"Uno no muere de suicidio, muere de tristeza". Es una cita que me va y viene en mi mente hoy. La tristeza te consume, y en altas dosis, puede producir una depresión que conduce a decisiones que pueden o no, terminar nuestras vidas.
Me encontré a mí misma pensando hipócritamente en por qué la gente se suicida, cuando yo lo intenté irremediables veces. Cuando una persona quiere terminar con su vida, es porque ya siente que no le queda nada, casi nunca es así, pero es lo se siente, no porque mienta, sino porque su depresión es tan grande, que apaga todos sus sentidos, y ciega todo lo que queda. La cama se vuelve el único lugar para estar, tu nueva mejor amiga; alejás a todos los que te rodean, querés estar solo. Pensás todo el tiempo en por qué las cosas son como son, por qué cometiste esos errores y por qué sos tan débil en todo. Resaltás cada uno de tus defectos y no hay otro pensamiento en tu mente que no sea el pasado. Te importa mucho lo que los demás piensen de vos, así que tratas de ocultar tu gran tristeza. Te gustaría cambiar todo a tu alrededor, incluyéndote, quisieras ser otra persona, pero es imposible. Llorás todos los días y entrás en crisis. No sabés qué más hacer para mejorar tu vida, pero tampoco es como si estuvieras haciendo algo para que las cosas mejoraran. No tenés fuerza de voluntad, sos una persona totalmente diferente a la persona que solías ser, nadie te reconoce.
La misma chica que ríe de día, es la misma quellora hasta quedarse dormida
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Mi vida antes de la recuperación
Non-FictionSanar viene en etapas. Y como la luna, pasamos por fases de luz de oscuridad y de todas las que estén en el medio. Y aunque a veces no parezca, siempre, siempre, sos una persona completa.