capitulo 16 - Okapi

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                -Elia, despierta- escuché una voz que nunca había oído antes.

-Por muy irónico que parezca, tendrás que despertar- esa voz sí que me sonaba era Leo-Alex.

-Elia, cariño, aprovecha la noche o el día, según desde que mundo lo quieras mirar- la voz de Laia.

Sentía en mis pies el agua y escuchaba las olas del mar, sabía que estaba soñando, que estaba en el otro mundo, en el mundo de mis sueños. Cuando abrí los ojos, vi a Leo y a una especie de caballo, pero era un poco raro.

Tenía unos cuernos parecidos a los de una jirafa, todo el resto del cuerpo era igual al de un caballo, excepto las patas que tenían los colores de una cebra, eran con rayas blancas y negras.

Me levanté y vi a Laia en el agua, Leo se acercó a mí a darme un abrazo, mientras lo hacia me dijo al oído:

             -Gracias por venir, prometo no hablarte de esto mientras estemos despiertos.

-Me ha constado mucho pensármelo, ¿Pero no hay otra cosa que hacer mejor que esto? Así aprovecho el tiempo mientras duermo.

Leo soltó una carcajada y miró tiernamente hacia mis ojos, se estaba portando conmigo genial, después de lo borde que había sido con él por la mañana.

             -Esto… Leo. Tengo que decirte una cosa.

               -Dime

-Perdón por estar tan borde esta mañana, pero es que, como ya te he dicho, no quiero vivir en este mundo, quiero el nuestro y no me apetece que la gente intente convencerme de lo contrario.

-Tranquila, respeto tu opinión, pero ya sabes que sin ti, yo no puedo venir a vivir aquí, por lo que entenderás que yo quiera que tú vengas. Quiero dejar nuestro mundo, quiero que este sea mi lugar donde vivir para el resto de mi vida, pero sin ti no puedo.

-Siento ser tan egoísta por mi parte, pero entiéndeme, al igual que tú quieres vivir aquí, yo quiero vivir allí.

-Bueno, tranquila, que vengas aquí ya es un paso, te prometo intentar no convencerte, y si ves que lo hago, puedes hacer tu lo mismo conmigo en nuestro mundo.

             -Pues se me ocurren un par de sitios que posiblemente te hagan cambiar de opinión.

                -Cuando quieras vamos, pero antes de despertar me gustaría que viéramos este mundo.

Mira Elia, te presento a Okapi, es nuestro guía, el que nos va a enseñar todo lo que no esté cerca del agua marina.

               -Encantada.

Okapi hizo una reverencia hacia mí:

               -Un placer, princesa Elia.

¿Princesa? Me había llamado princesa. Era la primera vez que me llamaban así, pero ¿cuál era el motivo para que me llamara princesa?

                -¿Okapi es cómo te llamas, verdad?

                -Sí, princesa.

                -¿Cuál es el motivo para que me llames princesa?

-Aunque no hayas decidido ser nuestra reina todavía, para mi eres una princesa, las personas que van a ser reyes o reinas son príncipes o princesas.

-Pero me siento un poco incomoda si me llamas princesa, ¿Me puedes llamar Nie… digo Elia? 

               -Por supuesto prin… Elia.

               -Gracias.

               -Bueno chicos, vamos a enseñaros la isla. ¿Estáis preparados?

-La verdad es que me gustaría llevar puestos unos zapatos para ir a visitar lo que sea que vayamos a visitar.- Iba descalza y no sabia ni donde me iba a dirigir.

-No es problema- dijo Laia. La miré a la cara y puso la misma cara de concentración que cuando hizo que apareciera la puerta para despertarme.

Un instante después llevaba en mis pies unas zapatillas preciosas, al estilo romano, siempre me habían llamado la atención ese tipo de zapatos, pero nunca había tenido la oportunidad de ponerme ningunos. No sé cómo lo hacían, pero a la hora de vestirme en este mundo siempre lo hacían con algo que me gustaba.

Cosas de los sueños, pensé, soltando una risilla.

               -Bueno chicos, hoy visitaremos el lago de las mariposas. ¿Vamos?

Leo y yo nos despedimos de Laia, ya que nos dijo que no sabía cuándo nos volveríamos a ver y empezamos nuestro viaje por esta isla.

               -Okapi, ¿Está muy lejos el lago de aquí?- le pregunté a nuestro guía.

-No mucho, caminaremos un poquito hasta llegar allí, pero antes de que os despertéis, seguramente hayamos llegado.

La curiosidad de Leo era aún mayor que la mía, él no se preocupaba por sus zapatos o por la distancia que teníamos que caminar, él se preocupaba por el lugar donde estaba.

Mientras caminábamos por un sendero precioso hacia el lago ellos hablaban sobre lo que hay en este mundo, si había más islas, si era muy grande el reino o cosas así.

Lo que me quedó claro es que aparte del mundo submarino y la isla por la que estábamos caminando, había otra en la que vivían y a la que nunca habían ido, pero sus habitantes sí que habían aparecido por esta isla.

Ese era el motivo por el cual necesitaban gobernantes humanos, para llegar a conclusiones más fácilmente con los de la otra isla y no entrar en guerra como hace muchos años atrás.

Aunque la verdad no les presté mucha atención, yo me fijaba por el paraíso por el que estábamos pasando. Una senda perfectamente cuidada con piedras blancas sobre las que caminar, en medio de un césped con alguna que otra margarita.

A lo lejos se veían un montón de árboles enormes, nos dirigíamos hacia allá. Lo único que me sorprendió un poco es que no hubiera ningún animalito por allí, un conejo saltando por la hierba por ejemplo, algún ciervo comiendo. No había nadie, esa era la pregunta que le haría a Okapi cuando Leo dejara de atosigarle, el pobre guía tiene que tener la boca seca ya de tanto hablar con él.

El sueño de NieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora