Skay estaba hace casi tres minutos intentando abrir la puerta.
Estaba lo suficientemente nerviosa como para que meter una llave en la cerradura se convirtiera en una tarea casi imposible.
Seth la miraba por detrás con una sonrisita burlona y divertida, una sonrisita que sólo lograba que Skay se pusiera más y más nerviosa.
En cierto punto cuando Skay ya tenía hasta ganas de llorar, Seth la apartó con un pequeño empujoncito y le quitó las llaves de las manos, sólo para abrir la puerta en menos de un segundo.
Skay se sintió una idiota con suerte cuando Seth entró a su apartamento, caminó hasta la mitad de la sala y le tiró las llaves para que ella las agarrara en pleno vuelo.
Ella dejó la bolsa con comida en la mesita de café y esperó a que Seth iniciará una conversación porque no tenía ni idea de que decir después de todo esto.
- Eres una chica extraña, lo sabías ¿no?
Skay asintió un par de veces divertida y Seth negó de la misma manera.
- Pero extraña de una buena forma, ¿eso lo sabías?
Ella frunció el ceño y él se le acercó lo sufieciente como para hacerla sentirse nerviosa otra vez.
- Casi ni te conozco y sé a la perfección que no hay nadie que pueda parecerse a ti de ninguna manera imaginable.
Y eso a Skay le sacó una sonrisa de las grandes, de esas que hace años no había visto en si misma, de esas que venían con una sensación cálida en el estómago y de esas que acababa de descubrir que le encantaban.
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Ese pedacito de mundo
Short StoryLas personas normales tienen un lugar donde se sienten a gusto. Skay busca el suyo alrededor del mundo.