Capítulo 7. Ya ha empezado, Layna

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[Capítulo narrado por Dereck]

La miré a los ojos y en ellos vi la única cosa que no me esperaba que sucediera. 

Me había preparado mentalmente para una reacción violenta, la que yo me esperaba conociéndola. Todo tipo de patadas y puñetazos ninjas que con suerte conseguiría esquivar y evitar que me sacara un ojo o, en el peor de los casos, me cortara el cuello, e incluso me había preparado para una reacción más bien del tipo... traumatizada, que se pusiera a dar gritos como una loca y empezara a pegarme empujones por haberle hecho ese intento de broma que, por supuesto, no era ninguna broma.

Tenía ya planeada la forma en la que la sacaría de esta absurda guerra que crearon dos ineptos sin cerebro por problemas personales, metiendo en su mierda a personas inocentes que soñaban con una vida normal que nunca tendrían. Sacarla del Time-Space devolviéndola a su verdadero mundo y obligándola a llevar el collar ôris  para que la anclara en el momento en el que estaba viviendo, y que el resto de jugadores no pudieran localizarla como otra jugadora, eliminando sus poderes en todos los momentos en los que lo llevara puesto. 

Sí. Tenía todo pensado, pero nunca, ni por un momento se me pasó la idea de lo que veía delante de mi, en los sentimientos que parecía encerrar, ni del brillo especial que se había puesto en sus ojos al enterarse. 

Emoción. 

Pensé en intentar que cambiara de idea porque sabía exactamente lo que pretendía hacer, y no podía permitírselo, pero fallé y me di por vencido en el momento en el que sus brazos rodearon mi cuello con la fuerza suficiente como para rompérmelo. No me quejé. Tampoco la detuve. Solo podía oír sus palabras, que se atropellaban entre sí en un intento por ganar esa "guerra civil" entre unas y otras, y aunque no entendía lo que decían, sí capté su tono de voz. Era el mismo que había puesto yo. 

Entonces la imagen de una niña de siete años, de mejillas sonrojadas y ojos brillantes apareció delante de mi, ocupando el lugar al lado de Layna, ambas en frente de mi e igual de emocionadas y felices, moviendo las manos de forma escandalosa para darle dinamismo de lo que estaban hablando, de todas las cosas que deberían de hacer y todas las cosas que deberían aprender de ahora en adelante. Las voces de ambas se entremezclaban convirtiéndose en la misma y una única suave y eufórica voz. 

No estaba preparado para arrebatarles eso. En realidad, nunca lo estaría.

De la misma forma en la que apareció, la chica eufórica se fue, dejando solo a la otra chica que estaba igual o más eufórica que la pequeña. Claro que, siempre había estado solo ella delante de mi, riendo y hablándome como si me enterara de algo de lo que decía y estuviera compartiendo conmigo un secreto super misterioso del que se acababa de enterar. Esa otra chica, la de siete años, estaba dentro de mi cabeza. Nunca había podido sacarla de allí... nunca había intentado hacerlo. 

La voz de Layna interrumpió el hilo de mis pensamientos. 

-¿Me estás escuchando? -Frunció el ceño un poco, pero la sonrisa todavía bañaba su rostro, iluminándolo y provocando una especie de resplandor interceptible. 

-Claro -Mentí descaradamente. Ella supo que lo hacía, pero no me dijo nada y se quedó callada, lo más seguro, esperando mis instrucciones. 

Suspiré y me pasé las manos por el pelo antes de volver a mirarla fijamente. Ella se había dado cuenta de que la estudiaba fijamente, intentando predecir su siguiente movimiento, y de que no era la primera vez que lo hacía. Intentaba evitarlo pero me resultaba imposible. 

Siempre podía predecir los movimientos de las personas, era parte de mi Potestatis, que significa poder en Latín, el que había conseguido gracias a mi Sacrificum, -que me costó un montón conseguir- en todas las personas, y nunca hubo excepción, al hacerlo me lo dijeron, y me lo aseguraron. Pero como no, Layna vuelve a ser esa "imposible" excepción que no debería existir y que rompía todas las reglas.

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