Capitulo 14

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 -Nie, ¿Qué haces aquí?.... ¡Daniela!

Yo no sé lo que tiene la vida contra mí pero todos me despiertan cuando estoy soñando con algo bonito. Al menos esta vez ha sido mi padre.

-Cariño, que te he visto aquí en el sofá, y creo que será mejor que vayas a dormir a la cama, que si no mañana te va a doler mucho la espalda y las sillas de clase no son muy cómodas que digamos.

-Vale papá, me voy a la cama.

Eran las cinco de la mañana, en dos horas sonaba el despertador, creo que no podría dormir en estas dos horas, tenía que recapacitar todo aquello que me había pasado soñando.

La verdad, es que cada vez me apetecía menos y se me hacía muy tonta la idea de tomar una decisión. Una persona con casi 17 años que tengo y creyendo que los sueños son de verdad, es que no me cabía en la cabeza, era una tontería.

Pero después de hacerme a la idea de que era todo cosa de mi cabeza, que todo me lo había inventado, miraba a la mesilla de noche y veía aquella carta, aquel sobre que en su interior ponía todo lo contrario y no era la única persona que le había ocurrido esto en la historia.

Si esto fuera verdad y me dejaran hablar con mi abuelo, puede que cambiara mi no rotundo de cambiar de mundo.

¿Para qué quería irme a vivir a un castillo de hielo?, si en aquel lugar hacia calor, en un par de días se descongelaría, o me congelaría en su interior. Además yo no quiero irme a vivir allí, soy feliz en mi mundo, tengo unas amigas fantásticas que me quieren un montón, al igual que yo a ellas, en mi casa estoy perfectamente, no necesito nada.

Mi pensamiento cambio mucho, yo siempre había querido vivir en un mundo como aquel, pero dejar a todo la gente que quiero por irme allí, no es que me hiciera mucho ilusión. Si al menos pudiera ir y venir, tener un armario donde meterme y salir cuando quiera o ir al andén 9 y tres cuartos. Pero lo tengo que dejar todo para irme allí. Mi decisión está clara, me quedo en el mundo en el que he vivido desde que tengo memoria, en el lugar donde he aprendido a caminar, a hablar, a vivir.

Me quedaba en este mundo, dijeran lo que dijeran, aquí es donde quiero vivir.

                                                                             ***** 

Al final conseguí dormirme, pero esta vez no había soñado nada. Lo agradecí mucho, pero ahora no había manera de levantarme. Con mucho esfuerzo conseguí salir de la cama, cambiarme, beberme un vaso de leche, coger el autobús, llegar a clase y sentarme en una de las cómodas sillas que hay.

El día se me pasó eterno y con pocas ganas de ver a Leo, o a Alex, ya no sabía ni cómo llamarlo. Pero seguro que cuando me viera me hablaría de la carta, algo que no me apetecia.

Puede que tuviera suerte y que todo lo ocurrido mientras dormía fuera lo que realmente es, sueños. Y daría lo que fuera por que lo fueran, no quería volver a ese mundo y menos que lo ocurrido fuera verdad.

Cuando estaba en el recreo, comiéndome mi bocadillo, sin apenas ganas de nada, estaba muy cansada, no dormir bien por la noche tiene algunos inconvenientes.

Estaba empezando ya a despejarme, gracias a Cata y Em, apareció, el querido príncipe de mi sueño que tan pocas ganas tenía de ver.

             -Hola chicas.

-Hola Alex- sonaron al unísono Cata y Em como si hubieran ensayado el saludo semanas enteras.

-Hola- no dije ni su nombre, la verdad es que no sabía ni cómo llamarle, tal y como se puso en el sueño cuando le llame Alex, prefería no decir su nombre.

El sueño de NieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora