Hércules

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Skay visualizó como Hércules entraba por la ventana e iba directamente a su plato de comida. No evitó reír cuando lo vio volver hacía ella muy enojado al no encontrar lo que buscaba.

Llenó su plato y quedó petrificada cuando escuchó el timbre.

Respiró profundo y le rezó a todo dios que existiese que hoy no fuera jueves a las siete de la tarde.

Desbloqueó su celular. Era jueves a las siete de la tarde.

Quiso chillar como nunca cuando entró en conciencia de que Seth estaba del otro lado de la puerta esperándola para ir al cine y ella seguía en pijama. Ni siquiera recordaba si se había cepillado los dientes.

Volvió a escuchar el timbre y dio un pequeño salto en su lugar. Maldijo en algún idioma en el que no se preocupó en reconocer y se acercó a la puerta.

- ¿Seth?
- El mismo.
- Dame un minuto para terminar -O comenzar.- de arreglarme ¿Si?
- Claro, ve. Yo te espero aquí.


Skay corrió a su  habitación y desde ahí gritó: 


- ¡La puerta esta abierta! 


Si iba a hacer que Seth la esperace que por lo menos lo hiciera dentro y no afuera un 30 de noviembre a las siete de la tarde en Inglaterra. 

Unos 15 minutos después, Skay salió de su habitación vestida y con los dientes limpios.

 Seth estaba allí en el sofá, sentado en el único mueble de su sala y acariciando a un Hércules que al parecer estaba muy convencido de que a Seth no le quedaban bien los zapatos con los cordones atados, él murmuró algo y volvió a intentar atarcelos, Hércules se lo impidió. 

Skay rió y Seth levantó la vista. 

Ambos sonrieron y Skay sintió ese leve cosquilleo en el estomago que ya la venía molestando desde hace unos días. Suspiró sin dejar de sonreír y se acercó al sofá. 


- Hércules no se acerca a cualquiera, le agradas. 

- Tengo cierto encanto con los animales... -Dijo Seth, mientras observaba a Hércules frotarse con sus piernas mientras ronroneaba.- Eso y que la gata de mi madre esta en celo.  


Skay sonrió con más ganas. 

Seth levanto la vista y  la miró a los ojos. 

Skay sintió como se derretía cuando las comisuras de Seth se levantaron en una sonrisa y luego pronunció en un susurro:


- Estas hermosa. 


Una explosión ocurrió dentro de Skay,  esa clase de explosión que ella no pensaba volver a tener jamás y oh, vaya estaba ocurriendo. Sintió como si hubiese metido los dedos en un enchufe y al mismo tiempo como si estuviese teniendo la experiencia más placentera que nunca había tenido en su vida. No. Era algo más parecido a que alguien le hubiese dado un golpe en el pecho y como si al mismo tiempo le hubieran inyectado alguna droga muy fuerte que le encantaba. 

No sabía qué le habían inyectado, o cómo o por qué. Pero dios, le encantaba. 

Mejor dicho, le encantaba Seth. 






Ese pedacito de mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora