Capítulo 8. Nunca seré luz

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Me aferré a esa nueva sensación que provocaba un temblor nervioso a través de todo mi cuerpo, dominándome y haciendo que todo pareciese diferente aún siendo igual, a esa sensación que hacía que mi corazón latiera, por primera vez en años, como si hubiese estado corriendo en una carrera de tres horas sin descanso, esa sensación en la que no sabes si tienes los ojos cerrados o abiertos, porque cerrados y abiertos vives en el principio, en los límites de un sueño imposible, un deseo que nunca esperaste poder cumplir, hecho realidad. Esa sensación paralela y pegada al miedo, porque sabes que ahora lo tienes, pero que en algún momento se lo perderás.

Esas sensaciones nuevas, y que tanto había codiciado durante años, se escapaban por entre mis dedos, desapareciendo delante de mis ojos, ignorando mis súplicas y mis inútiles esfuerzos por mantenerlas junto a mi.  Como burlándose de mis esfuerzos. Riéndose. Porque las sensaciones, de la misma forma en que vienen, se van, y estas no son, ni serían, una excepción

Sentí una sacudida debajo de mi cuerpo que se extendía a través de el, como si me hubiera sentado sobre una lavadora rota que estaba en pleno funcionamiento cuando no debería de estarlo, lo único que no cuadraba era el sonido. De fondo se oían gritos humanos, no el sonido propio de una lavadora, ni si quiera de una rota. 

Abrí los ojos mientras intentaba levantarme, precipitándome y cayéndome de la cama, estampando mi cara contra el suelo e intentando enfocar la vista para poder distinguir las cosas que me rodeaban y vencer las manchas negras, sin forma que me acosaban. Antes de poder conseguirlo, sentí como una mano, fría, me agarraba del brazo, tirándome con fuerza y de forma no muy suave hacia arriba. 

Me levanté insegura, con las piernas desequilibradas por los continuos y horribles temblores del suelo, como si un gigante se estuviese dando cabezazos contra el suelo. Me agarré a Dereck, que me miraba nervioso he intentaba inutilmente conseguir que yo reaccionara de una vez por todas. No tardé mucho en hacerlo, pero no fue gracias a él ni a sus fallidos intentos. Los golpes cada vez más horripilantes lo hicieron, despertándome totalmente.

Dejé que Dereck me empujara y me sacara de la habitación, arrastrándome y llevándome a otra todavía más vacía que en la que habíamos dormido, y metiéndonos a ambos por una especie de ventana que, curiosamente, estaba a la altura de mis rodillas y daba lugar a unas escaleras que se hundían en el espesor negro del suelo. Me ponía los pelos de punta. En otro momento hubiera dudado, pero sus manos me lo impidieron y me obligaron a meterme en la oscuridad antes de poder protestar. Él me siguió a apenas un palmo de distancia. Su respiración, incluso en esa situación, me provocaba un nervioso cosquilleo en la nuca. 

No veía y los gritos aumentaron, dejándome entender algunas frases entrecortadas "¿dónde coño están?" já, como si alguien les fuera a contestar teniendo una mínima idea de que sabía lo que decía. Punto para nosotros, que se jodan. 

Me equivocaba. Oí como alguien -maldito fuera- daba una explicación clara, breve y exacta de la situación de la "ventana" y unos pasos fuertes y secos retumbaban en nuestras cabezas. 

Dereck se acercó más a mí y me agarró de la mano con fuerza. Le devolví el apretón y cerré los ojos conteniendo la respiración. Oí que contaba en susurros. 

uno...

dos... -Tragué saliva con dificultad aumentando el agarré de nuestras manos entrelazadas. La ventana se abrió iluminando un poco la estancia. No me alegré de que una parte de la oscuridad desapareciera.-

tres -Salimos corriendo por el mismo lugar por el que habíamos entrado. Dereck golpeó con el puño a uno de los cuatro chicos (parecidos a gorilas) que había en su departamento, rodeando con expectativas demasiado altas la "ventana". Todos se echaron sobre nosotros, pero Dereck no les dejó hacerlo. 

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⏰ Última actualización: Mar 06, 2014 ⏰

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