Seth

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Seth se levantó del asiento con una sonrisa y salió de la sala tras Skay.

Había comprado entradas para la película que todas sus amigas, incluida su hermana, le habían recomendado para una perfecta cita. Según ellas, era la película que a toda chica le gustaría que la llevasen a ver.

Desde ese momento, decidió que no le pediría a nadie consejos para salir con Skay. Skay era única y lo único no se podía comparar.

- Dime, ¿no prefieres ir a cenar a mi casa? -Había preguntado Seth, vió como Skay dudó al instante, así que agregó.- O en la tuya si así lo prefieres.

Skay suspiró y negó con la cabeza. Justo cuando Seth esperaba ser rechazado, ella agregó:

- Sólo si compramos comida para llevar.

Seth sonrió de una manera que nunca lo había echo. Skay apartó la vista algo apenada, junto con una risita nerviosa que a Seth le encantó.

Skay no pudo dejar de pensar en que él era perfecto y que ella no haría nada para que siguiera siendo así. Es más, lo más probable es que lo arruinaría.

Caminaron en silencio hasta el auto y Skay no pudo evitar temblar cuando Seth le abrió la puerta para que entrará.

Y muchos menos evitar el pequeño jadeo que soltó cuando sus manos de rozaron.

Se metió al auto lo más rápido posible y cerró los ojos con fuerza. Era un estúpida.

Seth dio la vuelta por atrás y se sentó en el asiento del piloto. Le sonrió con esa sonrisa que no era perfecta pero brillaba como ninguna y a Skay se le fueron todos los miedos en un instante.

Quizá, sólo quizá, tenía que dejar de preocuparse por todo.

Ese pedacito de mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora