Capítulo IV "Señor Fantoche y señorita Erizo"

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Capítulo IV

Señor Fantoche y Señorita Erizo

Luego de algunas semanas le hablé a Marcia de él. No porque me interesara hacerlo, por supuesto, si no porque es mi mejor amiga y la idea no es guardar secretos entre nosotras. Además, Teresita Correa nos había invitado a una tarde de piscina en su casa y si el tipo estaba allí, era mejor que Marcia supiera quién era él desde antes.

Fue difícil decidir por dónde empezar, pero finalmente la historia se desplegó sola y comencé cronológicamente por aquella noche en la azotea de la fiesta. Marcia me escuchó atentamente, con las rodillas abrazadas (como es su costumbre cuando quiere concentrarse); y no dijo una palabra hasta que terminé mi relato. Asintió con la cabeza e hizo una pausa antes de hablar.

- Bueno, ¿Y qué tal...? – Preguntó, finalmente.

- ¿Qué tal, qué?

- ¿Qué tal se veía sin ropa?

- ¡¡Marcia!!

Todo le pareció gracioso, incluso que se refiriera a mí como "erizo amargado". A pesar de que discutí que el tipo era un fantoche insoportable y un presumido, ella opinó que no le parecía mala persona y que incluso hasta podía caerle bien si lo conocía. Yo pensaba que no habría demasiadas ocasiones para presentárselo, pues no estaba entre mis planes tener algún encuentro próximo con Alex Ramm.

Ahora, estaba el problema de la tarde de piscina en casa de Teresita.

Cuando ella llamó para invitarme e incluir a Marcia y conocerla finalmente, hice algunas preguntas sutiles para indagar si el tipo estaría en casa. Obviamente no dije "¿Oye, tu hermano va a nadar con nosotras?" (Demasiado evidente); pero sí quería saber si podíamos estar tranquilas, ya que yo iría (Créanlo) con un bikini. (Mamá y sus regalos de nuevo).

- Sí, no hay problema – Respondió Teresita, entusiasmada – Estaremos solas

- Pero, Teresita... ¿Tu hermano no tendrá la idea, quizás, de invitar a sus amigos... Y que al final nuestra reunión se transforme en una de esas fiestas como de comercial de cerveza? – Consulté, precavida

- No, no lo creo. No está en casa – Aseguró ella

- Pero podría volver, ¿No? – Insistí

- No, se fue a acampar a algún sitio, me parece. Se llevó una mochila con sus cosas y dijo que no volvería como en dos semanas. Eso fue hace un par de días

Respiré aliviada. No quería pasearme por su jardín mostrando el ombligo y que de pronto apareciera Alex Ramm con una tropa de tipos de su estilo para hacer comentarios en su mismo tenor sarcástico. Marcia opinó que le daba igual, así estuviera Justin Bieber tirado en ese jardín. Tenía calor y nadie le arruinaría su tarde refrescante.

La piscina era grosera, como de hotel: rectangular y de unos 15 metros de largo. Quizás más. En un costado caía una pequeña cascada desde un cúmulo de rocas estratégicamente apiladas. En el extremo más profundo había un trampolín y por el otro lado, una hilera de reposeras blancas. Bajo la sombra, en una mesa de vidrio, había bebidas y postres. Marcia la observó por algunos segundos con los brazos cruzados y luego comentó que nos habíamos hecho amigas del Gran Gatsby.

Teresita se había esmerado. Saludó a Marcia con entusiasmo y parecía muy contenta ante la perspectiva de tener no una, sino dos amigas estables. También ella llevaba un bikini rosado y contó que lo había usado solo una vez en la playa, pero que cuando Carolina Ferrari le comentó que parecía una morcilla envuelta en algo Hello Kitty, decidió no ponérselo nunca más. Marcia replicó que lamentablemente el cerebro de Carolina Ferrari no estaba a simple vista, o podrían hacerse un par de comentarios sobre su baja calidad. Teresita rió.

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