Capitulo 8

3.9K 325 198
                                    

Claro que te quedaste a dormir. En el transcurso de la tarde Benedict se había estado quejando de dolor de cabeza y estornudando esporádicamente. Más tarde, mientras veían una película en Netflix después de la cena, comenzó a respirar con dificultad. Al preguntarle cómo se sentía te dijo que bien, que solo le dolía la cabeza. Te sentías un poco culpable, era obvio que pasar la noche anterior mojado y con frio no le había hecho nada bien. Se quedó dormido sobre tus piernas en el sofá y unos momentos después también sucumbiste al cansancio.

Te despertaste por sus ronquidos unas horas después, claramente no podía respirar bien. Abriste los ojos y lo viste respirando con la boca abierta y bañado en sudor, cuando lo tocaste, su frente estaba hirviendo. Tenía muchísima fiebre. Lo despertaste cómo pudiste y lo mandaste a la ducha.

Regresó mojado, envuelto en una bata y tiritando de frío. Se quejó de que no podía respirar y de arruinar la noche pero no le hiciste caso y te acercaste a él con el termómetro que encontraste en el botiquín de emergencias, tenía 39 de temperatura y había que bajarle la fiebre como fuera, así que lo acompañaste a la cama, le diste un Advil y le preparaste un té de jengibre bien fuerte con limón.

- No puedo creer que me esté pasando esto – Se quejó envuelto en su enorme acolchado – No quería pasar la noche así, quería pasarla contigo pero...

- La estás pasando conmigo, ahora deja de quejarte y tomate tu té. Te hará sentir mejor.

- No puedo respirar, es tan molesto.

- Cuando te baje la fiebre, puedes darte un baño de vapor para descongestionar esa nariz de muppet – Se rió y se tocó la bandita que todavía tenía en la nariz, después te acercó para que te sentaras a su lado.

- ¿Cómo es que a ti no te pasó nada? Los dos nos mojamos en ese viaje. Estuve sintiéndome mal todo el día, disimulándolo lo mejor que pude y ahora esto y tú estás rebosante de salud, no es justo.

- Tal vez solo tengo las defensas un poco más altas que tú, en todo caso, alégrate, estoy intacta y puedo cuidar de ti hoy – dijiste colocando un paño frio en su frente.

El cerró los ojos y te dejó hacer. Le gustaba que lo consintieran. Cuando la fiebre bajó a 37 lo mandaste a encerrarse en el baño para que el vapor le descongestione la nariz y así pudiera respirar un poco mejor. Salió a la media hora y lo estabas esperando con una jarra llena de agua fría y sábanas limpias en la cama. Cuando te vio terminando de acomodar las cosas se quedó parado en medio de la habitación observando, se veía mejor pero estaba sorprendido.

- No quería ser entrometida, pero como ese es el único mueble de la habitación supuse que encontraría sabanas limpias allí.

- Las otras estaban empapadas ¿Verdad?

- Tenías muchísima fiebre y transpiraste bastante.

- No sé qué decir... creo que me voy a enfermar más seguido para que cuides de mí.

- No es necesario que te enfermes – dijiste acercándote a él y rodeando su cuello con tus brazos – puedo cuidarte siempre que lo necesites – terminaste estampando un beso en su boca.

- Creo que lo necesito mucho – dijo respondiendo al beso con ganas y llevándote hasta la cama. Se detuvo de repente – Espera, no quiero contagiarte nada.

- Tal vez yo te contagie un poco de salud – Comentaste y pareció conformarse. Te rodeó con sus brazos y unos instantes después se quedó profundamente dormido. Estaba exhausto.

Cuando abriste los ojos esa mañana, te encontraste con los suyos mirándote con dulzura:

- Buenos días bestia – dijiste hundiendo tu cabeza en su pecho.

- ¡Hey! ¿Qué clase de saludo es ese? – respondió fingiendo enojo.

- Emitías sonidos de monstruos anoche al no poder respirar del todo bien.

- Oh por favor, que vergüenza – dijo sonrojándose. Lo besaste.

- Hoy veremos a un médico ¿Está bien? –Indicaste saliendo de la cama.

- Pero ya me siento mejor y hoy tengo que buscar a los niños – Contestó un tanto frustrado.

- Lo sé, solo será una pequeña consulta ¿Tienes algún doctor de confianza?

- Mi amigo Frank es médico, él me prescribe cosas.

- Perfecto, llámalo – Ordenaste alcanzándole su celular.

- Pero...

- No me voy de aquí hasta que Frank te revise ¿Lo entiendes? – dijiste yendo para la cocina

- Está bien, mandona – gritó él mientras le dabas la espalda. Te diste vuelta y le dedicaste una mirada asesina, él te sacó la lengua. Era un niño de 45 años.

Habló por teléfono durante cinco minutos mientras preparabas el desayuno en la cocina, salió de la habitación y antes de meterse en el baño dijo:

- El estará aquí en media hora.

- Genial, podemos desayunar antes – Respondiste llevando dos tazas a la mesa.

Frank llegó a los 40 minutos porque el tráfico estaba cargado, revisó a Benedict en el cuarto y le preguntó si estaba tomando los suplementos vitamínicos que le había recetado hacía unas semanas.

- Tomar vitaminas me hace sentir un abuelo Frank, y sabes que estoy en la flor de mi vida – se excusó riendo.

- Mira, ya se lo que piensas pero tu estado de alto agotamiento y stress debido a la situación que estás atravesando con el divorcio y todo lo que se desprende de eso no hace más que bajarte las defensas – Lo reprendió Frank – Y debes estar fuerte para jugar con tus niños y – Se aclaró la garganta – con la niña que está en el comedor.

- Ella está en la puerta amigo – Dijo Ben, riendo. Frank se puso rojo.

- Lo siento, yo no lo decía con mala intención.

- Lo sé, no hay problema – Respondiste y volviste al comedor para darles un momento a solas.

- Ella también debería tomar vitaminas, también se mojó en el viaje – Se quejó Benedict – Tal vez se enferme en breve.

- No lo creo – dijo Frank auscultándolo – Ya se hubiera enfermado a estas alturas. Ten en cuenta que tus defensas están por el piso y que ella tiene ¿Cuántos?

- Quince años menos que yo.

- Eso lo explica todo, amigo – Respondió guardando su espéculo y sacando un bloc de notas para recetarle algún medicamento.

Cuando se fue, Benedict leyó los papeles que le había dejado su amigo, se sonrojó y luego se echó a reír. Le preguntaste que sucedía y te mostró las prescripciones de Frank. La primera era normal "Advil cada 8 horas, en caso de fiebre alta complementar con Tylenol. Tomar baños de vapor y Benadryl para la tos". La segunda era una nota con indicaciones más específicas "Noche de pasión con señorita preferentemente de entre 30 y 32 años para subir las defensas. Buen trabajo amigo! Es muy sexy!" Levantaste la vista sonrojada.

- Bueno, eres exactamente lo que me recetó el Doctor – Dijo Benedict y te levantó por la cintura para darte un largo beso, de esos que te hacían vibrar por dentro.


Hola a todes!!! Perdón por el capítulo corto pero me encuentro a mi misma escribiendo de a 10 o 20 paginas de word seguidas y después no se como dividir los capítulos y me pareció lindo terminar este acá. No se, no me maten. Se vienen cosas lindas para estos dos, les quiero! 

<3 <3 <3 

Blue Velvet [Benedict Cumberbatch y tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora