mis gritos de ayuda la sofocan. Ella se aferra y no suelta, como quien se empecina con su sueño y lo persigue hasta conseguirlo. Tal vez su sueño sea matarme, tal vez su sueño sea conseguir que yo me mate. Tal vez se lo conceda, sólo por esta vez.

Las sombras se vuelven personas, y con ellas, me vuelvo una también.

Mi vida antes de la recuperaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora