capítulo 8

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Hola, lamento el retraso pero tuve algunos percanses antes de subir el capíulo, quedó un poco corto pero espero que les guste :p
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– Hola. – le dije sentándome a su lado lo más cerca que podía.
– Hola. – dijo sin mirarme.
Estaba muy concentrado en su lectura, pero la interrumpió en cuanto llegué.

– vaya que te gusta leer.

– si... mucho. –contestó.

– yo no tengo una biblioteca así en casa, esta es mucho mas grande, tienen muchos libros. La mía es mucho mas pequeña.

– 427 libros. – Me comentó. – Son de papá y mamá... son antiguos.
– Oh, entonces estoy en mi zona. – le dije en un tono orgulloso, yo amaba la literatura clásica.
– No... no es tu zona. – me corrigió.
– ¿qué?
– No es tu zona... es la mía... es mi casa. – me respondió. Instintivamente puse los ojos en blanco aunque el comentario mas que molestarme me causaba ternura.

– No me refería a eso Dexter.
– Hoy no fui a la escuela. – dijo después de unos segundos.
– Sí, lo noté, a propósito el profesor Martínez habló conmigo, me dijo que era tu amigo.
– Sí... él dice que es mi amigo.
– Y ¿tu lo consideras tu amigo? – le pregunté.
– Si, habla conmigo y es bueno.
– Bueno… yo le dije que era tu amiga. – solté de repente, al instante su rostro se iluminó, acompañado de una hermosa sonrisa.
– ¿tu me… consideras tu amiga también? – pregunté de nuevo nerviosa, sabía que era muy honesto pero aún así me daba miedo escuchar un no.

Si, -- respondió alzando la vista. – tu dijiste que somos amigos.
– y así es. – contesté. – Me da gusto que lo sepas.
Me vi en la necesidad de tocar su cabello, pasé mi mano izquierda rápido de su frente hasta su oreja, aquel gesto de reír y bajar la cabeza me parecía realmente tierno.

En cuanto sintió mi mano se retiró, pero volví a acariciarlo, trataba de no alejarse con todas sus fuerzas pero terminaba haciéndolo, no le gustaba que hiciera eso pero al parecer también le agradaba que le mostrara mi afecto. Juro que en ese momento sentía el impulso de abrazarlo y comérmelo a besos, lo hubiese echo de no ser por su condición.
– Tu padre es muy amable. – dije para hablar de otra cosa -- pero me pone nerviosa.
– mamá dice... que su cara no es amigable. – reí sonoramente.
– No es así, creo que sólo parece molesto. Pero es una persona muy amable. – Le dije.

Eché otro vistazo a la habitación, el señor Harrison debió irse a otra habitación lejana pues no se escuchaba ni un ruido lejano, después de unos instantes me concentré en la puerta que al parecer daba a un bello jardín.
– ¿qué hay ahí fuera? – pregunté.
– Es el jardín. – me dijo. – Mamá dice que puedo salir pero… que no puedo tocar sus flores.
– Pues es un día muy agradable, salgamos. – Me levanté y lo jalé del brazo para guiarlo, él no opuso resistencia, atravesamos la habitación y llegamos hasta la puerta, desde ahí se veía mucho mejor el exterior, era precioso.
En cuanto abrí la puerta se sintió el aroma del pasto, junto con el fresco ambiente gracias a una fuente en el fondo.

El jardín de los Harrison era enorme y bello, bien podía ganar uno de esos premios que les dan a los que mejor los adornan, era casi una obra de arte, justo en la puerta había una pequeña sección que tenía piso de azulejo, con una mesa y sillas debajo de un elegante toldo color blanco, todo lo demás era pasto verde y fresco, rodeado por un alto muro de concreto color blanco, en una de las esquinas yacía un estanque con una fuente en forma de cascada, se podía notar peces koi en el interior de este, en la esquina contigua estaba un enorme árbol el cual no tenía idea de como se llamaba, pero era enorme y daba una sombra que debía ser deliciosa, justo debajo había una banca para dos personas. - muy oportuno- pensé. Aunque por el momento no me apetecía sentarme ahí.

Amor En Tiempos De AutismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora